La venta de San Telmo, una operación rentable para la Iglesia de Sevilla más de 30 años después
El Santander y el Sabadell gestionan con éxito los fondos de inversión con los 1.000 millones de pesetas aportados por la Junta en 1989
Un mínimo de 210.000 euros al año y un máximo de 400.000, todo destinado íntegramente a la formación del clero. La operación de venta del Palacio de San Telmo sigue dando frutos a la Iglesia de Sevilla más de treinta años después gracias a una adecuada gestión de aquella dotación inicial de mil millones de pesetas que aportó la Junta para la constitución de la Fundación Infanta María Luisa. Aquel fue un gran pacto (de difícil calificación jurídica) fraguado durante años, modélico en muchos aspectos y por el que la Iglesia recibió diversas contrapartidas ya ejecutadas, principalmente la construcción de un gran Seminario en la Palmera, la rehablitación de las cubiertas del Palacio Arzobispal, la construcción de nuevas parroquias en terrenos de expansión de la ciudad y la edificación de una casa sacerdotal en la calle Becas. El denominado Pacto de Cesión Institucional del Palacio de San Telmo sufrió una novación para cambiar una de las contraprestaciones. Estaba prevista también la creación de una escuela de profesores que finalmente no se pudo instalar en la antigua Universidad Laboral, pues allí iría la actual Universidad Pablo de Olavide, y se cambio por el pago de tres millones de euros, de los que la mitad se destinó a la creación de la Fundación San Pablo CEU y la otra mitad al mobiliario del Seminario Metropolitano y a las necesidades de nuevos templos.
Hoy, más de tres décadas después, se sigue cumpliendo el deseo de la Infanta Luisa: el fomento de la formación del clero. Si bien no es ya con la actividad docente en las aulas del Palacio de San Telmo, pero sí mediante el envío de sacerdotes a Roma o diversas universidades de España, el pago de becas y otros servicios. Aquella cantidad inicial en pesetas siguen puestos a rentar –lógicamente ya en euros– tal como dictan los estatutos de la Fundación. El patronato de la fundación y el ecónomo acordaron en 2014 cambiar la estrategia de gestión de los fondos para garantizar una rentabilidad mínima que permita siempre el cumplimiento de los fines de la fundación por mucho que las condiciones del mercado sea adversas. Se abandonó entonces un fondo de alta volatilidad y se pasó a confiar en dos nuevos bancos: el Santander y el Sabadell. Se encomendó la gestión de tres millones de euros a cada entidad financiera. El cambio de estrategia fue un éxito desde el principio, pues anteriormente el fondo al que se había confiado la dotación inicial, si bien no comenzó mal, sí llegó a sufrir una depreciación inquietante del 67%, lo que hizo saltar todas las alarmas. Los años entre 2022 y 2012 fueron muy malos para el fondo inicialmente escogido (el Open Found), un tiempo felizmente superado con el cambio de criterio.
La fundación se queda en cualquier caso con una cantidad en caja próxima a los dos millones de euros que le permita no dejar de cumplir con sus fines en caso de no obtener la rentabilidad mínima en los fondos. Las entidades referidas operan con libertad de inversión siempre dentro de unos límites y criterios éticos: el riesgo ha de ser moderado, por lo que quedan descartados los fondos de alta volatilidad o agresivos, los destinos de inversión no deben estar localizados fuera de Europa, etcétera.
La Fundación Infanta María Luisa está presidida por el arzobispo de Sevilla. Comenzó con siete patronos, pero ahora tiene nueve. Una de las plazas se reserva para un miembro de la familia de Orleans y Borbón. En este caso ostenta esta condición Gerarda de Orleans y Borbón Parodi Delfino. Los restantes patronos son Isacio Siguero, secretario general del Arzobispado, Antero Pascual Rodríguez, rector del Seminario, el catedrático Javier Lasarte, el ecónomo Alberto Benito Peregrina y dos representantes de la Junta de Andalucía: Ana Vielva y María Dolores Pérez Pino. De la composición del patronato se deduce la buena convivencia que décadas después sigue alumbrando las relaciones entre la Junta de Andalucía y el Arzobispado con independencia de los partidos que han gobernado la comunidad autónoma y los cambios de prelado.
De la necesidad de invertir el dinero no hay duda, como se ha dicho, porque así lo dictan los estatutos en el artículo 8: “El patrimonio será administrado por el patronato del modo más adecuado para lograr con él y con sus rendimientos el más eficaz cumplimiento del objeto de la fundación (...) En todo caso, se procurará la conservación de la dotación fundacional inicial, debidamente invertida o rentabilizada, destinándose sus rendimientos al cumplimiento de los fines de la fundación sin perjuicio de cuanto pueda contribuir al cumplimiento de tales fines la utilización directa o inmediata de los bienes en que se hubiese invertido”.
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