"Sevilla debe crecer como receptora de universitarios internacionales"

Son y están

Llegó a Sevilla desde Cleveland como estudiante, volvió a la ciudad para participar en el apogeo de Arrakis con el 'boom' de internet y se ha asentado como emprendedor en la enseñanza para estudiantes extranjeros, sobre todo norteamericanos, cuyos programas de estancia y formación incluyen experiencias en el seno de empresas sevillanas.

Steven Davis, en Triana, donde llegó en 1989 y donde se alojan muchos de sus estudiantes.
Steven Davis, en Triana, donde llegó en 1989 y donde se alojan muchos de sus estudiantes.

24 de junio 2012 - 05:03

LOS estudiantes extranjeros forman parte todo el año del paisaje y el paisanaje de Sevilla. Gracias a las enseñanzas que reciben en español o en inglés, con un abanico de materias cada vez más variado, son directa o indirectamente una fuente de ingresos y de empleo para muchos sectores. Se convierten en embajadores de Sevilla y a la vez le aportan a la ciudad su intercambio de culturas y experiencias. Uno de los profesionales que luchan por ensanchar la importancia de esa actividad para la ciudad es Steven Davis. Nació en Cleveland (Ohio) hace 43 años. "Cuando yo tenía 15 años, mi padre me llevó un par de veces a Europa, lo hacía para aumentar mi formación. A él le interesaban más los monumentos, y a mí la capacidad de comunicarme en otros idiomas. Yo era un joven apasionado por la informática, pero decidí entrar en la Universidad de Massachusetts para estudiar Filología y Economía. En 1989, en mi tercer año de carrera, decidí que debía pasar una temporada larga fuera para aprender bien español. Y elegí Sevilla. Qué suerte tuve con esa decisión".

-¿Cómo se integró en la ciudad?

-Cogí un programa conveniado entre mi universidad y la de Sevilla, con recogida en el aeropuerto, seguro médico, el alojamiento con comidas en el seno de una familia, más actividades y excursiones. Hoy en día sigue siendo la modalidad más habitual. Me alojé con una familia trianera del Núcleo Santa Ana. Mantengo buena relación con la señora que me acogió seis meses, sigue recibiendo estudiantes. Para las familias sevillanas es también una experiencia muy positiva y les abre la mentalidad. Ella tiene ahora un hijo que vive en China dando clases de español.

-¿Por qué es mayoritaria la presencia en Sevilla de estudiantes de universidades norteamericanas?

-Existe una presión en la comunidad académica norteamericana para aumentar el porcentaje de estudiantes que van al extranjero, porque mejoran su currículum y su desarrollo personal. El Reino Unido era el destino predominante para atender esa demanda, que ya no es sólo de quienes estudian idiomas, también son estudiantes de ingeniería o de otras materias técnicas. En los últimos años ha crecido la afluencia a España, Francia e Italia porque ofrecen programas con contenidos en inglés, y una gama cada vez más amplia de cursos, cortos o largos, de varios meses o de dos semanas, sobre todo en primavera y verano. La mayoría de los estudiantes me dicen que sacar un título universitario en Estados Unidos ya no es suficiente para encontrar empleo. Se plantean cursos y estancias como los de Sevilla para mejorar su candidatura. Les sirve incluso para tener más tablas en una entrevista de trabajo.

-¿Cómo distinguir al joven que prioriza su formación, del que se echa en brazos de la diversión?

-Es tentador no desvincularte de los compañeros con los que viajas a Sevilla, y pasarte el día hablando en inglés. Yo lo tenía claro, y les dije: "Os quiero a todos, pero estoy pagando mucho dinero y vengo a aprender. Podemos quedar de vez en cuando para tomar un café, pero mi propósito es integrarme en el idioma y en la cultura". Cuando regresé a mi universidad, los profesores se admiraron del nivel que había alcanzado en español.

-¿Fue clave para su primer empleo?

-Sí, me contrató IBM para trabajar en Miami en la venta de sus productos informáticos para el mercado de América Latina. Y coincidió con el comienzo de la comercialización por internet, con el desarrollo del correo electrónico y de las bases de datos. Estuve seis años en Miami, hice dos másteres en gestión de empresa y en proyectos internacionales, ganaba mucho dinero, pero ya estaba casado con la chica que había conocido en Triana, tuvimos nuestra primera hija, y decidí anteponer los valores familiares y la felicidad a los éxitos profesionales. Nos instalamos en Sevilla y, con toda humildad, comencé a trabajar en Arrakis ganando un tercio de lo que cobraba en Miami. Pensé en el futuro, y ese paso atrás me permitió después dar muchos pasos adelante.

-Arrakis fue un símbolo del primer boom de internet.

-Tuve la suerte de participar en el crecimiento de una empresa familiar de Sevilla, con la familia Torrado al frente. Y acto seguido estar en su transformación corporativa cuando la compró British Telecom, en la época de entrada de grandes inversores extranjeros en España y ruptura de los monopolios. Aprendí de dos culturas empresariales tan distintas entre sí e impulsé el departamento de comercio electrónico. Me sentí orgulloso de motivar a los miembros de mi equipo para que dejaran de ser conformistas y con poca autoestima. Les hice ver que, si se esforzaban, podrían demostrar un rendimiento que la empresa habría de reconocer con mayor salario. Se cumplió el sueño de tener un grupo en el que se llegaba cada lunes y todos proponían ideas que habían estado perfilando el fin de semana. Aprendían y crecían profesionalmente. Y crearon Vendornet, soluciones de comercio electrónico que tuvieron éxito.

-¿Cómo empezó en el sector de la enseñanza?

-Jerry Johnson, que era cónsul de Estados Unidos en Sevilla, me ofreció dirigir un programa de empresariales en el CIEE, un centro muy consolidado que recibía alumnos de universidades norteamericanas, como lo fui yo en su día. Impulsé que incluyera prácticas en empresas. Trabajé en CIEE cinco años, tuve la oportunidad de desarrollar mi creatividad, de potenciar las conexiones con las dos universidades sevillanas, y después pasé a otro centro similar en Sevilla, el CEA Global Campus, donde fui director académico y director del campus. Tres años después, en 2009, empecé a aburrirme porque estaba todo montado, y decidí independizarme creando mi empresa en el sector, tejiendo alianzas con universidades y empresas dentro y fuera de Sevilla. Para mí, la vida es interesante si me levanto cada día con ganas de crear y de avanzar.

-¿Cómo capta a los alumnos en Estados Unidos?

-Tengo central teléfonica y domicilio bancario en Arizona, para ellos no sería creíble que la empresa fuera sevillana, ni para llamar por teléfono después de ver nuestra web, ni para pagar la matrícula. Tengo tres tipos de clientes. Los que influyen son las universidades, que velan por el componente académico y el prestigio. Los que compran son los padres, interesados en que sus hijos mejoren su empleabilidad. Y los que deciden son los estudiantes, que buscan experiencias interesantes. Todos se alojan con familias sevillanas. Me gusta ese modelo y es una ayuda para esas familias. El 95% son del Centro, Triana y Los Remedios, cerca de los lugares donde reciben las clases y hacen las prácticas. Mi visión es la de ofrecerles mejorar el currículum y desarrollar destrezas. Suelen estar en tercer o cuarto año de universidad, tienen entre 20 y 22 años, el 70% son mujeres, tienen alguna experiencia laboral.

-¿Qué tendencias están en boga?

-Que el profesor también viaje a Sevilla y dé clases a sus alumnos. Eso lo estamos haciendo con Los Angeles Southwest College. Por ejemplo, una profesora de Antropología estuvo en Sevilla dos semanas con veinte alumnos, impartiendo su materia, y nosotros complementamos los objetivos de aprendizaje con recursos locales, en colaboración con la Universidad Hispalense, con la Olavide, y con el centro de idiomas Clic. Es un ejemplo del potencial que Sevilla debe desarrollar como receptora de estudiantes internacionales.

-¿En su plan de negocio, qué objetivos se marca?

-En cinco años alcanzaremos la consolidación. Y no sólo doy importancia a la actividad en Sevilla. He puesto en marcha el itinerario al revés. Con universidades como la de Westminster (Londres) o la Antonio de Nebrija (Madrid), vamos a potenciar que estudiantes europeos acudan a los programas de verano de la Universidad de Hawai. En la actualidad, la mayoría de mis ingresos proceden de mi labor como consultor. Para esa universidad hawaiana he creado su modelo de cursos de verano para que los comercialicen. Para la Auburn University, de Alabama, he organizado un programa de cursos en Sevilla bajo su propia marca. Me adentré en esa faceta de consultor con la experiencia que adquirí trabajando para la Schiller International University, con campus en Madrid, París, Londres, Florida, Alemania, Suiza... Necesitaban estandarizar los procesos académicos de sus campus para que fuera posible continuar una carrera cambiando de ciudad y sin perder cursos.

-¿En qué empresas sevillanas están haciendo prácticas sus estudiantes norteamericanos?

-Por ejemplo, en el Hospital Infanta Luisa. Le propuse a la dirección tener alumnos para intercambios lingüísticos. Son como la sombra de algunos médicos y enfermeros. Escuchan, observan e interactúan después con ellos. La experiencia les sirve también para desarrollar habilidades sociales. También hay estudiantes en el Chinese Friendly que lidera Kurt Grötsch desde el Museo del Baile Flamenco para atraer turistas chinos hacia Sevilla. Y en el centro Medisport de medicina deportiva y rehabilitación. Y en MCA Consultores, firma especializada en protección de datos. Con ellos aprenden mucho sobre cómo preparar la presentación de un proyecto y visitar a una empresa como posible cliente, cómo empatizar. Y en Icinetic, empresa sevillana creadora de software, que va a abrir una sucursal en Londres. Una de mis alumnas les ayudó a hacer un estudio de mercado sobre uno de sus productos informáticos. En todos los casos, yo superviso lo que hacen, y les aconsejo para guiarles.

-¿Cómo es el programa más habitual en Sevilla durante el verano?

-Uno que dura seis semanas. Tienen clases intensivas de español en Clic y yo hago con ellos de coaching para mejorar sus habilidades personales dentro y fuera de su práctica en una empresa. Debo ser su tutor tanto personal como profesional, porque cada estudiante viene con un conjunto de expectativas diferentes y un nivel de madurez diferente. Los cursos de primavera y otoño suelen ser de diez semanas. La empleabilidad que consigan depende de lo que pongan de su parte. Obtienen lo que invierten en la experiencia. Hay que tener en cuenta que algunos jóvenes de Estados Unidos se hipotecan para acceder a una enseñanza superior, y lo pagan a lo largo de 15 ó 20 años, se lo plantean como una inversión en su formación. Con nosotros, los estudiantes se dan cuenta de que no pueden perder el tiempo.

-¿Es optimista sobre la capacidad de los jóvenes sevillanos para sacar a su tierra de la posición rezagada respecto a Europa?

-Lo soy porque conozco a muchos jóvenes con experiencia educativa en el extranjero, con un nivel bueno de inglés, con una mentalidad mucho más abierta a la que imperaba en Sevilla cuando llegué hace 23 años. Ya no se sienten destinados o condenados al fracaso. Los jóvenes saben del mundo a través de internet, tienen mucha capacidad de comunicación, y también les sirve de referencia la población estudiantil extranjera que conocen en Sevilla. Ahora empiezan a sentirse seguros de sí mismos sin tener un empleo fijo. Es muy importante trabajar con ellos la autoestima, y que se sientan capaces de alcanzar cualquier cosa que se propongan. Cuando un norteamericano tiene una entrevista de trabajo y no consigue el empleo, le dice a sus padres: "No fui el mejor candidato", o "Me salió mal la entrevista", o "Había una persona mejor que yo". Si es español, la tendencia es decir "No estaba yo destinado para ese puesto". Por eso hay que cambiarles la mentalidad, para que la crisis no penetre en su cabeza y les llene de conformismo.

-¿Realmente las empresas que acogen a sus estudiantes sacan provecho de su tarea?

-Sí, al ser el inglés su lengua nativa. Por ejemplo, en la empresa sevillana de ingeniería Azcatec, los estudiantes en prácticas les ayudan a investigar oportunidades de negocio en Estados Unidos.

-¿Qué propone para mejorar Sevilla?

-Dos vías para una sociedad abierta: integrar mejor a los inmigrantes, propiciar experiencias de mutuo beneficio; e internacionalizar el cuadro directivo de las empresas.

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