TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

calle rioja

Teoría ferial de la Selva encantada

  • Los efectos positivos de la fiesta. Esta Feria de Abril inmejorable ha sido la mejor terapia que la ciudad se ha dado a sí misma contra la crisis, las lluvias y los augures.

LA Selva Encantada. Eso ha sido Sevilla estos días de Feria, como el nombre de una de las atracciones de la calle del Infierno. Hoy vuelve a la dura y cruda realidad, pero la ciudad se ha regalado a sí misma la mejor de las catarsis. Una Feria inmejorable. Ayer llegaban sus ecos a la estación de Santa Justa. Cinco jóvenes madrileñas se acercaban al expositor de manzanilla Solear para probar una copita antes de coger el Tren de Alta Velocidad con destino a Madrid. "¿Tú eres muy feriante?", preguntaba uno de los factores mientras revisaba el megatrén que partía a las seis menos cuarto con dirección a Cádiz. El orden de paradas parecía el itinerario de los feriantes: San Bernardo, Dos Hermanas, Utrera, Las Cabezas de San Juan, Lebrija, Jerez, Puerto de Santa María, Puerto Real, Jerez…

La noche del sábado llegaban al Paseo Colón los camiones de dos de los rejoneadores de la matinal del domingo: Luis Valdenebro y Álvaro Montes, que tiene nombre de heterónimo de Pessoa. Esta Feria del abanico es el auténtico cambio climático de Sevilla: este lunes de resaca entra la ciudad en una estación distinta, por inercias estivales, más estación de Cádiz que de Córdoba, más de Caleta que de Mezquita, aunque el febrero gaditano se quede en el retrovisor de las agendas y éstas incorporen pronto los patios de mayo de Córdoba, que tiene hasta una calle dedicada al 7 de mayo, el día de mi cumpleaños.

La próxima Feria, la del año 14, centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, vendrá con sones de paz y jarana en el mes de mayo. Feria de abril en mayo, una preposición nada deshonesta para que la ciudad pueda realizar el traspaso sin traumas ni precipitaciones. Usando el argot de la Semana Santa, en Feria salieron todas. No hace falta ser freudiano ni lacaniano para entender las ganas de pasárselo bien de la gente: la Feria era la escotilla por la que el personal se salía de los telediarios, ya habría tiempo de echarle Guindos al pavo, a ese pavo real que los ojos del cronista vieron cuando hacía footing junto al cuartel de Eritaña. Terapia contra la crisis, contra la pluviometría, que iba a convertir a Sevilla en una Grazalema sin pinsapos ni libro de Pitt-Rivers.

Los ciclos de la ciudad. El reloj perfecto de sus fiestas. La armonía de una tregua de parabienes en la que conviven en este falansterio de lona y albero los socios del Mercantil y los de la Pecera (la caseta del Partido Comunista, que se legalizó antes que el propio partido), los del Labradores y los libertarios del Garbanzo Negro. El charco de la Pava y el océano que trajo al gigantesco crucero Amazara Quest al muelle de las Delicias. Río Guadalquivir presente en tantas sevillanas que desemboca en la patria de la manzanilla, bebida nacional en los días de la Feria.

En la primera vuelta, coincidí con León Lasa en el Betis-Real Madrid. Justo una vuelta después, el Betis visitó el Bernabéu el sábado de Feria. La misma semana que recibía el libro de León Lasa Viaje a la Antártida (Almuzara). Pese a los lejanos confines a los que se traslada el viajero y narrador, hay dos referencias a la cuna de la manzanilla. El 6 de septiembre de 1522 llegan a Sanlúcar de Barrameda Juan Sebastián Elcano y 17 supervivientes después de realizar la primera circunnavegación del globo, expedición de la que quedó en Filipinas Magallanes. El 3 de abril de 1526, siempre abril, partió de Sanlúcar de Barrameda Sebastián Caboto con tres naves y 200 marineros con un objetivo: encontrar una vía de comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico. La manzanilla es pues hija de esos trasiegos oceánicos, de ese viaje en el tiempo que va del Atlántico al Atlético (de Madrid), que anoche pasaba por Sevilla para vivir el colofón pirotécnico de los juegos artificiales de la Feria.

La primera Feria de Unay Emery como entrenador del Sevilla, la primera de Carlos Bourrellier como presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías. La primera del papa Francisco, que ha vivido en Roma el 19 de abril, viernes de Feria, el octavo aniversario de la elección de Benedicto XVI como su predecesor, sucesor a su vez del pontífice polaco Juan Pablo II, que estuvo en persona en la Calle del Infierno en noviembre de 1982 y está muy cerca en el callejero.

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