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Del Toro y Rivero, como Daoiz y Velarde

  • Hoy se cumplen 50 años del incendio de Vilima que se llevó la vida de dos bomberos

Un bombero y un policía, en la puerta de Vilima horas después del incendio.

Un bombero y un policía, en la puerta de Vilima horas después del incendio. / Ángel Gelán

COMO Daoiz y Velarde el 2 de mayo de 1808. Joaquín del Toro Anta y Francisco Rivero Pérez, el primero nacido en Camas, de El Pedroso el segundo, también mueren el mismo día. 27 de julio de 1968. El fuego que acabó con ellos no era francés ni la rúbrica de Galdós. “La suerte quiso que la noche estuviera serena”, decían las crónicas hace medio siglo. Del Toro tenía 35 años; Rivero, 43.

A Juan Carlos del Toro le coge de guardia el aniversario tan redondo de la muerte de su padre. El pequeño de sus cinco hijos. El único que fue bombero. No tenía ni un mes de vida cuando el luto llegó a su casa. Uno de los cuatro hijos de Rivero Pérez también fue del Cuerpo. Una placa en el Parque de Bomberos, en el mismo edificio construido para la Exposición de 1929, recuerda la heroicidad de sus padres en aquella noche fatídica. La temperatura debería ser parecida a la que evoca Luis Cernuda en el texto de Ocnos elegido para presidir la casa de la calle Acetres donde nació, a escasos metros de estos grandes almacenes: “Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal. Yo a solas y sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol.La vela estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra...”. Cernuda muere en México en 1963, el año que José Lirola Cerezuela abrió estos almacenes en el centro de Sevilla.

Algunos bomberos fueron atendidos en el Equipo Quirúrgico del Prado. La Cruz Roja se multiplicó para atender a los heridos. Las crónicas cuentan que Rosario Gil Ferrer atendió a 23 personas con heridas producidas durante la extinción y el desescombro. Entre los camilleros que participaron figuraba José María de Mena, el catedrático e historiador de la ciudad. Uno de esos camilleros, Joaquín Tardío de la Peña, fue asistido en la Casa de Socorro de la calle Alhóndiga de las heridas y de la crisis de ansiedad después de intentar rescatar a los dos bomberos fallecidos.

El cortejo fúnebre salió del Parque de Bomberos con una docena de compañeros de Joaquín y de Francisco subidos al vehículo de bomberos, completamente lleno de coronas. Desde antes de la guerra civil no se registraba un siniestro con víctimas mortales entre los bomberos. Las fotos que acompañan este recuerdo de una tragedia que conmocionó a la ciudad seis años y medio después de la Operación Clavel pertenecen al archivo de Ángel Gelán, una firma señera que el próximo año será centenaria, como algunos negocios testigos de la tragedia: el bar El Comercio, en la calle Lineros, el más próximo a Vilima, es de 1904, y abrió toda la noche. Marcos Venecia nació en 1913 en calle Cuna y abrió tienda en Lagar, la calle a la que daban los almacenes. Los primeros bomberos que vieron a sus compañeros muertos entraron por calzados Maribel. José Miguel Pérez García, que cuida de sus nietos en la playa, era un joven que llevaba uno de los negocios de su abuelo, que vino a Sevilla después de probar fortuna en Argentina. El alcalde de Sevilla era Félix Moreno de la Cova y el gobernador civil José Utrera Molina. Dos meses después del mayo francés.

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