José Luis Rodríguez del Corral

Torre de Babel, faro de Trafalgar

  • Trabajó en tres librerías junto a San Gregorio, cerca de la Universidad donde no acabó Filología. Su ocaso de librero fue su bautismo de novelista.

EN su bicicleta, bajo la lluvia, con una gorra impermeable, parece Monsieur Hulot. José Luis Rodríguez del Corral (Morón, 1959), regresa a sus orígenes cuando llegó a Sevilla para estudiar Filología. Hubo un tiempo, utilizando la fórmula de los cuentos, en que San Gregorio fue la única calle de Andalucía, de toda España, que tenía más librerías que bares. Por tres de ellas pasó quien ahora exhibe sus libros, tres novelas, dos de ellas premiadas, en librerías de otros.

La librería Babel es ahora un bazar chino, pero milagrosamente conserva dos secuelas de su antiguo uso: un mosaico en la entrada alusivo a la bíblica torre de las mil lenguas. "Le hacen muchas fotos los turistas", dice la china. Y dentro, un fresco que parece evocar la biblioteca de Borges. "Lo hizo Pacho Garmendia, primo de Nacho e hijo del dibujante". Babel, presa de la confusión, sólo duró dos años. La Roldana, justo enfrente, la abrió en 1982 y cerró en 2003, el año que ganó el premio La Sonrisa Vertical con Llámalo deseo. "Fue un cierre muy agridulce", dice utilizando un epíteto en consonancia con la comida china.

La Roldana es ahora un bar, invirtiendo la prehistoria de la calle. Lo regenta Guillermo, que invita a zumo de naranja. "En esta calle había tres librerías: Al-Andalus, Seminario y El Taller, donde empecé por cuestiones políticas, antifranquistas, sin seguro porque allí éramos comunistas y libertarios". Cerró Seminario y abrieron Vitrubio y La Roldana, donde se abre paso como empresario con 23 años. Padre a los 18, presume de su precocidad "en todo, menos en la literatura".

Le gusta San Gregorio, "la parte primeriza del barrio de Santa Cruz". Todavía se pregunta cómo pudo vender un centenar de ejemplares de un libro de coleccionista de San Juan de la Cruz editado por la Junta de Andalucía. Quien fue biógrafo del único Planeta sevillano, Manuel Ferrand, nunca tuvo el premio mejor pagado de las letras españolas en su escaparate. "Tenía tres ejemplares, uno para el departamento de Literatura de la Facultad, otro para la biblioteca del Rectorado y el de un crítico".

Paisano de Fernando Villalón, apellido que lleva en un lugar secundario. "Mi familia no es de terratenientes ni tenían toros con los ojos verdes. Comerciantes, como yo". No se le cayeron los anillos por trabajar de peón de albañil en una empresa de su padre o en un garaje en Los Remedios. No acabó Filología y se quedó en la gramática parda. En La Alacena Sevillana hay estampas taurinas y una foto de Curro con Camarón, cantaor que murió en 1992. "La Expo no se acordó para nada del libro, ni un homenaje a Gutenberg o la imprenta. Fue una época muy buena de ventas, había muchos extranjeros en Sevilla. Una década de crecimiento a la que sigue otra de decadencia".

El propio Luis García Berlanga le entregó el premio La Sonrisa Vertical de literatura erótica. "La defendió frente a otros miembros del jurado. Era el 25 aniversario del premio y se celebró con una fiesta en la Casa Batlló de Barcelona con la crème de la cultura catalana. Berlanga se quedó en el mismo hotel y estuvo hablando del erotismo, del humor". Ganó el premio Café Gijón de novela con Blues de Trafalgar. En su casa tiene más libros de poesía o de historia que de novela. De este género, elige tres autores, Juan Benet, Rafael Sánchez Ferlosio, Miguel Espinosa, "más como creadores de la lengua que como novelistas".

Ateo confeso, guarda un estupendo recuerdo de sus relaciones profesionales con los inquilinos del Consejo General de Cofradías. "Algunos hermanos mayores venían buscando libros. Hice amistad con un señor que predicaba en el Salvador, Juan Infante Galán, católico, conservador, elegantísimo y muy inteligente. A mí las cofradías ni me gustan ni me molestan". Su escaparate era goloso para los políticos que iban camino de San Telmo. "Uno que nunca se paraba ante los libros era Chaves". El mismo que siendo presidente de la Junta inauguró la nueva Casa de Cultura de Morón en la hacienda de Villalón donde el librero jugaba al fútbol en sus años mozos.

Su hija Aitana, la mayor, lo hizo abuelo de dos nietos milaneses, Hugo y Guillermo. Le puso ese nombre porque nació el día que Alberti, padre de otra Aitana, regresó del exilio. La prole la completan Isabel y Nicolás. En 1959 el nombre más utilizado en los registros fue José Luis. "Sería por José Luis y su guitarra, uno de los primeros iconos televisivos que cantaba aquello de Gibraltar español". Deudor de monsieur Hulot y de mister Marshall, ha hecho una chanza literaria, continuación del Coloquio de los perros de Cervantes. Escribió una incompleta historia de la librería.

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