DE Málaga a Sevilla hay 214 kilómetros. Triana está mucho más cerca. Basta con ver en la carretera las referencias a Cádiz y Huelva. Todo suena a Triana en puertas de su Velá. El límite entre las provincias de Málaga y Sevilla lo marca la bodega Málaga Virgen. Allí el legado del rockero Silvio recibe a los que pasan por su pueblo natal, La Roda de Andalucía. Antes, en tierras de Málaga, topónimos como Alameda (sin Hércules) o Humilladero, la patria chica de Antonio Romero, que fue candidato a la Alcaldía de Málaga y anfitrión de Julio Anguita cerca de la cuenca del Genil.

El río Yeguas o Aceites La Española saludan al viajero que en la ida vio pastando toros cerca del término de Marchena. El imaginario programa de un festival en Triana, con banderas a media asta por Manuel Molina y Marujita Díaz, saldría completo. De La Puebla de Cazalla eran Pepe Menese y José Moreno Galván, el cantaor flamenco y el pintor. En Los Alcores, aparece la dirección a Mairena, las casas blancas al fondo: la cuna de Antonio Cruz García, a quien conocí en su casa próxima a la Gran Plaza: su estatua lo convierte en farero del lado sevillano de Triana, escoltado por la estatua de Chillida y el castillo de San Jorge.

En este viaje imaginario de Málaga a Triana, la Velá de julio como prólogo de la Feria de agosto, hay curiosas coincidencias: el restaurante El Algarrobo muy cerca de la salida de Badolatosa, eje de la ruta de José María El Tempranillo. La ruta del hambre, de las huelgas de hambre que protagonizaron en Estepa, Marinaleda y Marchena Rafael Escuredo, Juan Manuel Sánchez Gordillo y Paco Casero, respectivamente. Estepa es la ciudad del mantecado a medio año de las Navidades: cuna de Rafael Escuredo, único presidente de la Junta de Andalucía nacido en un pueblo, la cuna del Vivillo. Los demás nacieron en Sevilla, Ceuta, Tánger y Madrid. En Marinaleda vapulea todas las estadísticas de longevidad el alcalde que salió en las municipales de 1979. Unos meses más joven que la Constitución, todavía le quedaban diez años al muro de Berlín y nueve al doping de Ben Johnson.

En la bienal nocturna de Benalmádena actuó Luis Eduardo Aute, el cantautor que siempre ha venido a Sevilla por motivos muy concretos: para estar con su amigo el poeta Carlos Edmundo de Ory, para participar en el concierto solidario con Máximo Moreno. El cartel de La Puebla de Cazalla, junto al cimborrio de su iglesia, tres palabras: Flamenco, Arte y Naturaleza. La bienal de la carretera tiene dos hitos: la peña de los Enamorados de Archidona, cuna de José Luis Ortiz Nuevo, el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla que creó la Bienal y salvó de la piqueta el Hotel Triana; y la laguna de Fuente Piedra, donde se hace la ceremonia de anillar a los miles de flamencos que surcan los aires desde el norte de Europa hasta África con escala en Doñana. La tercera acepción de la palabra además de los naturales de Flandes y los incluidos en el mapa de lo que Fernando Quiñones llamó Rito y Geografía del cante. Hay trianeras de Burguillos como Marifé de Triana que murió en la malagueña Benalmádena, donde el Mediterráneo recibe a un Arroyo de la Miel.

Llega la Velá de Triana y con ella sus cuatro puntos cardinales: Cádiz que la hace sanluqueña en los cantes de José el de la Tomasa incluidos en su libro Alma de Barco; Huelva colombina con la que Triana se hace rociera buscando los laberintos del camino; Córdoba profunda con aires de Góngora, el icono de los poetas del 27 a los que reunió Sánchez Mejías en Sevilla; y Málaga por malagueñas que ha premiado a Antonio Banderas en Marbella. Mar femenino o masculino. Lo decía Alberti: el mar, la mar, ¿por qué me llevaste, padre, a la ciudad?