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Juan Robles

Vendimia de montañeses del Sur

  • Le han hecho propuestas para abrir en el extranjero, pero lo más lejos que llegó fue a Castilleja. Prefiere que los extranjeros pasen por sus ocho establecimientos.

ECHÓ a andar en los últimos meses de la República. Vivió una guerra que no recuerda. "Recuerdo el hambre, los niños que del colegio los llevaban a comer, como está pasando ahora". Juan Robles (Sevilla, 1935) es un empresario capicúa, hijo de Pedro y de Laura, originarios de Villalba del Alcor, padre de Pedro y de Laura, abuelo pentacampeón de cinco nietos, dos de ellos, Juan y Jesús, a sus 18 años, ya curtiéndose como cuarta generación en la Taberna del Alabardero.

En El Colmo, el bar que abrió su padre en la Puerta Osario, paraban los costaleros del muelle. "Mi madre me mandaba a ayudar a mi padre. Yo no he tenido juventud. Con trece o catorce años ya se entraba de aprendiz en una barbería, en un bar. Un niño con 18 años ya era un hombre". Va a rendirle honores al primer establecimiento familiar poniéndole El Colmo al bar que abrirá "en el 14 o el 15" en Argote de Molina, donde abrió La Subasta. Junto a la Catedral se estableció en Flaherty con Don Juan de Alemanes. "La cosa ha bajado mucho y la gente se va fuera. Me han hecho propuestas para abrir en Marruecos, en Portugal y hasta en América, donde antiguamente iban los vinos de Villalba y de Manzanilla. Pero nosotros somos muy de aquí y lo que ganamos lo invertimos aquí".

El hijo del dueño del bar de los costaleros hace su carrera oficial. Saluda a José Rodríguez de la Borbolla, que era presidente de la Junta cuando en la calle Álvarez Quintero vivía Ramón Carande, en cuya casa reside ahora el cabeza visible de la saga. "Le hemos puesto ascensor a la casa". Subimos Sierpes arriba. "Tetuán le ha ganado. Antes era muy incómoda por el tranvía".

Pasa Robles por la puerta del Mercantil. "Recuerdo los tratantes en la puerta, con sus sombreros y sus bastones, cuando Sevilla tenía tanto del campo". Se ven más mendigos que tratantes. Robles iba a Villalba en tiempos de vendimia y lo sigue haciendo ahora, en las fiestas patronales por Santa Águeda.

En la esquina de Sierpes con Rioja, dos hombres con poco pelo se saludan junto al escaparate de la sombrerería Maquedano. Juan Ramírez Corro fue delegado municipal de Deportes y Juventud del Ayuntamiento de Luis Uruñuela. Robles tiene un fichero de miles de sevillanos. "Lo conozco de cuando trabajaba en Peyré". Un don de gentes que lo da tantos años en la Puerta Osario, en la Puerta de la Carne y en la calle Álvarez Quintero. "Estuve viviendo 44 años en lo alto del bar". De Sierpes a Tetuán por Pedro Caravaca. Puerta del Labradores. No es socio de tan ilustres círculos de la sevillanía. "No he tenido tiempo. En los entierros, llegaba a la Catedral y ya estaba el cadáver en la calle".

Hermano de dos mellizas, una de ellas, Manuela, regenta dos locales en la Puerta Osario, Galán y la Galantina. Villalba de Alcor forma con Manzanilla una escuela de montañeses del sur -Laredo del Condado- que hicieron la cruzada del vino en Sevilla. Robles es paisano por oriundo de Modesto, El Cairo, El Espigón, el 3 de Oros. Pronuncia con delectación nombres de las viñas familiares: Los Morantes, La Estación, Las Cobrerizas. Ocho establecimientos. Más de cien empleados. "En el boom de la construcción, nadie quería hostelería, todos los chavales se iban a los albañiles".

Vive en la casa de un premio Príncipe de Asturias -Ramón Carande, 1985- y por sus locales han pasado gentes que ganaron el Nobel de Literatura, el Oscar de Hollywood o la Liga de Campeones. En Álvarez Quintero abrió en 1954, la Sevilla del cardenal Segura, el marqués de Contadero, el Pichichi de Juan Arza y las tardes de Pepe Luis.

Robles Laredo, desembocadura de Sierpes, la calle donde estuvo preso Cervantes, está junto al Ayuntamiento. "En otros países hay una figura municipal que representa al gremio, deberíamos tener algún tipo de presencia. El que viene de fuera primero ve a los taxistas y después a nosotros". No reniega de tabernero, "Lucio lo lleva con orgullo", es testigo de la impresión que la ciudad causa al visitante. "Sevilla es modelo en Andalucía y en España. Hasta en los pueblos de la provincia hay calles peatonales".

El abuelo de Juan y Jesús, que tienen que fregar muchos platos para llegar a la guía Michelín, el abuelo de Inmaculada, de Pedro y de Laura, el tándem que más se repite en la familia, pasea todos los días "media hora por la mañana, media hora por la tarde".

Sierpes y Tetuán. Fortaleza y mercado, que diría don Ramón Carande. En Plaza Nueva se funden la música de La Misión de Morricone con las campanadas de las doce. Salen unos novios por la puerta del Ayuntamiento. "Yo me casé en San Bernardo".

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