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Sevilla

La absurda muerte de Bayron

  • Amigos y familiares del joven de Los Pajaritos fallecido en Cádiz, que deja mujer y dos niños pequeños, coinciden en que él mismo se clavó un arma blanca en el tórax

"Se dio una puñaladita. ¿Qué como? Pues estaría jugando con un cuchillo o con una navaja y se la clavó en el pecho, con tan mala suerte que se murió. Eso es lo que dicen que ha pasado. ¿Que si lo conocía? Sí, claro. Paraba mucho por las canchas, ahí en Madre de Dios. No era mal chaval, pero ya sabe...". Quien deja la frase sin terminar es un vecino de la calle Gaviota, la misma en la que tenía su domicilio Bayron C. O., el joven de 24 años que murió el pasado domingo en Cádiz horas después de clavarse un arma blanca en el pecho durante la fiesta de las barbacoas del Carranza.

La zona, llamada Las canchas, es la plaza del Astrolabio, en el corazón del barrio de Madre de Dios. Se conoce así porque antaño había en ella unas pistas de baloncesto de las que ya no quedan ni las líneas pintadas en el suelo. Decenas de jóvenes vecinos de Madre de Dios y Los Pajaritos pasan el día en esta plaza, sin nada que hacer, en una zona de Sevilla que en los últimos años ha sido especialmente castigada por el desempleo y el tráfico de drogas, unos problemas que afectan sobre todo a los más jóvenes y que se han agravado con la crisis económica actual.

Allí todos conocían a Bayron, pero ninguno quiere hablar. Sólo se quejan, protestan, dicen que nada de lo que ha trascendido es cierto, que incluso han oído en la radio que había sido apuñalado por otra persona y que en ningún caso fue así. "Se lo hizo él, se dio y ya está. Y sólo una puñalada, no varias". No hay más información. Cuando uno quiere seguir indagando se topa con un rostro serio, una mirada desafiante y una invitación a marcharse. "¿Se suicidó?" "No". "Pero, ¿cómo alguien puede clavarse un cuchillo en el pecho y matarse de esa manera tan absurda?". A esa pregunta no hay respuesta. Sólo otro joven señala hacia un portal de la calle Pegaso y dice que allí está su mujer.

Bayron tenía dos niños pequeños, de cuatro años y once meses. En la puerta del bloque su pareja sostiene a una de sus hijas en brazos. La retira y se la entrega a otro familiar cuando el periodista pregunta por la muerte de su padre: "No te puedo decir nada, ni siquiera nos lo han entregado todavía". A la joven le incomoda la presencia de los informadores. No permite que se la fotografíe y se opone incluso a que se tome una imagen de la puerta del bloque de la calle Pegaso en el que Bayron pasaba la mayor parte de su tiempo. "Él no vivía aquí, vivía en Los Pajaritos, aquí vivía su mujer", cuenta otro de los amigos del fallecido.

Todos piden que se deje de especular con la muerte de su amigo, que fue un accidente y no hay que darle más vueltas. "Entiéndeme, se murió en mis brazos, esto es muy duro para todos nosotros y no queremos que se digan cosas que no son", cuenta uno de los jóvenes que pasó la noche del sábado al domingo con Bayron en Cádiz. "Está muy afectado, para él era como un hermano", apunta otro joven que le acompaña.

Pese a su nombre extranjero, Bayron era de nacionalidad española y había residido prácticamente toda su vida en Los Pajaritos, en la calle Gaviota. Era muy conocido y muy querido en el barrio. Su vida se truncó a las tres y veinte de la madrugada del domingo en el Paseo Marítimo de Cádiz, donde se clavó el objeto punzante con el que se causó unas lesiones tan graves que falleció la tarde siguiente en el Hospital Puerta del Mar de la capital gaditana. Bayron fue trasladado a este complejo sanitario por los servicios de emergencia que se encontraban apostados en las inmediaciones del lugar de los hechos para atender las posibles incidencias de una fiesta que congregó a entre 70.000 y 75.000 personas en las playas de la Victoria y la Caleta de la capital gaditana.

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