Alfonso Guerra: "Sólo soy un sevillano más, enamorado de su ciudad, apasionado de Andalucía y profundamente español"
XIII Premio Manuel Clavero | El discurso del ex vicepresidente del Gobierno al recibir el galardón
Sobre el aval del Constitucional a la ley de amnistía: "Para mí, a partir de ese momento, la ley es constitucional; pero tengo la convicción de que no lo es; aún más, pienso que quienes han redactado la sentencia lo creen también"
Alfonso Guerra alerta del riesgo de un Estado confederal en disolución
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Este es el discurso íntegro pronunciado por el ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra en el acto de entrega del XIII premio Manuel Clavero:
"Abrumado, aturdido por vuestra generosidad subo a esta tribuna. Más adelante les expondré mis sensaciones. Permítanme ahora que muestre mi gratitud a todos los que hacen posible que se me otorgue el Premio Manuel Clavero, cuyo nombre va unido al de un gran jurista que dejó honda huella en la sociedad sevillana.
Gracias al jurado que me concede el premio, a su Presidente don Ignacio Martínez, a doña Oliva Luque y a los señores Manuel Clavero Ternero, Luis Miguel Martín Rubio, José Aguilar y José Antonio Carrizosa. Mi gratitud igualmente a las entidades organizadoras: el grupo Joly (Diario de Sevilla) y la Fundación Persán (familia Yoldi).
Mi amistad a Felipe González, que ha aceptado hacer la presentación de quien tantas situaciones ha compartido con él. Felipe ha sido muy generoso en la presentación, pero tambien muy exagerado; es cierto que trabajé mucho en la reconstrucción del Partido Socialista y más tarde en el gobierno pero siempre siguiendo la estrategia y las ideas de él. Gracias Felipe por tus palabras regidas por un sentimiento de amistad que tengo en gran estima.
Por fin déjenme recordar el importante papel que en mi vida ha jugado mi familia: mis padres Julio y Ana, trabajadores desde la infancia que se esforzaron para que yo tuviera estudios, mi esposa Carmen, mis hijos Alfonso y Alma, y mis nietos Inés y Alfonso.
Y gracias a todos ustedes que han tenido la deferencia de acompañarnos esta noche en este maravilloso lugar.
No se puede elegir el tiempo en que vivimos, pero sí se puede elegir la respuesta que damos a ese tiempo que nos ha tocado vivir. En los años setenta del siglo pasado una generación optó por dar una respuesta inédita en nuestra historia: frente a la confrontación, el pacto. Una generación que se sabía destinada a cerrar un capítulo ominoso de la historia de España y que no pensaba en la revancha sino en una España cívica, humana. Y si para ello había que empujar hacia la convivencia y la tolerancia ¡hagámoslo!; esa fue la divisa del momento y del lugar.
No es casual que nuestro más representativo libro sea El Quijote de la Mancha que nos muestra el choque de la realidad con la visión idealista del Ingenioso Hidalgo"
No fue fácil, los españoles, a través de la historia, habían dado muestras de su preferencia por la encrucijada, por los instantes en los que el destino vacila. Ha sido siempre España inconformista con la realidad y soñadora de un ideal. Es la lucha continua de lo real con lo ideal. No es casual que nuestro más representativo libro sea El Quijote de la Mancha que nos muestra el choque de la realidad con la visión idealista del Ingenioso Hidalgo.
España era aún la potencia más importante del mundo y ya hablábamos de decadencia. Un sentimiento de decaimiento se va instalando en la conciencia de los españoles. Existe un Memorial de 1600 firmado por González de Cellórigo en el que advierte de que los tiempos presentes sabemos que son peores que los anteriores. Dirá: “Ha llegado el momento que todos juzgamos de peor condición que los anteriores”.
Quizás era una remembranza de la expresión del poeta Jorge Manrique en el siglo XV:
Cómo a nuestro parecer/ cualquier tiempo pasado / fue mejor.
La palabra decadencia dominará los textos durante dos siglos.
En el siglo XVIII y sobre todo en el XIX y comienzos del XX se alzan obstáculos insalvables en el camino de la modernidad. Se forjan alianzas entre el trono, el altar, el sable y las grandes fortunas agrarias. Se suceden algunos intentos liberalizadores como las Cortes de Cádiz, la Institución Libre de Enseñanza y los regeneracionistas de final del siglo XIX, que no tendrán continuidad. LLegará la depresión del 98, la dictadura de Primo de Rivera, en 1931 la ilusión de un nuevo régimen la II República, el golpe de Estado de 1932, la revolución del 34, el golpe militar, la guerra civil, el exilio y la dictadura del General.
A la muerte del dictador, el destino vacila ¿qué ocurrirá? ¿caerán los españoles de nuevo en una confrontación que les precipite a una tumba de muerte y dolor o encontrarán una vía de entendimiento y consenso?
Hombres y mujeres que tenían profundas diferencias escucharon la voz de la sociedad que clamaba por el acuerdo antes que por la conflagración. Los unos y los otros renunciaron a parte de sus ideas a cambio de encontrar un punto común que les permitiera la convivencia en paz. Ese espacio común fue la redacción de la Constitución de 1978, posiblemente el más importante documento escrito por los demócratas españoles de todos los tiempos.
Hago este exordio para explicar que cuando me otorgais este galardón es a aquella generación a quién premiais, lo personificais en mí porque yo participé, con más voluntad que mérito, pero son muchos los que en este patio de la Montería compartis el premio.
"Están premiando a una generación, la de la Transición"
Por todo ello sostengo que cuando ustedes me señalan con este galardón, en verdad , están premiando a una generación, la de la Transición. Ya había yo saboreado el reconocimiento de los ciudadanos de Sevilla, pues cuantas veces me presenté ante ellos en los procesos electorales, tuve grandes apoyos. Pero este premio esalgo muy diferente, no es un reconocimiento a través de las plataformas políticas, sino desde la condición cívica, desde la sociedad civil de una ciudad culta y responsable.
No siempre fue así, conocí también las agudas críticas de algunos, pero todo evoluciona al compás de que descubrimos la impostura de unos y la nobleza de espíritu de otros. Ya me entienden.
En todo caso, en aquella turbamulta , me consolaba con un principio enunciado por el poeta romántico Percy Shelley: Nadie apedrea un árbol que no esté cargado de frutos.
Como bien sabéis dediqué una parte importante de mi vida a la acción política, entendiendo ésta como el esfuerzo constante por armonizar la realidad con la propia conciencia, y anteponiendo a cualesquiera otras razones un lema de tres voces: la coherencia de mis ideas y mi comportamiento; el respeto inmutable de los compromisos y la palabra dada; y la opción, ante la duda, de favorecer al más débil en la contienda.
En un instante de fulgor descendí, casi por azar, en el vórtice del huracán constituyente, donde, sin armas ni defensa, braceé, con mi amigo y rival político Fernando Abril Martorell, para sacar a la luz un texto que enterrase hostilidad y permitiera el amanecer de la concordia.
En todas las epopeyas en las que, bajo el nombre de historia, se contribuye a forjar el espíritu de una nación, existe una hora en la que el destino vacila en la encrucijada. Ese fue el instante de la transición, empeño de dar vida a una España que había perdido la voz.
Tuvimos después la responsabilidad de levantar un país, con Felipe González como conductor y, a fe mía, que nuestros esfuerzos ayudaron a la transformación de la nación.
Cada generación tiene sus proyectos y sus desconciertos. En nuestra era se ha sustituido el Carpe diem por el instagram; casi no resta tiempo para disfrutar de la vida porque hay que contarsela al mundo. Pero ¿puede interesar al mundo que te estás comiendo un huevo frito? A mí, desde luego, no. El narcisismo de los tiempos fomenta la pasión por el autorretrato, que ahora llamamos selfi. No es fácil reconocerse en este piélago de fatuidad.
En la etapa final de mi vida contemplo un mundo que junto a un proceso de democratización de la vida social incomparable, junto a una tolerancia imprevisible en las relaciones personales, hay oculto un sistema que evoca a otras épocas en la dependencia económica y laboral. La prevalencia de la razón financiera sobre la razón económica, la política y aún sobre la razón moral, está enviando al reino de la injusticia y la indefensión a las jóvenes generaciones, que ante la oscura ausencia de horizonte se precipitan en el hedonismo personal.
España no es una excepción; un ejército de jóvenes bien armado de conocimientos e información sestea en el limbo del desempleo a la espera de que cambien las circunstancias, mientras contempla despavorido cómo una élite cegada por la codicia acumula riquezas, las más de las veces sin ética ni moral.
La tarea de construir un edificio legal que albergase la libertad de todos los españoles, es decir, el haber contribuido, aunque modestamente, a la redacción de la Constitución de 1978 y las largas conversaciones con el filósofo Norberto Bobbio afianzó en mí la creencia de que la democracia no es otra cosa que el respeto de las normas establecidas entre todos y en consecuencia el respeto a las instituciones. Pero ¿qué hacer cuando, en opinión de muchos, las instituciones fallan? Acatar las resoluciones y criticarlas.
Sobre la ley de amnistía y el aval de la corte de garantías
Recientemente un importante tribunal, que tiene como misión preservar que las leyes que dicta el Parlamento se atengan a los preceptos constitucionales, ha emitido una sentencia asegurando que la ley en cuestión no vulnera la ley de leyes. Para mí, a partir de ese momento, la ley es constitucional; pero tengo la convicción de que no lo es; aún más, pienso que quienes han redactado la sentencia lo creen también. Porque todos entendemos que ni siquiera el Parlamento está por encima de la Constitución; que en él radique la representación de la soberanía popular no significa que no esté sometido al mandato constitucional.
No es momento de entrar en un análisis más profundo, pero sí de advertir que estamos en el umbral de una mutación constitucional que comporte la transformación de un Estado único descentralizado en otro confederal en camino de dilución. Cuando se cambia gravemente el sistema fiscal de un Estado, lo que se cambia es el Estado El trabajo de todos nosotros es el de preservar la unidad de España que no es otra cosa que la igualdad de todos los españoles.
Aquí me detengo, aunque la fuerza de mi preocupación me arrastra a seguir, pero este es un acto de celebración cuyo protagonismo corresponde a la sociedad sevillana, que a través de un jurado y por generosidad de las entidades organizadoras señala a una trayectoria más generacional que personal.
Cómo bien saben todos, los grandes movimientos ideológicos del siglo XX, el fascismo y el comunismo, descubrieron pronto su verdadero rostro, era una cáscara sin corazón dentro, pero llena de dolor, sufrimiento y muerte. Pasadas las dos grandes guerras generadas por el nacionalismo causante de setenta millones de muertos, llegó el turno a la socialdemocracia, que propició, con los cristiano-demócratas, un gran pacto capital-trabajo que diese garantía al derecho a los beneficios de las empresas y como contrapartida la institución de salarios justos, atención ante la enfermedad y prestación social al alcanzar la edad de abandonar el trabajo, es decir, lo que llamamos el Estado de Bienestar. Fueron los treinta años dorados, que proporcionaron un proceso de igualdad social hasta entonces desconocido en la historia.
La internacionalización de las operaciones económicas y las nuevas tecnologías han dado un vuelco a la política mundial; el capitalismo ha desplazado el centro de gravedad, de la producción hacia las finanzas; y la socialdemocracia no ha sabido aún dar una respuesta convincente y eficaz; han cambiado el objetivo de la igualdad por la diversidad, aceptando como señas de identidad objetivos que pueden ser nobles pero propios de la democracia, no es un objetivo genuino de los socialistas.
Precisamente cuando más se necesita un gran proyecto socialdemócrata por la evolución hacia posiciones ultra conservadoras de las derechas en muchos países es cuando las izquierdas se entregan a problemas de identidad sea esta territorial, genética o sexual.
Sólo les queda visitar el cementerio de los ideales, el museo de las grandes pasiones transformadoras que movían, no hace tanto tiempo el compromiso político. Esto es lo que explica el ardor por la memoria histórica, es el refugio de un pasado que fue y que parece no volver. Nos lo explica bien Milan Kundera: “El hombre queda separado del pasado por dos fuerzas que se ponen inmediatamente en funcionamiento y cooperan: la fuerza del olvido (que borra) y la fuerza de la memoria (que transforma)”
A pesar de todo quiero dejar un mensaje de esperanza. Tengo más fe en la capacidad de España que impulso al derrotismo, al que tanta afición existe entre nosotros. Tal confianza me empuja a ser crítico con mis propias acciones y con las de los demás, pero no me solazo en la crítica a todo ni adopto un ánimo de destrucción. Frente a los problemas proclamo el enfoque humanista a la búsqueda de justicia y solidaridad.
Bien, pero la política no agota la vida, hablemos de lo que somos, de lo que representamos como seres humanos. Ya conocéis las señas de mi identidad, las claves de mi vida, arrancadas de las raíces profundas de mis maestros. Sabéis “qué tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad” (B.Rusell) tan cerca ahora en Gaza y Ucrania o en los afectados por el mar de fuego en que se ha convertido la Península Ibérica en el verano.
En cuanto al conflicto árabe-israelí el gran periodista Jean Daniel nos recuerda, en su libro sobre Albert Camus, que “Hay momentos en que las poblaciones de todos los bandos aspiran a criar a sus hijos en un lugar que no sea un cementerio. Es necesario aprovechar esos momentos a fin de que nazcan y prosperen proyectos de coexistencia y cooperación para convivir.
Considero un crimen contra la humanidad tanto los bombardeos ciegos a las ciudades del premier israelí como los atentados terroristas de Hamas"
Respecto a lo que ocurre en Gaza considero un crimen contra la humanidad tanto los bombardeos ciegos a las ciudades del premier israelí como los atentados terroristas de Hamas. Sabéis que amo el arte, los libros, la libertad, la justicia y el ser buenos. Con Romain Gary: “Estoy en contra de todos los que creen tener razón de forma absoluta (...) Estoy en contra de todos los sistemas políticos que creen poseer el monopolio de la verdad (...) Estoy en contra de todos los monopolios ideológicos.
Soy consciente de la modestia y sencillez de mi persona. Lo aprendí de Roberson Davies: “Es una de las crueldades de la vida: todos pensamos que somos protagonistas, y cuando se hace evidente que somos simples personajes secundarios o figurantes, raramente lo reconocemos”.
Aprovecho este acto de reconocimiento para decirles que sólo soy un sevillano más, enamorado de su ciudad, apasionado de Andalucía y profundamente español, cada fibra de mi corazón vibra con mi amor por España. Sentimientos que aprendí de los viejos maestros socialistas del pasado.
Hay muchas de nuestras impresiones tan exquisitamente forjadas que parece que siempre han de durar -nada puede añadirles ni arrebatarles su dulzura y su pureza- :el primer aliento de la primavera, el jacinto mojado en el rocío, el suave brillo de la estrella de la tarde, el arco iris después de la tormenta. Mientras sintamos el pleno gozo de todo esto hemos de seguir siendo jóvenes. Sinceridad, amor, amistad, libros son también pruebas contra el cáncer del tiempo y mientras vivamos para ellos no podremos hacernos viejos.
En mi juventud leí una hermosa novela de Ellen Glasgow; en ella un anciano personaje de 83 años aseguraba que aún le quedaba vivir los mejores momentos de su vida. Me pareció un pensamiento absurdo. Pues no era tal, yo puedo dar fe. Cumplía yo 81 cuando llegó a mi vida una persona que habría de dar un vuelco a mi existencia, nació mi nieta Inés, poco más tarde mi nieto Alfonso; con 84 años tuve la gran satisfacción literaria soñada durante los últimos setenta años: dirigir una magna exposición del poeta Antonio Machado y su hermano Manuel, se lo debo a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras; por fin, ahora, con 85 años ustedes me regalan este premio.
Y en esta noche en la que tantos amigos me expresan su afecto, me hacen pensar que hay cosas que la vida te da cuando ya apenas podías esperarlas, y su luz maravillosa, elemental, purísima, te hace feliz de pronto. Gracias por este regalo."
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