Puente Festivo

De la bandurria a la castañuela

  • El 8 de diciembre tiene sus sonidos propios. Empiezan con las tunas, continúan con los gozos y laudes del Sol y concluyen con los seises.

Suenan ecos de castañuelas en la Catedral para este día con espejismos de nieve en la Plaza de San Francisco. El que fuera enclave para celebrar autos de fe es este ocho de diciembre un mini parque de atracciones con tiovivo, circuito de hielo y abetos repletos de una sustancia de difícil precisión que simula la nieve inexistente en estas tierras. La fiesta de la Inmaculada tiene sus sonidos propios. Tunas y seises para la jornada cubierta por el celeste que apenas ven los cielos en una mañana donde el sol no acaba de despertar. Turistas y sevillanos. Foráneos y autóctonos ponen la guinda a un puente que ha colmatado el casco antiguo hasta convertir en quimera el tránsito por sus calles. Ahora sólo queda por delante -nada más y nada menos- que un mes de Navidad. Y diez días de campaña.

Dos banderas celestes y blancas pregonan a los cuatro vientos que es jornada más que festiva en el calendario sevillano. Una lo hace en lo alto de la Giralda. La otra, encima del Ayuntamiento. El gobierno de Espadas recupera esta tradición perdida con Zoido. A partir de ahora se pondrán, por decisión socialista, todas las enseñas: la de los homosexuales, la del pueblo gitano y la de la Inmaculada, que para ello esta ciudad lleva el título de mariana.

Al pie del monumento de José Espiau y Lorenzo Collaut Valera hay una docena de centros de flores. Una turista que anda estos días por la ciudad hispalense los fotografía con bastante curiosidad mientras lee los nombres de los defensores del dogma concepcionista. A esta visitante de acento catalán lo de la defensa inmaculista hasta derramar la última gota de sangre le suena a leyenda heroica con más síntomas de ficción que de historia. "¿Y quién era ese tal Miguel del Cid?", pregunta esta mujer mientras se dirige a la cola que hay en la Puerta de los Palos para acceder a la Catedral. Su cicerone sevillano le ha aconsejado que acuda a presenciar el baile de los seises, vestidos para la ocasión de celeste y blanco, los colores propios de la fecha.

Es una de las colas del día, formada por turistas con cámara de foto en mano y por sevillanos fieles a esta tradición que escapa de las nuevas modas de luces y adornos navideños anticipados. La media de edad supera con creces la cincuentena. Sólo grupos reducidos de jóvenes y algún que otro niño acompañado de sus padres suponen la excepción del público mayoritario que llena unas naves catedralicias por donde a veces se cuela un viento poco apetecible. Quien no consiga un banco entre el altar mayor y el coro tiene complicada la visión de este danza cortesana. El canónigo y delegado ejecutivo del Cabildo Catedral, Francisco Ortiz, revestido con rica casulla celeste, contempla la escena desde su privilegiada sede. En los laterales hay riña entre los espectadores. Los últimos en llegar se han colocado delante sin respetar el tiempo de espera de los de atrás. Ha de acudir personal de seguridad para apaciguar los ánimos. La tensión no se relaja ni con la voz virginal de la escolanía. "Señora, que llevamos mucho tiempo esperando para que se ponga usted delante sin educación ninguna", grita un caballero en mitad de los cánticos de alabanza a la Inmaculada Concepción.

La intervención de los guardas de seguridad y azafatas apenas soluciona la situación. Mientras, los diez niños llamados seises siguen danzando ante el Santísimo. Lo harán hasta el día 15, a las 17:30. Seguro que las próximas jornadas episodios como éstos serán menos comunes.

No sólo hay colas el 8 de diciembre en la Catedral. También las hay en muchas iglesias donde se celebran besamanos. Una especie de deporte sacro que consiste en recorrer templos para darle a la pestaña y a la lengua afilada con intención de no dejar escapar ningún detalle que se le haya pasado por alto al prioste de turno. Algunos capillitas, procedentes de otras localidades andaluzas y más allá de Despeñaperros, traen ya elaborada una guía para ir de capilla en capilla en este consumo (que no disfrute) del arte efímero cofradiero.

Y aquí, como en botica, hay de todo. Y para todos los gustos. Desde la ornamentación superlativa del besamano de la Virgen del Rocío (con baldaquino cordobés) a la elegante sencillez de la Virgen del Socorro, a los pies del imponente Cristo del Amor. La Pura y Limpia del Postigo y la Virgen de la Concepción (del Silencio) se quedan para sí otros de los sonidos del día. Los gozos y laudes de la banda del Sol anunciando a los cuatro vientos lo que antes que Roma, Sevilla proclamó.

Así lo cantaba el rockero Silvio. Así lo entonan las voces en esta mañana de coplas de Miguel Cid. Aunque para sonidos los que llenaron la Plaza Nueva y su entorno con motivo del congreso de bandas que, por momentos, daba la sensación de estar asistiendo a una entrañable pasarela de soldaditos de plomo. Típica estampa -sin la cual no se concibe ya un concierto de estas características- del músico con su novia, su bocata y su acicalado uniforme tras soplar con fuerza la corneta.

Sin soplar, pero sí con mucho trabajo, se han cubierto de nieve los abetos plantados los últimos días en la Plaza de San Francisco. En una ciudad a más de 20 grados en diciembre, han teñido de blanco siberiano su plaza principal para regocijo de los más pequeños y sufrimiento de los padres que se las ven y desean para que el niño no se caiga por el pasillo de hielo. Cinco euros cuesta disfrutar de la atracción con la que Espadas quiere hacer olvidar a los sevillanos el mapping que proyectaba Zoido en la fachada plateresca y consistorial. Bien por novelería, bien porque la economía doméstica se recupera, estos días hay colas para disfrutar del hielo, como también hay que esperar para subirse al carrusel francés de esta plaza, que por tres euros te hace girar y girar sin llegar a ningún sitio, como ocurre en esta ciudad con determinados asuntos. Ante tal desidia, mejor quedarse con los versos del mítico rockero a la Pura Concepción: "Porque sólo con tu gracia la vida se puede soportar".

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