De Carlos V a Paquita la del Barrio

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Sevilla prepara otro quinto centenario: el de la boda del emperador con su prima

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De Carlos V a Paquita la del Barrio

19 de febrero 2025 - 03:08

Un partido de fútbol y el obituario de una artista muy relevante te trasladan a dos momentos del pasado que la memoria activa siempre en presente. Hemos hablado tanto de algunos hechos que es como si los hubiéramos vivido; hemos silenciado tanto otros que es como si nunca hubiéramos estado allí. El partido de fútbol se juega mañana, el Betis-Gante de la Conference en el Benito Villamarín; la muerte es la de la cantante mexicana Paquita la del Barrio, que fue uno de los mejores descubrimientos de la Expo 92.

Sevilla prepara otro quinto centenario: el de la boda del emperador con su prima

El Betis-Gante parece un homenaje a Carlos V. Ya lo pensé en el partido de ida en la ciudad donde nació el rey hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, nieto de los Reyes Católicos, el 24 de febrero de 1500, recibiendo a un conjunto de la ciudad donde se casó el 10 de marzo de 1526. El año que viene se conmemora el quinto centenario del enlace matrimonial con su prima, Isabel de Portugal.

Llevamos varios años recordando al rey que nació en Gante y se casó en Sevilla porque entre 2019 y 2022, coincidiendo con los años de la pandemia, se conmemoró el quinto centenario de la primera vuelta al mundo. La primera globalización, como llamó a la expedición Magallanes-Elcano el historiador Carlos Martínez Shaw en el excelente número de la revista Andalucía en la Historia. Cuando salen de Sevilla primero y Sanlúcar de Barrameda después, Carlos V es un joven monarca de 19 años (tenía 18 cuando apadrina el proyecto desde Valladolid) y cuando regresan para rezarle a la Virgen de la Antigua, ya sin Magallanes y sin cuatro de las cinco naves, es un emperador de 22 años coronado en Aquisgrán. Pero en ambos casos, el rey y el emperador era un gobernante soltero que en Sevilla se despidió de su soltería.

469 años después y también en el mes de marzo, 18 de marzo de 1995, en el mismo escenario del Alcázar, volvió a celebrarse un convite nupcial de la Familia Real, el de la infanta Elena con Jaime de Marichalar, de quien tras la disolución del matrimonio fue retirada su réplica del Museo de Cera. La bética de la familia era la abuela de la novia, María de las Mercedes de Borbón y Orleans (1910-2000). Bética y currista. Su hijo Juan Carlos le entregó al Betis la primera Copa del Rey el 25 de junio de 1977, un día después de la onomástica del Monarca con la famosa foto de Adolfo Suárez dándole fuego a Felipe González, cuando en todos los trabajos se fumaba. Su nieto Felipe VI, que respira colchonero con almohadones de Sabina, lleva varios años viniendo a Sevilla para entregar el trofeo en el estadio de la Cartuja.

La Conference de este año debería llamarse trofeo Carlos V. El rey que patrocinó una expedición encabezada por un portugués despechado, Fernando de Magallanes, que llegó a vivir en el Alcázar y se casó con la hija del alcaide. En su libro Puentes de Europa, Antonio Cascales evoca una época en la que convivieron tres reyes jovencísimos: Carlos I, su primo Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra. Cuando Europa era un continente lleno de contenido y Tenochtitlán era la Nueva York de América.

18 de septiembre de 1992. Medio centenar de personas se habían dado cita en una casa de Sanlúcar de Barrameda para celebrar el cumpleaños de Rocío Jurado. 48 primaveras. Todos los que allí estuvimos nos perdimos la actuación que ese mismo día tenía en la Expo 92 Paquita la del Barrio, tan salvaje en sus letras como los detectives de Roberto Bolaño o los personajes de la novela Noticias del Imperio de Fernando del Paso, el mexicano que vino a España a recoger el premio Cervantes con una bandera de España en la solapa.

Rocío Jurado no era de pasar lista, pero ese día echó en falta a su amigo Jesús Quintero. Una ausencia justificada. El día del cumpleaños de la chipionera nacía Andrea Quintero, una de las dos hijas del periodista de San Juan del Puerto. El mismo que recogió como emotivo testamento la última entrevista con Rocío Jurado, la artista irrepetible que nació el año del desembarco de Normandía, una gesta que en el panorama actual se vería como una entelequia.

Juan Valdés, que ahora prepara un merecido homenaje a la bailaora de Triana Pepa Montes, fue uno de los invitados a esa cena de cumpleaños a la que acudí en compañía del fotógrafo amigo José Antonio de Lamadrid. El pintor y la cantante coincidieron en el reparto de La Lola se va a los puertos, la película de Josefina Molina basada en la obra teatral de los hermanos Antonio y Manuel Machado. Juan Valdés encarnaba en la película al notario Blas Infante y Rocío Jurado canta el himno de Andalucía en una de las versiones más electrizantes que se han hecho del Andaluces levantaos.

Eran mesas octogonales. Nos colocamos en la de la canalla. A nuestro lado, todavía sin comensales, había otra mesa donde habían puesto en el centro las palabras Luces de bohemia. Alguien pensaría en alguna sorpresa relacionada con la obra teatral de Valle-Inclán, el dramaturgo gallego amigo de Juan Belmonte. Pero era el nombre de un grupo de sevillanas. Como si se llamaran La casa de Bernarda Alba o La venganza de don Mendo. Rocío Jurado y Paquita la del Barrio eran prácticamente de la misma generación. El océano Atlántico era para ambas un arroyo. Puentes de América, parafraseando el título del maravilloso libro de Antonio Cascales con prólogo de Alfonso Guerra. La más mexicana era Rocío Dúrcal, que prácticamente se empadronó y amadrinó en el país que fue en tiempos Nueva España. La patria de tantos exiliados españoles a los que recibió con los brazos abiertos el presidente Lázaro Cárdenas que viajaban en el barco Sinaia que salió del puerto francés de Sête para llegar a Veracruz. La ciudad que consagró como estrella de Hollywood a la manchega Sara Montiel.

Carlos V jugará la primera parte con el Gante y la segunda con el Betis. Su Escorial, a diferencia del de su hijo Felipe II, fue un palacio de mares de coral e islas llenas de especias. Sevilla, que ya ha atravesado los quintos centenarios del descubrimiento de América (génesis de la Expo 92, capicúa de la Exposición Iberoamericana de 1929) y de la primera vuelta al mundo (incluido el pestiño de la Fura dels Baus bajo el Puente de Triana), se prepara para celebrar el de la boda del rey que llegó a España sin saber una palabra de español para casarse con su prima Isabel de Portugal, con la que surgió el hechizo inmediato en cuanto se conocieron en Sevilla. Se casó con una portuguesa y su hijo también, lo que le convirtió en rey de Portugal. La prórroga del Betis-Gante se disputó en el monasterio extremeño de Yuste. Una metáfora de la tierra de conquistadores de unos reyes que alentaron la exploración de unos mundos ignotos que nunca conocieron. Se los dejaron a los virreyes que tanto y tan bien estudió el americanista Luis Navarro García.

De Carlos V a Paquita la del Barrio. Como los honores deshonoran (lo dijo Alejo Carpentier), el Betis el año de la Expo estaba en Segunda División. En una de sus muchas travesías del desierto. En la temporada 94-95, la de la boda de la infanta Elena en la Catedral, había vuelto a Primera. Fue la primera de las dos bodas reales filmadas por Pilar Miró. Una en Sevilla, otra en Barcelona. Las ciudades del 92, una con la Expo, la otra con los Juegos Olímpicos. El varón, Felipe VI, se casó en Madrid en 2004. El año de los Juegos Olímpicos de Atenas.

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