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Desconfinamiento

Coronavirus Sevilla. Los niños vuelven a tomar las calles de la ciudad

  • Las salidas de los menores sólo provocaron aglomeraciones en zonas muy concretas

  • Los agentes vigilaron las vías y parques más proclives a la concentración de familias

Un agente saluda a un niño vestido con el uniforme policial tras regalarle una mascarilla.

Un agente saluda a un niño vestido con el uniforme policial tras regalarle una mascarilla. / Juan Carlos Vázquez

Carmen es vecina desde hace muchos años de Hércules y Julio César, las figuras pétreas que coronan las famosas columnas de la Alameda. En su largo bagaje regentando el quiosco de prensa ubicado en la confluencia con Amor de Dios no recuerda haber pasado unos días "tan tristes". Tampoco le alcanza la memoria para tener presente una noche "con tantos nervios". "Parecía que habían vuelto los Reyes Magos", asegura esta sevillana mientras atiende el pedido de una madre. "Por la mañana han venido los clientes habituales a comprar la prensa, pero me faltaban mis niños, los de todas las tardes. Los he echado mucho de menos", abunda la quiosquera. 

Ésta ha sido una mañana de reencuentros con los más pequeños, de dar salida a las golosinas que han vivido también su peculiar cuarentena. El menor que ahora atiende tiene cuatro años. Va en bicicleta y lleva colocada una mascarilla con dibujos infantiles. "Lo ha sobrellevado bien", afirma la joven madre, que no le quita un ojo a su hijo mientras se despega de ella por unos instantes.

La Alameda empieza a llenarse de padres, madres e hijos desde las once de la mañana. El día ha amanecido sin sol y con un cielo gris que invita poco a salir a la calle. Pero ahora lo que menos importa son las condiciones meteorológicas. Hay ganas de abandonar el hogar, convertido en refugio durante la pandemia del coronavirus. Algunas familias han seguido los consejos facilitados por los psicólogos estos días para afrontar la primera ruptura del confinamiento. "Les hemos explicado las normas, qué se debe hacer y qué no", detallan unos padres que transitan por una calle Amor de Dios huérfana de tráfico. Tienen tres hijos, cada uno en bicicleta. 

Un menor jugando con su padre a la pelota. Un menor jugando con su padre a la pelota.

Un menor jugando con su padre a la pelota. / Juan Carlos Vázquez

Las bicis y los patinetes se han convertido en elementos imprescindibles de este último domingo de abril. Algunos padres no le van a la zaga a los pequeños cuando cogen velocidad. "Señora, no se preocupe, puede ir más distanciada, sólo debe avisarle de que no se acerque a nadie", advierte un policía a una madre que está pasando lo suyo por alcanzar a su hijo. Los agentes vigilan que las familias no se aglomeren. Hoy se han distribuido por las zonas que son más susceptibles de "altas concentraciones": vías peatonales y parques. 

A cada instante reciben información de otros puntos de la ciudad. "En el Parque de los Descubrimientos, al parecer, hay bastante gente mayor y muy pocos niños", avisa un superior a través del sistema de comunicación interna. Al instante, otro dato: "En la Avenida Miraflores también hay demasiada concentración de personas". "Aquí, como abras un poco la mano, la gente te coge el brazo entero", refiere uno de los agentes, quien, no obstante, reconoce el buen comportamiento que, en general, han mostrado los sevillanos durante el estado de alarma. "Me ha sorprendido bastante y para bien", asevera. 

Un niño montado en bicicleta por la Alameda. Un niño montado en bicicleta por la Alameda.

Un niño montado en bicicleta por la Alameda. / Juan Carlos Vázquez

Siguen las bicicletas y los patinetes, de todo tipo y tamaño. Son muy pocos los críos que vienen andando. Uno de los escasos ejemplos lo protagoniza Marcos, que, acompañado de su madre, está vestido con el uniforme de policía. Es tan grata la sorpresa que se llevan los agentes que deciden regalarle una mascarilla, material que andan repartiendo los efectivos de Protección Civil. 

En la Alameda hay vecinos que sacan a pasear a los hijos, otros que lo hacen con los perros y quienes salen a hacer la compra del día. Largas colas en los supermercados de apertura perenne. "Aquí hay un chino que vende de todo y se está poniendo las botas", refiere uno de esos paseantes que luce el chándal de los domingos, convertido en la indumentaria del confinamiento. 

Una madre con su hijo tras comprar en un quiosco. Una madre con su hijo tras comprar en un quiosco.

Una madre con su hijo tras comprar en un quiosco. / Juan Carlos Vázquez

En esta zona de la ciudad, por su extensión, no llegan a producirse las imágenes de aglomeraciones que sí ofrecen otros enclaves, como la calle Asunción, donde se percibe más cantidad de gente, según atestiguan las fotos que circulan por las redes sociales. Una vía, por cierto, que a estas horas y en esta jornada ya se habría convertido en un trasiego continuo de volantes, lunares y corbatas hacia un destino confinado por farolillos, lonas y albero. Ahora la ocupan las bicicletas, los patinetes y alguna que otra pelota de fútbol. 

Otro sevillano, como Felipe, traza un trayecto que dura menos de una hora para la primera salida con su hijo Alberto, de tres años, quien va montado también en bicicleta. Esta familia vive en Nervión. Al discurrir por la calle Sinaí la primera imagen con la que se encuentran es con la de un grupo de personas preguntando en conocido bar de la zona por los caracoles a domicilio. Es temporada alta del molusco. Desde allí se dirigen al parque de La Buhaira, justo a un kilómetro de casa. "Todo el mundo guarda las distancias y se ve a bastante gente con mascarillas y guantes, incluso los niños más pequeños", incide Felipe, quien tiene que advertirle varias veces al pequeño de que no toque ni se revuelque por la arena. El premio por el sacrificio da de lleno en el paladar: un helado de chocolate. 

Una madre pasea a su bebé en un carrito por las 'setas' de la Encarnación. Una madre pasea a su bebé en un carrito por las 'setas' de la Encarnación.

Una madre pasea a su bebé en un carrito por las 'setas' de la Encarnación. / Juan Carlos Vázquez

De allí se pasan a Nervión Plaza. Al llegar a Eduardo Dato, el tránsito por el carril bicil ya resulta más incómodo. Hay que salirse varias veces porque vienen niños más grandes con bicis de tamaño considerable. La imagen de esta zona sí se asemeja más a la un domingo sin estado de alarma. Sólo faltan los feligreses que acuden a misa al Porta Coeli y los otros parroquianos, los de los bares ahora cerrados.

Cuando el reloj marca la una, a Alberto le entra hambre. Es la alerta para regresar a casa, casi una hora después. De nuevo en el hogar, este sevillano tiene la sensación de haber vivido "un día de Reyes". "Todos los niños con bicicletas, patinetes y cochecitos. Eso sí, al menos en esta zona, la gente está siendo muy comprometida y respeta las normas", destaca. Epifanía de abril para una pandemia. 

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