Debate en Sevilla sobre la era de los datos: ¿quién teme al algoritmo feroz?

La Escuela de Ingeniería acoge una mesa redonda en la que representantes de Google, Endesa y Juniper debaten sobre la era de los datos

El director de Políticas Públicas y Relaciones Institucionales de Google España y Portugal, Miguel Escassi (a la derecha), junto a María Caraballo (Juniper) y Rafael Sánchez (Endesa), en la Escuela de Ingeniería.
El director de Políticas Públicas y Relaciones Institucionales de Google España y Portugal, Miguel Escassi (a la derecha), junto a María Caraballo (Juniper) y Rafael Sánchez (Endesa), en la Escuela de Ingeniería. / Antonio Pizarro

Hay un mundo nuevo. Es la era de los datos y del algoritmo. La revolución que vive el siglo XXI, afirman quienes entienden del paño, es comparable a la del siglo que vivió la imprenta o a la que cobijó la revolución industrial. Internet y las tecnologías de la información han irrumpido acompañadas de una diseminación de los datos de los usuarios -administraciones, organizaciones, empresas y personas- que alguien o algo tenía que acumular, utilizar y rentabilizar. Datos, datos, datos, así entonado como si fuera aquel Money, money, money de Liza Minelli.

Y en medio de esta espiral de la revolución cibernética surge la Inteligencia Artificial. Apenas tiene dos años y es ya un gigante. La empresa Google, hablando de gigantes, está en condiciones de calzarse las botas de las siete leguas. “La Inteligencia Artificial tiene que llegar a todos los ciudadanos y a todas las empresas”, sostiene Miguel Escassi, director de Políticas Públicas y Relaciones Institucionales de Google España y Portugal. “Si la usan los malos”, viene a avisar Escassi aludiendo al ámbito de la ciberseguridad, “también tenemos que usarla los buenos”.

Escassi ha sido uno de los ponentes del Congreso Internacional sobre Ingeniería Industrial centrado en la ciencia de los datos y la sostenibilidad. La Escuela Técnica de Ingeniería de la Universidad de Sevilla ha acogido la decimoséptima edición de un encuentro cuya segunda y última jornada ha contado con una mesa redonda que ha debatido sobre la era de los datos desde el punto de vista de la tecnología, las infraestructuras y la energía. Acompañando en el debate a Escassi han estado María Caraballo, directiva en Juniper, y Rafael Sánchez, director general de Endesa Andalucía, Extremadura, Ceuta y Melilla. Entre los tres han explicado de qué va esto de los datos y de los algoritmos en el mundo real, contante y sonante.

La Inteligencia Artificial está en los “albores”, puntualiza Escassi como portavoz de Google en la mesa redonda. La empresa estadounidense es uno de los actores protagonistas de una película en proceso y con un final imprevisible. Nadie sabe quién se comerá las perdices. Los usos son ya múltiples y se prevén elevados a un régimen exponencial, a una dimensión algorítmica. Los tratamientos clínicos, el cambio climático y la mencionada ciberseguridad son campos en los que constan aplicaciones. Lo venidero es inimaginable. Recuerda Escassi que la multinacional Google tiene como principios la utilidad y la responsabilidad. La responsabilidad conlleva el orden, un orden, una regulación. Y en ésas están los gobiernos del mundo, atentos ante una realidad que escapa de su control.

El algoritmo va más allá de los gobiernos. Son empresas estadounidenses y chinas las que manejan el timón. Europa, por sus valores, no lidera la revolución del algoritmo sino que acaba reteniéndola. “Es la ética, estúpidos”, que podría haber dicho un Bill Clinton en estas latitudes. Los valores europeos son los de la regulación. Viene a decir Escassi, como opinan muchos actores, que la Unión Europea debe ser más que una potencia reguladora mundial. Es hora de ponerse al día con la Inteligencia Artificial: hay que invertir, innovar y apostar por las infraestructuras. Y la regulación, como sostiene Google, no sólo ha de ser sino que ha de ser “buena”, homogénea, que no provoque brechas entre los países. ¿Porque... quién teme al algoritmo feroz?

El congreso está teniendo lugar en la Escuela de Ingeniería, en la isla de la Cartuja, sueño de un futuro para las nuevas tecnologías en la Exposición de 1992 que no lo fue tanto. Entrado el mes de julio, aún quedan estudiantes pululando en un edificio que dosifica el aire acondicionado. Es la eficiencia, estúpidos. En el salón de grados, donde se celebra la mesa redonda, el frescor resulta piadoso. Mareva Alemany, presidenta de Adingor, la asociación sobre Ingeniería de la Edificación que coorganiza el congreso, se detiene a disertar sobre el taylorismo y este nuevo mundo repleto de datos y controlados por el algoritmo. Los robots se basan en datos, en cantidades; el ser humano tiene la capacidad de discernir calidades. El gran reemplazo laboral es inconcebible, al menos por ahora. “No todo es proclive a ser convertido en patrón”, defiende Alemany. Del patrón oro al patrón algorítmico. No todo está perdido. Siempre se necesitarán personas que les saquen el brillo a las máquinas.

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