Sevilla

"Es muy difícil que en un segundo se pueda inyectar una sustancia y que la víctima no reaccione"

  • El catedrático de Medicina Forense y portavoz de la Junta en este asunto, José Antonio Lorente, advierte de un "perverso efecto imitación" en los pinchazos e insta a denunciar porque es un delito

Personal sanitario con varias jeringuillas en la mano.

Personal sanitario con varias jeringuillas en la mano. / EFE

Aún hay más incógnitas que certezas sobre los pinchazos a mujeres en locales de ocio nocturno que se han acumulado en los últimos días. Mientras las denuncias por esta práctica, que tiene precedentes en otros países, se disparan en buena parte de España, provocando la alarma social por sumisión química, los expertos hablan de "concepto equivocado" ya que, por el momento, no está vinculado a delitos sexuales. Hasta la última actualización de datos, en Andalucía, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) estudia 16 posibles casos de pinchazos para sumisión química, ninguno en Sevilla, repartidos por las provincias Almería, Cádiz, Huelva, Málaga y Córdoba. En cualquier caso, un fenómeno en sí, y en su forma de abordarlo, que está alimentando el relato del miedo y la sensación de inseguridad con los que las mujeres han sido socializadas desde niñas.

Palabras como "alarma", "psicosis", "ola" o "temor" se han instalado estos días en los titulares que abordan la situación. Ante este panorama, José Antonio Lorente, catedrático de Medicina Forense de la Universidad de Granada y portavoz del SAS para el estudio de los casos de sumisión química en la comunidad, pone un punto de "cordura" a todo lo que se está viviendo en los últimos días. "Una cosa es pinchar y otra es inyectar la sustancia con un pinchazo tan corto. Primero porque ese proceso llama inmediatamente la atención de la víctima porque le molesta y luego porque al inyectar un líquido produce un dolor considerable porque aumenta la presión en la zona donde se está inyectando que suele ser una masa muscular y eso duele y no es un simple pinchazo", argumenta.

Lorente explica que la sumisión química es un método de "intoxicación criminal" con el objetivo de conseguir que la persona "pierda su capacidad de reacción y conciencia" con un "objetivo criminal", que se usa con fines delictivos del tipo agresión sexual, pero también para efectuar un secuestro, el traslado de personas en la trata de blancas, en caso de robos o firma de documento que en plena lucidez no se firmarían, entre otros. "Es decir, para controlar a una persona a través de su consumo de productos farmacológicos u otro tipo de drogas", apostilla.

Para el catedrático de Medicina Forense, es "muy difícil" que, en las circunstancias que se están denunciando los pinchazos a mujeres en discotecas y zonas de ocio nocturno, se esté realmente inyectando a las mismas algún tipo de droga. Según su opinión, y a la vista de los primeros resultados negativos a la presencia de sustancias químicas en estas jóvenes que han recibido un pinchazo, Lorente apunta que "lo más probable" es que se trate de una "práctica perversa por imitación" con numerosos casos en el resto de España en las últimas semanas. "Una cosa es pinchar con cualquier tipo de instrumento punzante, bien sea una aguja de tipo jeringuilla o de las de coser o bien un alfiler, que eso es relativamente y tristemente fácil, aunque no deja de ser una actuación de tipo criminal, de hecho es un delito de lesiones, y otra cosa muy diferente es pinchar y, además, inyectar un líquido que es como se produce la sumisión líquida. Es decir, cómo método para conseguir el efecto que supuestamente se persigue en discotecas es muy poco efectivo desde el punto de vista criminal. Pinchar a una persona, inyectarle algo y esperar que ésta no reaccione huyendo o quejándose por el dolor es una cosa muy difícil que se pueda dar. Pero es verdad que no imposible", argumenta y alerta de otros peligros. "¿Qué se está inyectando?, ¿Cuál es la pureza?, ¿Cuál es la calidad?, ¿Se está inyectando la dosis adecuada en cada víctima?", se pregunta el especialista .

De cualquier manera, Lorente insiste en la gravedad de los hechos ya que, independientemente de que se inyecte o no una sustancia, pinchar a alguien es ya un delito de lesiones tipificado en el Código Penal con penas que pueden ser de 6 meses a 3 años de cárcel. "No se trata de una broma, es un pinchazo macabro y es un delito de lesiones castigado con penas de prisión", advierte el médico forense a este periódico.

El llamamiento que hace este responsable del SAS es que "siempre que haya certeza absoluta de que se haya sentido un pinchazo se acuda inmediatamente a un centro sanitario, se sienta malestar o no". En estos casos el médico inicia el protocolo existente con una doble vertiente: de un lado la clínico médica y de otro de control del paciente.

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