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Una Cabalgata en continua evolución

Cabalgata Reyes

Cabalgata Reyes / José Angel García (Sevilla)

Más allá de polémicas más o menos pasadas de madre, la Cabalgata del Ateneo es de las pocas fiestas de Sevilla que unen a todos los ciudadanos. Por eso desde la Docta Casa cada año se aprende del cortejo anterior y el de 2024 no ha estado exento de enseñanzas. En los 107 años de historia del paseo de los Reyes Magos y su corte por Sevilla la tarde del 5 de enero ha habido una continua evolución porque cada tiempo tiene sus características.

El director de la Cabalgata, Manuel Sainz, explica que en las charlas informativas que se tienen con beduinos, magos y personajes de las carrozas, "añadiremos a las que ya tenemos otras nuevas". Al final, la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla ya ha demostrado en otras ocasiones tener una alta capacidad de adaptación sin perder su esencia, su sevillanía.

"Cuando hay algún tipo de incidencia la arreglamos para la siguiente edición. Si vemos que los caramelos duros pueden ser un problema, los cambiamos por blandos o si los juguetes pueden hacer daño al caer y es mejor cambiarlos por pelotas blandas del tipo antiestrés", comenta Sainz a modo de ejemplo. Como muestra, el cambio realizado hace años cuando se recomendó a las bandas de música que participaran con su uniforme y no disfrazados.

Y es que, como ocurre en todo lo que perdura, la Cabalgata de Reyes Magos es algo muy serio donde cada detalle está medido. "Por eso hay numerosas normas. A los beduinos, por ejemplo, les contamos en las reuniones que no lleven anillos brillantes, ni gafas de bromas, que tengan en cuenta que son los que están más cerca de los niños y que deben de tener en cuenta que van a tratar con menores que están esperando ver a los Reyes Magos. El año que viene seguramente añadiremos que no es recomendable lanzar entradas o vales por comida, por ejemplo. Vamos aprendiendo año a año y mejorando en cada nueva edición porque los problemas que surgen también son nuevos", aclara.

Claro que hace 107 años no existían las redes sociales. Ahora sí, y la Cabalgata de Reyes de Sevilla no se ha librado de esa gran plaza pública que es X. Todo es criticable y cada uno tiene su opinión –con más o menos fundamento– y la puede expresar. Que el atuendo del rey Baltasar haya llegado hasta el Senado y se haya convertido en trending topic es buena muestra de esta situación.

Manolo Saiz recuerda que el vestuario es realizado por las modistas y costureras de la Cabalgata, y si lo realiza un profesional ajeno siempre es con la supervisión del diseñador.

Lo que está claro y parece que no se ha entendido muy bien fuera de Sevilla es que las personas que la tarde del 5 de enero representan a los Reyes Magos o los personajes suelen llevar algún detalle que tiene que ver con su personalidad. Un guiño que casi siempre pasa desapercibido y que esta vez, en el caso del rey Baltasar, ha sido muy criticado. Si se leen sólo los titulares y los tuits sin ver las imágenes, parece que Baltasar iba vestido de torero cuando en realidad llevaba alamares y bordados en la túnica que recordaban al traje de luces. Es cierto que para gustos, colores, pero más allá de la cuestión del estilismo Baltasar llevaba túnica, capa y turbante como en otras ediciones.

Si al estilo torero se une que Baltasar dio algunos lances con el capote, estaba claro que iba a ser diana de comentarios antitaurinos, como al final ocurrió. A esto se suma también la tendencia en los últimos años de denunciar el blackface. Es decir, cuando personas blancas se pintan el rostro de negro para representar a un personaje de color. Tradicionalmente Baltasar es el rey negro porque a partir del siglo XIV los tres magos sirvieron para representar la diversidad de los pueblos llamados a la fe: Melchor a Europa (un anciano de raza blanca), Gaspar a Asia (adulto de rasgos orientales) y Baltasar a África (joven y negro).

Hasta este año, este tema había pasado de puntillas en la Cabalgata del Ateneo, aunque no en la de otros puntos de España, sobre todo donde se contrata a las personas para que representen a los magos. Hay que tener en cuenta que en Sevilla, ser Melchor, Gaspar o Baltasar es un reconocimiento para quien lo encarna. Una serie de polémicas que no han calado demasiado en el público al que va dirigido la Cabalgata, que no hay que olvidar que son los niños. Ellos no han visto a Baltasar como un torero ni como un señor con el rostro pintado de negro, sino como al rey mago que les ha lanzado caramelos mientras que le pedían regalos.

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