El escaso calado del río, un problema desde el XVIII

La necesidad de profundizar en el estuario del Guadalquivir no es nueva, en 1721 se hizo ya una prueba con un navío de 800 toneladas

El escaso calado del río, un problema desde el XVIII
El escaso calado del río, un problema desde el XVIII
Diego J. Geniz

04 de agosto 2013 - 05:03

La necesidad de profundizar en el lecho del Guadalquivir no es nueva. El escaso calado del río ha constituido un problema histórico para una de las ciudades fluviales más importantes del mundo. La historia constata que el dragado ha sido siempre necesario para aumentar la actividad portuaria y que la imposibilidad de que entraran grandes embarcaciones hasta la capital andaluza hizo que ésta perdiera su hegemonía en el tráfico con las Indias a favor de Cádiz en el siglo XVIII.

Fue precisamente en el primer tercio de dicha centuria cuando se realizó la primera prueba para averiguar si el antiguo Betis tenía suficiente calado para grandes embarcaciones. Julio Domínguez Arjona, en su web La Sevilla que no vemos, se refería en septiembre de 2011 a esta comprobación al glosar la historia del almirante Manuel López Pintado, quien realizó como maestre de la plata innumerables viajes a las Indias escoltando grandes cargamentos de este material y de oro. Dicho cargo dependía en un primer momento del general de la flota y luego de la Casa de la Contratación. Enrique Tapias Herrero menciona en un reportaje dedicado a este almirante en la Revista General de Marina que, debido a la mencionada responsabilidad, la Corona le encomienda en 1721 llevar a cabo la prueba de calado.

Para ello toma un navío de 800 toneladas para cruzar el Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda. Domínguez Arjona añade que la comprobación vino a demostrar que no era posible llegar con ese tonelaje hasta el puerto sevillano por el cauce de navegación. Este resultado hizo que Cádiz se quedara como sede definitiva de la Casa de Contratación , ya que detrás de la prueba se encontraban las disputas entre las dos ciudades andaluzas por acogerla y, por tanto, por hacerse con el control del tráfico con las Indias. A partir de este momento se constata la pérdida de la hegemonía sevillana en dicha ruta marítima.

Casi tres siglos después Cádiz y Sevilla vuelven a estar enfrentadas por cuestiones portuarias. La provincia gaditana cuenta con la experiencia de una zona franca de más de 80 años, pero en el Puerto sevillano se mueve más mercancía que en el de Cádiz. Pese a esta ventaja, el condicionante para que el nuevo recinto sevillano sea todo un éxito es de nuevo la necesidad de que el Guadalquivir tenga mayor calado, algo sólo posible con un dragado, proyecto liderado por la Autoridad Portuaria -con una década de historia a sus espaldas- y que se ha demorado por la oposición, principalmente, de los ecologistas y los arroceros.

El comienzo de su ejecución resulta difícil situarlo a corto plazo. Por ahora, ya se ha salvado uno de los principales escollos: La Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de 2003, que según la Abogacía del Estado sigue vigente tras la consulta realizada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente. A principios de julio el primer edil hispalense anunciaba que se enviará esta resolución junto con el citado informe a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que se había pronunciado en contra del citado proyecto. Para Zoido es necesario contar "con todas las garantías" antes de que se inicien los trabajos.

El Puerto cuenta con financiación europea -a través de los fondos Feder- para realizar este proyecto que repercute en el futuro de la zona franca, cuyo éxito depende en parte de la entrada de buques de mayor envergadura.

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