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¿Nos escuchan los móviles?

  • El smartphone, al igual que otros muchos dispositivos conectados a Internet, oyen nuestras conversaciones

Icono de distintas aplicaciones móviles.

Icono de distintas aplicaciones móviles.

No se trata de ninguna leyenda urbana. Los móviles, al igual que otros muchos dispositivos, escuchan nuestras conversaciones. Dicho de otro modo: todos llevamos un espía encima y bajo nuestro consentimiento.

Cada vez que hablo abiertamente sobre este asunto en medio de una clase los alumnos me ‘regalan’ un sinfín de anécdotas vividas en primera persona.

¿Conversaciones privadas?

“El mes que viene me voy de vacaciones a Londres”. Le dijo un amigo a otro durante una conversación privada en un local de copas donde el ruido de fondo era abrumador.

Los móviles de ambos, eso sí, situados sobre la misma barra del bar en la que conversaban. A los pocos minutos, cuando el futuro turista accede a sus redes sociales comprueba -con asombro- cómo le aparecen distintas ofertas y actividades sobre el destino al que viajará.

Recientemente, un programa de televisión nacional de máxima audiencia realizó en directo un experimento similar. Un grupo de guionistas se encerraron en una habitación y dejaron los móviles sobre la mesa con ninguna aplicación abierta.

Para iniciar la conversación enseñaron carteles con palabras que casi nunca usaban en su día a día. Como “comida de bebés”, “plastilina” o “bolsos”. A los pocos minutos cada uno de ellos entraron en internet desde sus móviles: app, redes sociales, etc. Y la sorpresa fue que les aparecían continuos anuncios de alimentación infantil, mochilas y hasta material de manualidades. La prueba del algodón de que nuestros móviles nos escuchan.

Palabras que nos delatan

En mi caso particular, la última experiencia sobre este asunto la viví hace una semana con un alumno. Diego Llagas, fotógrafo onubense, me habló en un descanso de clase sobre un lanzamiento de un nuevo dron que iba a salir al mercado dos días después.

La conversación no duró más de tres minutos, pero Diego mencionó la marca y lo que iba a revolucionar el mercado debido a su escaso peso.

Casi no hablé, más bien escuché atento sus indicaciones, pero al final dije las palabras ‘mágicas’: “Pues la verdad, estaré atento cuando salga”. Nada más. Nunca mencioné la marca. Nunca volví a hablar sobre el tema con nadie más, y menos por WhatsApp.

WhatsApp es una aplicación 'gratis' donde el producto somos nosotros

Y dos días después, a primera hora de la mañana abrí mi perfil de Instagram y … ¡Tachán! Apareció la publicidad del mismo dron del que me habló Diego días atrás. Misma marca y mismo modelo… Y todo por comentar que estaría atento cuando saliese al mercado.

¿WhatsApp es gratis?

Otra prueba más de que los móviles son nuestros mejores espías la encontramos con WhatsApp. Esa red de mensajería instantánea que usamos el 95% de los españoles mayores de 18 años. Esa aplicación móvil “gratis” donde el producto ¡somos nosotros!

¿Acaso pensaba que iban a regalarnos algo gratuito de verdad? En internet nada se ofrece gratuitamente.

Hagan la prueba. Si en una conversación de WhatsApp “privada” hablamos sobre un tema en concreto, pongamos “jugar al pádel”, seguramente nos aparecerán publicidades sobre este deporte tan de moda.

Al escribir a nuestro amigo que quedamos a las 21:00 horas para ir a jugar al pádel, estamos dando unos datos de gran valor a Mark Zuckerberg, propietario de Facebook, WhatsApp e Instagram.

Pero ¿y si mandamos un audio? Más de lo mismo. Incluso el tono de la conversación puede ser interpretado por la programación.

Wifi como ‘chivato’

Algo parecido nos puede suceder, sin micros de por medio, con la red wifi. María quiere sorprender a su pareja el próximo fin de semana para una escapada a Zahara de los Atunes (Cádiz) y busca desde su portátil alojamientos por la zona.

Justo en ese momento, escucha la puerta de casa y decide cerrar su ordenador con temor a ser descubierta. Tal y como Carlos entra en el domicilio su móvil se conecta automáticamente a la misma red wifi que minutos antes María aprovechaba para navegar por la red.

Cenan y minutos antes de irse a la cama Carlos accede a sus redes sociales personales y ¡sorpresa! Le comienzan a salir publicidades de hoteles y apartamentos por la zona de Barbate.

A los pocos minutos se dirige a María y le dice: “Oye, ¿y si nos vamos este fin de semana a este hotel que he visto de Zahara de los Atunes?”. Adiós sorpresa.

La proximidad de los móviles

Otra ‘sorprendente’ situación es la que vivimos cuando pasamos horas cerca de otras personas al cabo del día. O, dicho de otro modo: cuando nuestros terminales móviles pasan horas cerca de otros dispositivos.

Las redes sociales suelen sugerirnos amistades ¿verdad? Echen un ojo a esas personas porque además de tener amigos en común otro gran nexo de unión será la cercanía.

Si pasa tiempo en alguna clase, Facebook o Instagram le invitará a ser amigo de aquel compañero con el que -quizás- nunca hable. Al igual que en el trabajo, sala de espera del médico o ¡nuestro domicilio!

Seguramente algún vecino aparecerá continuamente para ser su amigo en alguna red social

Seguramente algún vecino de la misma calle o puerta de enfrente aparecerá continuamente para ser su amigo en alguna de estas redes sociales. La proximidad de los Smartphone es otro lazo de unión para que acerquemos amistades.  

Las paredes oyen

Existe una conocida expresión, “las paredes oyen”, que invita a hablar con discreción para guardar ciertos secretos.

La frase, por cierto, proviene del siglo XVI cuando Catalina de Medici, Reina de Francia, mandó construir en las paredes de su palacio conductos acústicos que facilitaban oír lo que se hablaba en las diferentes habitaciones para así conocer si se conspiraba en su contra.

Todo lo que tenga micrófono y se pueda conectar a Internet nos puede escuchar

Cinco siglos después, este dicho ha cambiado de protagonista. Pues ya no son paredes sino unos terminales quienes nos escuchan. Los móviles oyen. O dicho más claro: todo lo que tenga micrófono y se pueda conectar a Internet nos puede escuchar, aunque algunas empresas tecnológicas lo sigan negando.

Desde robots de limpieza, gadgets como Alexa, terminales móviles, etc. El futuro, va por ese camino y sin frenos. Y lo que es peor, bajo nuestro consentimiento en la mayoría de los casos: damos permiso al aceptar condiciones y términos de uso de las apps y webs.

Y si es de los escépticos aún, pegúntese lo siguiente: ¿Alguna vez ha encontrado algún anuncio en Internet relacionado con un tema de conversación que ha mantenido recientemente? Es bastante probable que responda que “”. 

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