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La estela de un maestro ejemplar

  • Recuerdo. Tres amigos y discípulos y uno de sus hijos, también jurista, evocan la figura de Alfonso de Cossío, defensor de Soto en el proceso 1001, a los 75 años de iniciar su abogacía

Manuel de Cossío, el hijo mayor de Alfonso de Cossío, habla con Olivencia, que fue su ayudante y alumno furtivo.

Manuel de Cossío, el hijo mayor de Alfonso de Cossío, habla con Olivencia, que fue su ayudante y alumno furtivo. / fotos: antonio pizarro

Alfonso de Cossío viajó con Enrique Tierno Galván a Estrasburgo en representación de la Junta democrática. A su regreso, le retiran el pasaporte en Irún y en el aeropuerto de San Pablo dos policías que habían sido alumnos suyos lo invitan a acompañarlos a comisaría. La anécdota la contó Manuel de Cossío, el mayor de los siete hijos de Alfonso de Cossío (1911-1978) en el homenaje que se le rindió a su padre a los 75 años de que empezara a ejercer la abogacía.

"El cartel es de lujo, de San Isidro", dijo José Joaquín Gallardo, decano de un Colegio de Abogados del que también lo fue Cossío y que propuso a los colegiados en el crepúsculo de la dictadura franquista que atendieran de forma voluntaria y gratuita a quienes se vieran inmersos en denuncias de orden público.

Manuel Olivencia no fue su alumno oficial, lo fue de forma furtiva cada vez que Cossío sustituía a Miguel Royo Martínez cuando éste se ausentaba por un juicio o un funeral. El catedrático de Derecho Civil, que hoy recibe el premio Manuel Clavero, evocó a "un jurista de una pieza" a quien sustituyó en la Academia de Ciencias Morales y Políticas y de quien en 1956 fue su "ayudante, acompañante y porteador" cuando concurrió en Madrid a unas oposiciones a cátedra en la que el candidato oficial era Antonio Hernández Gil.

Alfonso de Cossío y su amigo y colega Adolfo Cuéllar capitanearon a una hornada de jóvenes abogados. Defendieron respectivamente a Fernando Soto y a Eduardo Saborido en el proceso 1001, que se vio sacudido diez días antes de la sentencia por el atentado contra Carrero Blanco. Protagonismo que recordó Jesús Bores. Este amigo y discípulo lo vinculó "al mejor liberalismo español". Lo recordó yendo de su casa de Plaza de Cuba a la comisaría de la Gavidia para asistir a Felipe González, retenido nada más llegar a Sevilla desde Suresnes, donde había sido proclamado secretario general del PSOE.

Alfonso de Cossío fue profesor de Manuel Chaves y su hijo Manuel de Susana Díaz. Mal comienza noviembre. A la muerte de Cossío, así tituló un artículo uno de sus más distinguidos alumnos, Antonio Gala. Tres años después de su muerte se publicó Dictámenes Civiles, una recopilación realizada por quien también fue amigo y discípulo, José de León-Castro. Este catedrático destacó de su maestro el "vanguardismo en su obra académica". León-Castro dijo que aprendía más en la caminata diaria que hacía con su maestro desde el despacho de Castelar hasta su casa en la plaza de Cuba que en todos los años de Facultad.

Los tres lo evocaron en sus tertulias: en Los Corales, en el Coliseo, en la librería Lorenzo Blanco y en el Ateneo que llegó a presidir y en el que promovió un homenaje en la muerte de Albert Camus.

Cossío nació en Valladolid y se casó con Margarita Martínez, hija del alcalde de Santander, ciudad donde nacen sus dos hijos mayores. "Yo nací en 1938, el año que Franco toma Santander". Estuvieron sus hijos Francisco y Margarita. Blanca vive en Madrid. Bores lo recordó como defensor en el último juicio penal por adulterio, con Stampa Braun de acusador. Y defendiendo a un recluta clandestino ante un tribunal militar al que dijo: "Ustedes son todos unos incompetentes, y bien sabe Dios que lo digo en el sentido jurídico-procesal".

Fue autor de una novela con cuyos ingresos se compró un abrigo y escribió libros sobre Maquiavelo, Cervantes y Quevedo. Ejerció de paladín contra la pena de muerte. Hubo un alegato contra la muerte de pena. Manuel de Cossío, su hijo, citó al sindicalista Jaime Montes cuando en la muerte del ilustre jurista dijo que "su don Alfonso permanecía en la memoria de los trabajadores, sus madres y sus organizaciones". Se habló de su ironía, su sempiterno cigarrillo. "Mi padre decía que el Derecho es una doctrina con vistas a la acción". El cartel era de San Isidro. El jurista era sobrino del autor del Cossío.

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