Enseñanza superior

La falta de profesores de Matemáticas amenaza ya a la US

Un aula de la Facultad de Matemáticas de la US, repleta de alumnos.

Un aula de la Facultad de Matemáticas de la US, repleta de alumnos. / José Ángel García

"Nuestro departamento llama a toda la lista de posibles sustitutos y no encontramos candidatos". Es el problema que se encuentra el equipo del decanato de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Sevilla (US) -al frente de la cual se encuentra Alfonso Carriazo- cada vez que ha de buscar a profesionales para cubrir la baja de un profesor. Este déficit lo llevan padeciendo desde hace años los institutos de enseñanzas medias de Sevilla, donde recurren a egresados de otras especialidades para impartir la asignatura de Matemáticas. La situación podría empeorarse en el centro de la US en una década, cuando se jubile buena parte de la plantilla docente actual, en la que la media de edad supera los 55 años. 

Hasta comienzos del siglo XXI la principal salida profesional de un matemático era dar clases. Bien en ESO y Bachillerato o en la propia universidad, alargando su formación académica e investigadora. La situación ha cambiado por completo en estos más de 20 años. El sector privado se ha convertido en un fuerte competidor para la docencia debido a su rápida inserción laboral y a los altos sueldos que proporciona

La era digital es responsable de la metamorfosis. Emilio Carrizosa, catedrático de Estadística e Investigación Operativa en la US y presidente de la Red Española Matemática-Industria (Math-In), explica que el grado de Matemáticas es desde hace unos años "una carrera de éxito". "El big data y la inteligencia artificial (IA) han provocado que nuestros titulados se incorporen con pasmosa facilidad y buenos salarios a las empresas tecnológicas que sacan jugo y riqueza a los datos", refiere el experto. 

Un saber muy demandado

En algunos casos, estos jóvenes acaban en algunas de las pocas -pero potentes- empresas sevillanas del sector. En otros muchos, la oportunidad laboral les llega a través del teletrabajo en compañías internacionales, lo que les permite seguir residiendo en la ciudad, pero con sueldos equiparables a países con un nivel de vida muy superior al de España. 

El único inconveniente, según detalla Carrizosa, es que "estos trabajos no son tan atractivos como esperaban". "En lugar de dedicar su jornada laboral a construir sofistificados modelos matemáticos y diseñar e implementar en el ordenador algoritmos eficientes, pasan demasiadas horas limpiando los datos, esto es, tratándolos para que puedan ser usados por algoritmos", refiere este catedrático de la Hispalense. No obstante, como el propio experto puntualiza, "no les debe ir tan mal, porque aunque cambian de empresa con frecuencia, pocos abandonan y vuelven a la tradicional salida profesional de los matemáticos: la docencia". 

El decano de Matemáticas, Alfonso Carriazo, impartiendo clase. El decano de Matemáticas, Alfonso Carriazo, impartiendo clase.

El decano de Matemáticas, Alfonso Carriazo, impartiendo clase. / José Ángel García

El resultado es que cada vez son más los egresados de la Facultad de Matemáticas que optan por trabajar en la empresa y desvincularse del mundo académico. Una panorama totalmente distinto al de hace 20 años. El cambio se produjo con la llegada del nuevo siglo. Alfonso Carriazo lo recuerda cuando empezó a formar parte del equipo decanal del centro universitario. "En el curso 2003/04 publicamos un estudio que ya reflejaba la alteración. El 40% de los titulados se dedicaba a la docencia y el otro 60% se iba al sector privado". La crisis de 2008 paralizó esta transformación, pero una vez superada, se registró un repunte mantenido hasta ahora y que ya supone una amenaza para las universidades. 

Sin matemáticos en los institutos

"Y en tales circunstancias, ¿quién enseña Matemáticas?", alerta Emilio Carrizosa. Para este catedrático, "estamos sufriendo un tsunami que ya ha sacudido los niveles preuniversitarios". Debe recordarse que cada vez menos los titulados en Matemáticas imparten esta asignatura. Lo hacen quienes proceden de otras carreras científico-técnicas, como químicos, arquitectos o agrónomos, ante la falta de interés de los matemáticos por enseñar en los institutos. "Estos perfiles se adecuan al nivel de Matemáticas en ESO y Bachillerato, pero no despiertan la vocación en los estudiantes. Y eso es muy importante. Yo decidí con 15 años estudiar este ámbito del conocimiento porque un matemático me dio clases", defiende Carriazo, que abunda en que "las Matemáticas requieren de gente joven que incentive a los alumnos a investigar, a continuar la carrera académica y no sólo a valorar esta asignatura como una oportunidad para trabajar pronto en una empresa privada". 

Otro obstáculo para ejercer la docencia en los institutos es el hecho de que los matemáticos carezcan de prioridad a la hora de lograr plaza en el máster que habilita para ser profesor de Secundaria (MAES). La especialidad en Matemáticas puede ser ocupada también por los perfiles antes mencionados, puesto que el único criterio que rige para conseguir un puesto es la nota del expediente. Una generalidad que contribuye a que los matemáticos desistan de la función docente.

En la universidad

La carencia de aspirantes no sólo afecta a las aulas de los institutos, sino también a las de las facultades. En varias universidades sufren muchas dificultades para contratar profesores de Matemáticas. En la US aún no se han encontrado con esta situación respecto a los profesores titulares (cuando se logra ser funcionario), pero todo hace prever que, si se mantienen las circunstancias actuales, el problema se origine en diez años. El decano subraya que la edad media de este grupo docente en el centro de la US supera los 55 años. "El más joven tiene 46 años", apunta. En una década la mayoría se jubilarán, y ahí surgirá la complejidad para reemplazarlos. 

Esta dificultad ya se percibe cada año en otro grupo, el de los profesores sustitutos interinos, una figura que se emplea para las bajas del profesorado titular. "No encontramos quienes puedan cubrir las vacantes temporales. Llamamos a todos los que componen esa lista y no logramos candidatos. Al final, nos repartimos ese trabajo entre unos cuantos", detalla el decano de Matemáticas, que argumenta que el rechazo a ocupar los puestos se debe a que los posibles sustitutos ya cuentan con otros trabajos y que "las sustituciones son de sueldos bajos"

Facultad de Matemáticas, en el campus de Reina Mercedes. Facultad de Matemáticas, en el campus de Reina Mercedes.

Facultad de Matemáticas, en el campus de Reina Mercedes. / D. S.

No debe olvidarse que convertirse en profesor universitario es, en palabras de Emilio Carrizosa, "una carrera con muchos retos y aún más incertidumbres". Cuatro años de grado (cinco si se trata de las dobles titulaciones), uno de máster y cuatro de doctorado. Este último título faculta para optar a los puestos que oferten las universidades. El catedrático de Estadística puntualiza dicho logro. "El título de doctor es como tener el carné de conducir: habilita para conducir, pero no es el coche". A partir de entonces, los doctores deben buscar empleos temporales, muchas veces en el extranjero, para completar su formación. "Estos que se van, algunos quieren y consiguen volver", señala Carrizosa, que añade que de las ocho últimas personas que hicieron tesis en su equipo, seis trabajan en universidades de París, Sidney, Niza, Madrid y Málaga. Sólo dos en Sevilla. Una de ellas desde el mes pasado, después de casi dos años en Dublín.  

"La carrera académica es desalentadoramente larga e incierta. Desde que se obtiene el título de graduado hasta que se consigue un contrato indefinido en una universidad, paso previo a los niveles de funcionario, se tarda unos 10 años como mínimo. La mayor parte de este tiempo con salarios mileuristas", lamenta el presidente de la Red Math-In. 

Los casos de Alberto y Lucía

Pese a todas estas dificultades, hay jóvenes que apuestan por la investigación y la docencia. Es el caso de Alberto Cerezo, que a sus 24 años se encuentra ya en el doctorado. Se tituló hace dos años y medio en el doble grado de Física y Matemáticas. Al acabar la carrera le llegaron, por medio de la propia facultad, ofertas empresariales. "El sueldo del primer año de contrato no era muy alto, pero sí los siguientes", recuerda Cerezo, que decidió seguir la formación académica, puesto que desde hace tiempo tiene claro que quiere ser profesor universitario o investigador. 

Cuando acabe el doctorado, conseguirá un contrato posdoctoral. "Lo más seguro es que permanezca un periodo trabajando en el extranjero. Hay quienes en este tiempo consiguen una plaza de profesor ayudante doctor, que es un contrato temporal, o siguen desarrollando su labor fuera hasta ser profesor titular, con categoría de funcionario", explica el egresado. Cerezo reconoce que "el camino a la estabilización es largo, pero totalmente seguro". Y para el que hay que armarse de mucha paciencia. De ahí que muchos matemáticos desistan y se decanten por trabajar en la industria, una vía más estable y mejor remunerada. 

Casos como los de Alberto Cerezo son los mínimos. Demasiado pocos, teniendo en cuenta que la mayoría de los profesores titulares se jubilarán en una década y que las necesidades docentes para los matemáticos no han dejado de crecer: cada vez más titulaciones en las que hay asignaturas relacionadas con este ámbito del saber. "Estamos empezando a acostumbrarnos a que ofertemos contratos y no se cubran, o se cubren tras varias renuncias en la lista de candidatos", reconoce Carrizosa. 

Un alumno de instituto realiza un ejercicio matemático en la pizarra del aula. Un alumno de instituto realiza un ejercicio matemático en la pizarra del aula.

Un alumno de instituto realiza un ejercicio matemático en la pizarra del aula. / D. S.

El ejemplo contrario al de Alberto es el de Lucía A., que un año después de acabar el doble grado de Matemáticas y Estadística en la US gana 26.000 euros brutos anuales como analista de datos en una empresa sevillana. La oferta laboral le llegó recién terminada la carrera. No se lo pensó demasiado. Pesaban dos razones. La primera, que tuvo claro hace tiempo que quería dedicarse a un oficio que supusiera "un reto diario", algo que le proporciona su empleo actual. La segunda, que para ejercer la docencia debía esperar al menos tres años para ser profesora de instituto. "A mis 23 años y recién graduada, gano un buen sueldo, con muchas posibilidades de aumentarlo y de prosperar en mi carrera profesional, sin necesidad de cursar un máster", abunda. 

La demanda, disparada

El decano de Facultad de Matemáticas aporta las cifras que demuestran el interés creciente por entrar en este centro de la US. Sólo pueden atender a un 15% de las más de mil solicitudes registradas los últimos años. A ellas pone freno la nota de corte, por encima de 12 en los grados y del 13,5 en los dobles grados. Ello se debe también a la oferta de plazas, aún demasiado limitada. La más elevada la presenta la titulación en Matemáticas, con 160 puestos. El grado en Estadística lo conforman 35. Y en los dobles grados es la siguiente: Física y Matemáticas (20), Informática y Matemáticas (20) y Matemáticas y Estadística (28). Hasta hace diez años, como recuerda Alfonso Carriazo, para entrar en algunas de estas carreras resultaba suficiente con un 5.  

Para el presidente de la Red Math-In, una mayor oferta académica en el grado de Matemáticas permitiría acoger a más estudiantes con vocación docente para los niveles preuniversitarios. Unas condiciones laborales mejores -que se traducen en salarios competitivos, más ayudas para la formación y más permeabilidad academia-industria, además de mayor claridad y estabilidad en la carrera- retendría a los estudiantes para la docencia e investigación universitaria. También atraería "talento de fuera".

Sin tales premisas, "el relevo generacional en el profesorado universitario de Matemáticas no está garantizado". Una auténtica amenaza, puesto que como Carrizosa asevera, "sin Matemáticas no hay progreso, porque toda la ciencia y la técnica descansan en ella". 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios