Un franciscano que se marcha entre multitudes

El público llenó la Catedral para despedir al cardenal Amigo Vallejo en una ceremonia larga y protocolaria

Un franciscano que se marcha entre multitudes
Un franciscano que se marcha entre multitudes
Diego J. Geniz

14 de noviembre 2009 - 05:03

Faltaban unos minutos para las ocho de la tarde cuando tronaron los aplausos en las naves catredalicias. Por la puerta de la Asunción, la que se abre en contadas ocasiones, entraban el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, y el cardenal monseñor Amigo. El antes y el después en la sede hispalense se encontraban con un trascoro expedito de cajones de obras. Dos pilares rejuvenecidos para dar el adiós a quien ha sido el pastor de la diócesis sevillana durante 27 años. Oración ante la Virgen de la Antigua e inicio de un pontifical muy protocolario, donde ya estaba todo escrito, sin dejar apenas hueco para la emoción, sólo en los aplausos y en las muestras de cariño del público, que llenaron el templo metropolitano.

El largo cortejo de inicio se convirtió en una interminable cola (con parones incluidos), donde seminaristas, diáconos y sacerdotes eran reconocidos por los presentes. Tímidos saludos en algunos de ellos, amplias sonrisas en otros. En la última parte del cortejo los prelados de otras diócesis, los más cercanos. Una imagen muy distinta a la de la toma de posesión de monseñor Asenjo el pasado enero como arzobispo coadjutor, cuando la comitiva clerical estaba repleta de rostros conocidos de la Conferencia Episcopal.

Sobre el altar las tres referencias devocionales del ya arzobispo emérito: la Virgen de los Reyes, que lucía el manto restaurado de su coronación, la imagen de Santa Ángela (sin duda, uno de los símbolos de su pontificado), y San Francisco de Asís. El primero en tomar la palabra fue el nuevo arzobispo hispalense quien repasó en su discurso los logros de monseñor Amigo al frente de la diócesis: la construcción del seminario, la nueva residencia sacerdotal o acontencimientos como la dos visitas de Juan Pablo II o la beatificación y canonización de Santa Ángela.

En su alocución, monseñor Asenjo subrayó que "no es ésta propiamente una ceremonia de despedida, ya que quedará para siempre vinculado a la historia de nuestra diócesis por sus grandes servicios a la Iglesia".

Tras la intervención del prelado hispalense, comenzó una ceremonia larga (dos horas de duración) donde todo siguió correctamente el guión establecido. El cardenal Amigo se ciñó a lo escrito en su homilía. Recordó los santos y personas que han destacado por su labor en la Iglesia de Sevilla desde San Isidoro y San Leandro (ayer fue su onomástica) hasta Madre María de la Purísima. Tampoco dejó en el tintero a ninguna agrupación de la diócesis. Y por último, los agradecimientos, entre los que destacó el dirigido a las otras confesiones y a los no creyentes. No se olvidó de nadie: "A los que nos acompañan en la misma fe y a los que, desde otros credos o sin profesar alguno, han estado a nuestro lado por el bien de esta comunidad humana".

La monotonía que predominó sólo fue interrumpida en ciertos momentos en los que la curiosidad de los presentes se desvió del altar del jubileo, donde se celebraba la ceremonia (otra de las referencias, por cierto, del pontificado de monseñor Amigo). Fueron instantes especiales las ofrendas por parte de conocidos rostros de la ciudad, el canto por saeta del Padrenuestro por un representante de la pastoral gitana e, incluso, el breve enfado del organista Ayarra por no seguirse desde el presbiterio el orden establecido para las composiciones.

Terminó la eucaristía como empezó. Grandes aplausos a un lado y otro de las naves y en la sacristía, por parte de clero sevillano. Palabras de emoción del vicario y del hermano Pablo, que rompió por una vez su discreción. "Soy una gota de amor en este regalo de Dios que es el cardenal". Lágrimas de emoción en el secretario de monseñor Amigo, quien se despedía de la prensa sevillana con un autorretrato: "Me gustaría que me recordaran como fray Carlos, un franciscano vestido de cardenal que sirvió a la Diócesis de Sevilla".

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