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La frutera rapera de Dos Hermanas: odas a las frutas y verduras

La frutera rapera de Dos Hermanas: odas a las frutas y verduras

Cuando Rocío Amador puso en marcha su frutería en 2021 en la barriada de Montequinto, en la localidad sevillana de Dos Hermanas, no sabía que dos años después se haría viral su forma de vender sus productos, porque ella le canta y le habla a sus frutas y verduras, y sus versos han saltado a las redes sociales, que han hecho el resto. A sus 36 años, ha echado mano de su ingenio y desparpajo para acercarse a sus clientes y mostrar sus productos de una manera muy especial, y los vídeos que ha diario sube a su perfil de Instagram (@nutrifit03) ya cuentan con cientos de seguidores, que se han hecho fans absolutos de obras como la "Oda a la berenjena" o "El Rap al higo".

"Si vienes a comprar para hacer una ensalada, llévate mi lechuga, te la doy hasta lavada", canta ante las cámaras de EFE en su frutería de la calle San Marino, mientras la clientela hace cola viendo en vivo una idea que, no solo le ha hecho aumentar las ventas entre sus vecinos, sino que sube un grado su modo de ver la vida: "Me divierto trabajando, y por eso soy frutera, y como estoy un poco loca todo se une".

Fue en septiembre de 2021 cuando abría sus puertas 'La frutería de Rocío', puesta en marcha por esta licenciada en Educación Especial que cuenta también con un ciclo superior de integración social y estudios de nutrición y deporte, que, a pesar de todo ello, "no me veo, ni loca, ocho horas en una oficina", ni se plantea dejar de hacer lo que le hace feliz para estudiar unas oposiciones.

"Si te soy sincera, todavía hay veces que no lo sé", dice a la hora de explicar por qué es precisamente frutera, para indicar que "empecé a trabajar en una frutería porque necesitaba el trabajo. Eran tres horitas por las tardes, y yo no tenía ni idea de cómo se llevaba el negocio, porque yo lo que iba era en tres horas, y estaba todo montado. Yo simplemente lo que tenía que llevar era el peso, atendía a la gente y ya está".

Sin embargo, "me empezó a gustar, y noté que me gustaba el trato con la gente, el charloteo, la broma con las verduras y las frutas, igual que sigo haciendo ahora", y como tenía unos ahorros decidió tirarse a la piscina, alquilar un local y hacerse autónoma "y la verdad es que ahora mismo es una de las cosas que más feliz me hace".

Pero el paso definitivo cuando cuando decidió hacerse "frutera rapera", de modo que durante el día se encarga de atender a sus clientes, de comprar la fruta, colocarla para la venta y llevar su contabilidad, y por la noche sale el alma de compositora y escribe las letras que traslada a sus vídeos en Instagram.

"A mí siempre me ha gustado bromear con mi familia, con mis amigos, cuando hemos salido de la calle y nos hemos tomado una cerveza. Pero al final, dependiendo de la situación en la que estuviésemos, contando algo o lo que fuese, siempre me salen rimas, de modo que, el que me conoce sabe que siempre estoy haciendo estas tonterías", y a raíz de esa forma de ir por la vida surgió su vena frutera-musical-rapeadora. Su hermana, al mandarle una foto de un paraguayo que encontró con algo parecido a un verso le encendió la bombilla de la idea, "y lo primero que hice fue esa rima que habíamos encontrado en internet, y al ver que tuvo mucha repercusión me puse a escribir", con una primera oda dedicada al calabacín.

Rocío reconoce que es algo que se la ido de las manos, pero en positivo, y en su fuero interno sabe que es el premio a su valentía, la de alquilar un local en los últimos estertores de la pandemia para montar un negocio cuyo resultado era incierto: "Es duro llevar un negocio, este negocio es chiquitito, hay poco tránsito, entonces muchas veces se hace complicado", admite, pero solo hay que verla cinco minutos atender a su gente para saber que es como aquel sabio que no cambiaba París por su aldea, y que Sabina inmortalizó en homenaje a todas las personas que son millonarias sin tener dinero.

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