¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Repeticiones y repetidores
Fuera y dentro de los museos, la figura del pintor Bartolomé Esteban Murillo está presente en la cultura y en las calles de la ciudad que lo vieron nacer en 1617. A un día de la inauguración en el Museo de Bellas Artes de la muestra El joven Murillo, este genio sevillano de la pintura vuelve a recobrar su protagonismo y sale de las entrañas de iglesias, edificios y lugares que guardan no sólo sus obras, sino también el relato de su vida personal. Desde la Plaza del Museo parte una ruta por la Sevilla de Murillo, un trazado fácil de recorrer que dejará atrás la pinacoteca para visitar templos como la iglesia de la Magdalena o la Catedral, plazas como la de Santa Cruz o edificios emblemáticos como el propio Ayuntamiento de Sevilla o el Hospital de la Caridad.
Es en el Museo de Bellas Artes (Plaza del Museo, 9) donde más creaciones del pintor se albergan. En sus salas pueden observarse obras del artista procedentes, entre otros lugares, de conventos sevillanos como el de Capuchinos (Ronda de Capuchinos, 1) con una valiosa colección pictórica, el de San Francisco (destaca la Inmaculada Colosal) o el de San Agustín (C/ Fray Alonso, 7).
Si el Museo de Bellas Artes es el punto de partida por su importancia en obras, la iglesia de la Magdalena (C/ San Pablo, s/n) lo es por las experiencias personales que marcaron al pintor en el lugar, ya que allí fue bautizado y contrajo matrimonio con Beatriz Cabrera y Villalobos el 26 de febrero de 1645.
El Ayuntamiento de Sevilla (entre sus obras artísticas se encuentra un boceto de Murillo), y, más concretamente, la Plaza Nueva son otros espacios que jalonan la vida de Murillo. Del desaparecido Convento de San Francisco, ubicado en dicho lugar, el pintor recibió uno de sus primeros y más importes encargos consistente en una serie de 13 lienzos. También para la iglesia de los Franciscanos realizo la Inmaculada Colosal, hoy expuesta en el Museo de Bellas Artes.
La Catedral de Sevilla es otra de las piezas fundamentales que componen este puzzle de la vida y obra de Murillo. En la sacristía mayor se contemplan los lienzos de San Leandro y San Isidoro, patrones de la ciudad; en la bóveda de la sala capitular se aprecia una serie, encargada al autor en 1667, compuesta por una Inmaculada, acompañada por los santos San Hermenegildo, San Fernando, San Leandro, San Isidoro, San Laureano, Santa Justa, Santa Rufina y San Pío; La visión de San Antonio y el Niño Jesús, se ubican en la capilla de San Antonio y en el altar del Ángel de la Guarda se encuentra la pintura regalada por el Convento de los Capuchinos a la Catedral en 1814.
El Hospital de la Caridad (C/ Temprado, 3) es un auténtico tesoro patrimonial. Murillo pintó por encargo de Miguel de Mañara una serie de obras alegóricas de la misericordia (Moisés haciendo brotar agua de la roca, La multiplicación de los panes y los peces...). Cuatro de las creaciones fueron robadas por el mariscal francés Soult en 1810, así que hoy se muestran las copias de San Juan de Dios transportando a un enfermo, Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos y La Anunciación.
Pocos conocen que el Archivo de Indias (Avda. de la Constitución, 3) fue la primera sede la Academia de Bellas Artes de Sevilla y que Murillo fue su primer presidente, por lo que la parada está más que justificada en este enclave.
Siguiendo la pista al pintor sevillano la ruta desemboca en el Palacio Arzobispal (Plaza Virgen de los Reyes), donde se exhibe la Inmaculada con Fray Juan de Quirós, cedida para la exposición El joven Murillo.
El Hospital de los Venerables (Plaza de los Venerables, 8) es el siguiente punto de interés, ya que Murillo pintó para esta institución su Inmaculada más reconocida, hoy expuesta en el Museo del Prado.
Es el conjunto del barrio de Santa Cruz uno de los lugares que mejor identifican al pintor, porque allí vivió y recibió su último encargo -actualmente, la Casa Murillo (Santa Teresa, 8) está siendo reformada para convertirla en museo-. En la Plaza de Santa Cruz una placa, colocada en 1858, indica el lugar aproximado donde descansan los restos del artista, ya que fue enterrado en la parroquia que allí se ubicaba y que fue destruida por los franceses en 1811.
La iglesia de Santa María la Blanca (Santa María la Blanca, 5) también sufrió el expolio francés, aunque destaca la Sagrada Cena, obra de estilo más tenebrista de Murillo.
De Santa Cruz a San Bartolomé, donde en 1633 se instaló para regresar a Santa Cruz en 1681. Y de Santa Cruz a sus jardines, los de Murillo, que siempre mantendrán viva la memoria de este genio de sello sevillano.
También te puede interesar
Lo último
1 Comentario