Los héroes de la calle
Seguridad ciudadana Distinciones a 21 agentes de la Policía Local
Un agente municipal que evitó un suicidio, otro que persiguió a un traficante hasta Córdoba y otros dos que detuvieron a un pederasta serán condecorados el lunes
Lleva tanto tiempo en la Policía Local que los delincuentes le conocen y hasta le saludan por la calle. "Adiós, agente", le dicen cuando se lo cruzan de paisano. Le llaman el policía gitano y salta a la vista el porqué. Patrulla a diario barrios delicados del distrito Este, como la Candelaria, Los Pajaritos o Torreblanca. "Yo soy de allí y me conocen, saben quién soy y me respetan". Es Benito Fernández, un agente de la Policía Local que lleva 29 años en el cuerpo y que el próximo lunes será condecorado por detener a un hombre que intentaba abusar de un menor en una fuente próxima a Santa Justa.
Cuenta que una vez estaba comprando en un supermercado con su esposa y vio cómo un ladrón al que conocía robaba una botella de whisky. "Oye, ¿delante mía la vas a robar?, por lo menos espérate que me vaya, ¿no?", le dijo al delincuente. "Huy, agente, perdone, sólo la estaba viendo", respondió el ladrón sacándose la botella del pantalón y devolviéndola a la estantería.
Su experiencia y el conocimiento del terreno que pisa y del personal con el que trata le sirven para infundirle cierto respeto entre los delincuentes. Alguna vez ha tenido que mediar para evitar que la Policía cargara en una trifulca. Su amplio bagaje, sin embargo, no impidió que una vez le dieran una paliza en las Tres Mil que le tuvo tres meses de baja, tanto a él como a su compañero de patrulla desde hace seis años, Víctor Manuel Astillero. No siempre se gana. El día que se reincorporaron al trabajo fueron encañonados desde un coche en marcha por unos atracadores que habían robado en un supermercado en Ronda y habían terminado estrellándose en una farola en Las Letanías tras una persecución de más de 200 kilómetros.
Algo así le pasó a otro de los distinguidos, José Peñalver, que atrapó una noche a un traficante de droga después de perseguirlo hasta Córdoba. "En ningún momento bajamos de 190 kilómetros por hora. Llevaba un Audi y nosotros el Megane. Hicimos el trayecto en 35 minutos. La persecución se inició en Pilas y nosotros nos sumamos a ella en Sevilla. Sólo quedaron dos coches porque casi todos se averiaban por el camino al no poder seguir el ritmo".
Los policías condecorados aseguran que en momentos así hay que tener sangre fría. "No me vale un policía valiente e impulsivo, prefiero a alguien frío, que siempre va a tener el control de la situación". Esa frialdad la dan el carácter y la experiencia. "Una vez un hombre amenazaba con suicidarse tirándose al vacío. Le vi la cara y me di cuenta de que no lo iba a hacer. Le dije que se tirara, que adelante. Y no se tiró", apunta Benito, el policía gitano.
Sí estaba dispuesto a arrojarse un adolescente de 17 años que fue salvado por otros dos policías condecorados. "Se quería tirar al asfalto desde el Puente de las Delicias. Empecé a hablar con él, pero no quería diálogo. Cuanto más me acercaba más amenazaba con tirarse. Intenté ganar tiempo diciéndole que esperara para que quitáramos el patrullero de debajo, que iba a caer encima y lo iba a estropear. En ese momento se relajó un momento y aproveché para agarrarlo", cuenta Enrique Romay, que recibirá por aquella acción la cruz al mérito policial con distintivo blanco.
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