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Una historia de fe y Esperanza

  • La Santa Sede ha visto en la inexplicable curación de Francisco Carretero, 'Carre', el milagro necesario para canonizar a Madre María de la Purísima.

La historia de Francisco José Carretero, Carre, sólo se puede explicar desde la fe y desde la Esperanza. La Esperanza con mayúsculas, aquella que vive en San Gil y de la que es un leal y devoto soldado. El 23 de septiembre de 2012, mientras trabaja en un bar de Los Bermejales, este carismático y popular armao de la Macarena sufrió una parada cardiorrespiratoria que lo llevó a estar 20 minutos muerto. Ingresó en estado vegetativo en la UCI del Virgen del Rocío. Tras doce días en coma y ante el asombro del personal médico que lo trataba, Carre volvió a nacer. Fue la Virgen de la Esperanza la que lo obligó a volver con los suyos. La que le riñó porque todavía no había llegado su hora. Madre María de la Purísima será canonizada en Roma el próximo año por interceder para el milagro de Carre. Él todavía no se lo puede creer.

"Me acuerdo de despertar en la cama del hospital rodeado de médicos y de ver junto a mí a Ignacio Guillermo, capitán de los armaos. Yo sabía que había pasado algo pero no sabía cuánto tiempo había estado dormido ni nada más". Esa misma mañana, doce días después del suceso, los médicos habían llamado a su novia para decirle que habían hecho todo lo posible por recuperarlo pero que había sido en vano. Lo iban a pasar a planta cuando la volvieron a llamar para que se fuera rápidamente para el hospital. Contra todo pronóstico Carre había despertado. Y nadie encontraba una explicación. "Cuando voy a las revisiones con los médicos me dicen que yo no soy el que aparece en la historia clínica". Para explicarlo hay que recurrir a la fe. "Mi madre le rezaba a Sor Ángela, al Gran Poder y a la Macarena, como todas las madres. Yo siempre le he rezado al Señor de la Sentencia, pero a la que vi aquellos días, no sé si el primero o el que desperté, fue a la Esperanza. Ella me echó una bronca muy grande cuando me vio. Me dijo: '¿Tú que haces aquí si hasta los 75 años no tienes que venir?".

Desde entonces, y gracias a una dura rehabilitación, Carre ha mejorado mucho. Vive con su novia en Tomares, hace una vida prácticamente normal y apenas le quedan secuelas. "Los que me ven después de algún tiempo se sorprenden por la mejoría". Ahora su ilusión es volver a acompañar al Señor de la Sentencia como hizo durante 19 años. Para ello trabaja día a día: "Lo intentaré el año que viene. Pero si salgo es para entrar, si no que lo disfrute otro. Es mi ilusión pero no voy a hacer una locura".

Dos años después, sólo puede dar gracias por su recuperación y se siente muy contento porque gracias a su milagro se vaya a canonizar a Madre María de la Purísima. Se acuerda y da las gracias especialmente a su novia, Merchi, a su madre, Claudia, a su prima Isabel, que es fisioterapeuta y cada día lo visitaba en la UCI, a Ignacio Guillermo, a Miguel Ángel Vaz, a los armaos, o a su cuñado Javi Méndez: "Fue el que me enseñó otra vez a andar".

Todavía no sabe si tendrá que ir a Roma para la ceremonia de canonización, pero cada vez que puede, aunque no casi a diario como hacía antes, acude a la basílica a rezar. Los siete especialistas que han analizado su caso en Roma han sido unánimes en afirmar que no hay una explicación científica para su curación. Él sí la encuentra y sentencia: "La esperanza es lo último que se pierde. Y te lo dice un armao".

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