La Policía Nacional detuvo a finales de septiembre a dos ladrones especializados en robos al descuido. Ambos delincuentes, uno de ellos cubano y el otro peruano, se dedicaban a entrar en los vestíbulos de hoteles de la ciudad para robar a turistas. Para ello utilizaban una antigua técnica, la de la muleta, que consiste en colocar una chaqueta sobre el hombro, como un torero durante el paseíllo, para ocultar el brazo y la mano mientras con ella sustraen algún bolso, cartera o maleta pequeña. 

Los dos descuideros despertaron las sospechas de los empleados del hotel AC Ciudad de Sevilla, ubicado en la avenida de Manuel Siurot. Al ser descubiertos, los sospechosos se marcharon, pero los responsables del hotel llamaron a la Policía Nacional. Una dotación de agentes de este cuerpo acudió al establecimiento y revisó las imágenes de las cámaras de videovigilancia para ver a los dos ladrones.

Los policías tuvieron la certeza de que, al no conseguir robar en este hotel, los delincuentes lo intentarían pronto en otro. Por ello, decidieron acudir a los hoteles más próximos para tratar de sorprenderlos in fraganti. Lo lograron en el Meliá Sevilla, ubicado a aproximadamente un kilómetro del primero, en la calle Doctor Pedro de Castro.

Los policías se cruzaron con los sospechosos cuando salían de este hotel. Intentaron darse a la fuga pero fueron detenidos poco después, una vez que se unieron a la persecución varias unidades más. Se le han podido imputar al menos tres robos cometidos en Sevilla, aunque la investigación continúa abierta y no se descartan que haya muchos más.

Los dos detenidos tenían en vigor cinco órdenes de búsqueda y captura por otros tantos robos similares cometidos en hoteles de Madrid, ciudad en la que residían. La investigación la ha llevado el Grupo de Policía Judicial de la comisaría del distrito Sur y en la operación participaron agentes del Grupo Operativo de Apoyo (GOA).

La Policía Nacional ha emitido este martes una nota de prensa en la que ha detallado el modus operandi de los delincuentes, que se habían desplazado desde Madrid en un coche de alquiler. Se dedicaban a vigilar los hoteles de Sevilla para determinar los de más afluencia y así escoger a las víctimas más propicias.

Una vez seleccionado el establecimiento en el que iban a actuar, uno de ellos vigilaba desde el coche mientras el otro entraba en el vestíbulo y aprovechaba los momentos de descanso de los turistas, o la hora del desayuno, para llevarse los bolsos de mano, objetos electrónicos e informáticos y maletas pequeñas.