La "honda huella" de Fray Carlos en Tánger

"Dejó una huella honda en Marruecos. Era muy querido por todos. Nosotros fuimos muy amigos. Varias veces me dijo que su deseo era retirarse y vivir aquí, justo en la vivienda que hay encima de la iglesia de San Bartolomé, aunque al final se decidió por su tierra", relata Carmen Castro, española del 42, natural de Arcila y memoria viva del Protectorado español de Marruecos.

"Recuerdo perfectamente su llegada, 39 años, muy joven y guapísimo. Fue siempre una persona muy cercana y sencilla, visitaba continuamente a los enfermos, comía con ellos en sus casas; trataba a todo el mundo por igual", evoca desde la hoy localidad turística situada a unos cuarenta kilómetros al sur de Tánger, de cuya diócesis monseñor Amigo fue arzobispo entre los años 1973 y 1982.

"Le gustaba mucho Arcila y venía mucho a dar misa aquí. Se apuntaba a nuestras paellas los domingos, le encantaba el ambiente que teníamos aquí. Nada que ver con ahora, apenas quedan ya españoles en la ciudad", explica a este diario Castro con nostalgia de un tiempo y un Marruecos ya desaparecido, el de las miles de familias que se asentaron en el norte de Marruecos durante el Protectorado español (1912-1956).

"Confirmó a mi hijo en la Universidad Laboral de Sevilla y a mi hija en la iglesia del Pilar de Larache. Y la última vez que lo vi aquí fue en el nombramiento de Santiago Agrelo como arzobispo", concluye con precisión la española, quien enseñó costura durante años con las monjas de la iglesia de San Bartolomé de Arcila.

Su yerno, Miguel Ruiz, recién nombrado ecónomo de la diócesis tangerina y natural de Alhucemas, atiende en las dependencias de la diócesis tangerina –situadas junto al convento franciscano y la catedral de Nuestra Señora de la Asunción- a este periódico y evoca sus recuerdos de Amigo Vallejo: "A mí, en 1974, junto a un pequeño grupo de niños españoles, me dio la confirmación en la iglesia de San José de Alhucemas".

"Era un momento muy convulso, un año antes de la Marcha Verde. Advirtió a las familias españolas que vivían en el norte de Marruecos de que la situación era complicada. Pero ni él ni ninguno de los religiosos de la diócesis se marchó del país", asegura este especialista en comercio exterior casado con una española nacida en Tánger y criada en Arcila.

Años después, en 1981, cuando concluía su estancia en Tánger, Amigo Vallejo publicará el libro Dios clemente y misericordioso –cuyo título es una alusión a la fórmula ritual islámica pronunciada antes de la lectura del Corán–, fruto de su experiencia junto a los musulmanes.

"Monseñor Amigo fue fundamental en la consolidación de esta diócesis. Hizo mucho por unir a los religiosos con los seglares", asevera la religiosa catalana María Rosa Clotet, que reside desde hace más de 25 años en la antigua ciudad internacional y coincidió con fray Carlos en varios momentos de su vida en España y Marruecos. La Archidiócesis de Tánger fue creada en septiembre de 1955 –hasta entonces Vicariato Apostólico-, meses antes de la independencia de Marruecos.

"Introdujo mejoras técnicas en las iglesias como los altavoces a la vez que las hizo más austeras; no le gustaban para nada los altares recargados de imágenes", explica la veterana religiosa española.

La otra diócesis de la Iglesia católica en Marruecos es la de Rabat, que dirige desde 2018 un almeriense de Vélez-Rubio, el arzobispo y cardenal López Romero. Precisamente el salesiano de origen andaluz -nacionalizado uruguayo– ha sido administrador apostólico de la diócesis tangerina hasta finales del pasado mes de marzo, cuando fue relevado por el madrileño fray Emilio Rocha Grande. Tánger no tiene arzobispo desde que, cumplidos los 75 años, en mayo de 2019 se produjo la renuncia del gallego Santiago Agrelo tras doce años asumiendo dicha responsabilidad.