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Jose Garnacho. Jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen Macarena

"La pandemia ha demostrado que los intensivistas y las UCI están para dar vida"

El jefe de la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen Macarena, José Garnacho, durante la celebración del 57 congreso de la Semicyuc  en Sevilla.

El jefe de la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen Macarena, José Garnacho, durante la celebración del 57 congreso de la Semicyuc en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), en comunión con la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos (Secip) y la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias (Seeiuc), ha celebrado esta semana en Sevilla su 57 Congreso Nacional en el que han abordado cómo la pandemia de Covid-19 ha influido en la atención y cuidados de los pacientes críticos en los hospitales, así como la capacidad de los sistemas sanitarios para absorber esa cantidad de pacientes a la que se vieron expuestos en determinados momentos. Además, los especialistas han tratado la resolución a situaciones complejas derivadas o relacionadas con la atención en UCI como el llamado síndrome post-UCI o el transporte de pacientes en ECMO. Uno de los participantes en el congreso ha sido el doctor José Garnacho, jefe de la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen Macarena y presidente del Comité Local de la Semicyuc.

- Se terminaron restricciones, cuarentenas, el uso de las mascarillas está cada vez más acotado... ¿Podemos decir que la pandemia está controlada?

- Estamos en una situación, como es muy bien sabido por todos, en la que una gran mayoría de la población está vacunada y en la que, aunque sigue habiendo contagios y pacientes en los hospitales, la incidencia es mucho menor que la que tuvimos en olas previas. Esa es la situación de la pandemia en la que puedo decir que estamos desde mi punto de vista. 

- ¿Podemos volver a esa vida normal que teníamos antes del coronavirus?

- Este virus una de las características que tiene es que muta y lo hace muy rápidamente y es verdad que las últimas mutaciones, y eso ha pasado siempre en la historia de las epidemias, hacen que sea menos virulento, pero evidentemente nunca se puede descartar que se produzca una mutación que vuelva a hacer un virus más virulento. Esto, lógicamente, hay que compaginarlo con el interés y el deseo que tenemos todos como sociedad de volver a la normalidad. De volver a sentirnos libres en el más amplio sentido de la palabra y, lógicamente, recuperar toda la actividad no perdida en este tiempo, y muy importante, la económica. Con ello quiero decir que podemos volver a la normalidad, pero tenemos que ser precavidos. ¿Cómo? Pues usando mascarillas en los espacios donde nos marca la normativa actual, que es transporte publico y centros sanitarios, y, lógicamente, aumentando la precaución en caso de contagio y evitando contactos estrechos con otras personas y, sobre todo, con entornos vulnerables. Es decir, volvemos a la normalidad, pero no debemos olvidarnos de que el virus circula y, además, con un alto grado de reinfecciones.

"La pandemia está en un escenario muy distinto, pero seguimos haciendo frente a una enfermedad que sigue presente"

- ¿Cómo se ve la situación actualmente desde los hospitales?

- Estamos en un escenario totalmente distinto a lo que vivimos en las primeras olas, pero seguimos haciendo frente a una enfermedad que está presente, que sigue circulando y que, gracias a las vacunas, ha rebajado la incidencia de casos graves, pero que sigue afectando muy gravemente a terminadas personas que, bien han decidido de forma voluntaria no vacunarse, o bien tienen algún tipo de enfermedad que las predispone a ser más vulnerable.

- ¿Ha llegado el sistema a estar el sistema realmente saturado?

- Tuvimos una época muy difícil. No sólo en nuestro hospital o en Sevilla, fue una situación generalizada. La primavera de 2020 fue una etapa muy complicada porque nos cogió a todos desprevenidos. Pero también ha habido luego picos de mucho volumen asistencial en los que todos los centros sanitarios, y, por supuesto, los hospitales y sus servicios más implicados en el tratamiento de estos pacientes, como somos las unidades de cuidados intensivos, hemos atravesado etapas de una gran presión y de un grandísimo trabajo y, por supuesto, eso está ahí y sigue pasando cierta factura. Esto creó una situación de estrés y ansiedad por la dificultad de gestionar esa gran presión que todavía sigue presente y hay muchos profesionales con ciertas secuelas debido a ello. Ahora no estamos en esa situación, pero esto no lo podemos olvidar.

- ¿Qué evolución han tenido las UCI en los dos últimos años?

- En este punto, me gustaría puntualizar que en la UCI han seguido ingresando otros pacientes más allá del Covid y que no hemos dejado de asistir en toda la pandemia pese a todos los cambios que hemos experimentado, que han sido muy importantes y en todas las escalas. Por un lado, hubo que aumentar las camas en algunos momentos casi a diario porque el numero de pacientes subía y eso fue una realidad en todos los hospitales. Eso nos ha hecho ver que, aunque es verdad que ahora estamos en una situación más similar a lo anterior de la pandemia, tenemos que seguir preparados y tenemos que aprender de lo que ha ocurrido y cómo se ha gestionado por si volviera a pasar. Y eso es uno de los puntos que hemos puesto en común los profesionales en este congreso. Por otro lado, las UCI siempre hemos sido punta de lanza en todo lo que tiene que ver con la humanización de los cuidados y en ese sentido también hemos jugado un papel muy importante durante esta pandemia. Durante las primeras olas los pacientes no siempre podían estar acompañados y esto generó mucho dolor y sufrimiento, no sólo a los pacientes y familiares, también a los profesionales. Qué hemos aprendido de la pandemia y cómo podemos actuar en el futuro ha sido otro de los puntos analizados en este congreso.

El jefe de la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen Macarena, José Garnacho, durante la celebración del 57 congreso de la Semicyuc en Sevilla. El jefe de la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen Macarena, José Garnacho, durante la celebración del 57 congreso de la Semicyuc en Sevilla.

El jefe de la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen Macarena, José Garnacho, durante la celebración del 57 congreso de la Semicyuc en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

- ¿Cómo se ha avanzado en esa línea, en la humanización de los cuidados?

- Hay que partir del hecho de que la UCI ha pasado a ser un lugar mucho más conocido por la sociedad. Creo que siempre se ha visto como un lugar casi sin esperanza y no es nada de eso, sino todo lo contrario. La pandemia ha servido para demostrar que los intensivistas y las UCI estamos para dar vida. Hemos sido un servicio clave que se ha conocido mucho más en este tiempo y hemos llegado a la población como un servicio donde atendemos a personas que tienen posibilidades de recuperación. Eso ha sido un cambio muy positivo. De ahí que se haya visibilizado esa corriente de humanización de los cuidados de los pacientes, pero también el trato humano de sus familiares, que es igualmente exquisito. Nos empeñamos en ello haciéndoles participar en los cuidados o dándoles su sitio, por supuesto, en los últimos momentos de la vida. La priorización del aspecto humano en la asistencia se ha potenciado mucho en los últimos tiempos.

- ¿Qué valoran más los pacientes?

- Tenemos encuestas que hacemos en la unidad y, en general, la puntuación que recibimos es muy alta. Destacan que han sentido el calor y la cercanía por parte de los profesionales que trabajan en la UCI y siempre es muy positivo y, al mismo tiempo, nos sorprende que en una unidad donde es tan crucial la parte asistencial, los pacientes sean capaces de valorar el tiempo que se haya podido dedicar al hablar con las personas, a darles apoyo, cercanía, a responder dudas... Es un aspecto muy valioso. 

"Los pacientes destacan de las UCI el haber sentido el calor y la cercanía de los profesionales"

- Mejorar la experiencia emocional de pacientes y sus familiares ha sido otro de los temas que se han tratado durante el congreso en Sevilla. ¿Qué más se puede hacer en esa línea?

- Han venido para ello expertos internacionales que nos han dado la visión de lo que se está haciendo en Europa en esta líneas y eso siempre es muy gratificante. Aquí tenemos iniciativas que ya van por muy buen camino, aunque siempre todo es mejorable, por supuesto. Destacan acciones que ya hacemos como el intentar sacar al paciente de la habitación, que salgan al exterior. Esto es posible en nuestro hospital donde tenemos una terraza donde los pacientes ven la luz del día y eso nos está dando muy buenos resultados. Lógicamente son situaciones delicadas que se desarrollan con todas las medidas de seguridad y monitorización, con la participación de todos los profesionales que sea necesario. Esta es una de las líneas en las que se está avanzando cada vez más y es otro de los puntos importantes en los que se está trabajando en las unidades de Cuidados Intensivos.

- Otro de los cambios que deja la pandemia es el impulso a las unidades de cuidados intermedios. ¿Es una de las claves de la UCI postpandemia?

- Las unidades de cuidados intermedios es uno de los recursos asistenciales que ya teníamos demandados antes de la pandemia y que hemos conseguido durante la misma. Lógicamente ahora queremos seguir manteniéndolas, pero eso dependerá de cada hospital. Son unidades donde ingresan aquellos pacientes que están en una situación semicrítica, es decir, no están para ser tratados en una planta convencional, pero tampoco requieren los cuidados de una UCI rígida y, sin duda, es uno de los recursos asistenciales que como sociedad demandábamos y creemos que debe existir en todos los hospitales como parte del servicio de medicina intensiva. 

- Otro término que, aunque no es consecuencia de la pandemia, pues existía ya con anterioridad, pero del que sí se habla ahora mucho más es el síndrome post-UCI. ¿Cómo lo definiría exactamente?

- Es verdad que es algo que ya se describió mucho antes de la pandemia, pero evidentemente se ha aumentado durante la pandemia. El término responde a las alteraciones físicas y psíquicas que experimentan los pacientes tras su ingreso en las unidades de cuidados intensivos tras un tiempo prolongado, sobre todo, los que han requerido soporte de órganos como la conexión a un respirador. Paliar y controlar sus efectos es una tarea ardua en la que trabajan desde hace años los profesionales de medicina y enfermería de los servicios de Medicina Intensiva de nuestro país, pero la pandemia del Covid ha complicado desarrollar los programas y protocolos ya establecidos. Sin duda es una labor más de los profesionales de cuidados intensivos que digamos tienen tres patas de asistencia: la UCI como tal, las unidades de cuidados intermedios y la atención del paciente después del ingreso en las consultas de pacientes con este síndrome.

"El sufrimiento por la soledad en la UCI ha potenciado la corriente de humanización que ya habíamos empezado"

- ¿Cuáles son los pacientes de riesgo detrás de este síndrome?

Son aquellos pacientes que tienen una estancia larga. Ese el principal factor de riesgo. Luego el haber estado conectado a un sistema de ventilación mecánica, que hace que que durante mucho tiempo los pacientes tengan que estar dormidos, con fármacos para que no puedan moverse porque es parte de su abordaje terapéutico, y ese es otro de los factores que también hace que se desarrolle este síndrome. Hay un factor más, estos pacientes quedan con muchos problemas de movilidad, es algo que demandamos mucho y que es la presencial del fisioterapeuta en las UCI. Es un facto clave para que muchas secuelas neuromusculares se puedan ver reducidas. Se está trabajando en mejorar esa asistencia, pero lo ideal sería que estuviera los siete días a la semana pata atender a los pacientes. Aunque los tenemos no siempre están disponibles de una manera más continua.

- ¿Qué lugar ocupa Sevilla en el mapa de la Medicina Intensiva? ¿Se adaptan aquí los avances que se van produciendo en el abordaje, por ejemplo, de este síndrome?

- La terapia nutricional que tienen los pacientes en UCI es un factor en el que se está avanzando mucho y que, en cierto modo, disminuye la gravedad de este síndrome. Por otro lado, los avances en la humanización. Está demostrado que todo el tiempo que los pacientes puedan estar acompañados de sus familiares es siempre beneficioso porque reduce la angustia y ansiedad y eso repercute en su evolución. También lo avances en los sistemas de ventilación mecánica están contribuyendo a una disminución de los efectos y secuelas posteriores. Otros factores que implican una menor gravedad de este síndrome son el facilitar el sueño en la UCI, es clave no perder el sueño vigilia. Son líneas de trabajo en las que estamos avanzando para que desde su ingreso en la UCI se pueda reducir la posible aparición del síndrome post-UCI y, sobre todo, la gravedad y duración del mismo.

¿Cuál diría que es uno de los principales retos de la Medicina Intensiva del presente y futuro?

- Pues se ha hablado mucho en este congreso de la necesidad de la especialidad de la enfermería intensiva. No existe y se ha puesto de relieve su necesidad a lo largo de la pandemia porque las enfermeras son esenciales en la unidad, pero se trata de una enfermería formada y preparada, es decir, que conozca los tratos del paciente crítico que tiene unas características muy distintas a las de los pacientes atendidos en el resto de servicios del hospital. Es una demanda, no sólo de la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias sino también de los médicos intensivistas. Ese es uno de los principales retos de la Medicina Intensiva, que se reconozca en España la especialidad de la enfermería intensiva que es clave en el día a día de una UCI.

- ¿Qué se han llevado los intensivistas de este congreso del reencuentro tras los dos años de pandemia?

- Creo que lo que todo el mundo se lleva en su mochila es mucho aprendizaje. Poner en común puntos que se han desarrollado en momentos de extrema asistencia siempre es muy positivo y eso es un empuje para que, con mucha ilusión, se siga trabajando para seguir haciendo las cosas mejor. Seguir aprendido y atendiendo mejor a nuestros pacientes es lo primero y seguir creciendo dentro de nuestro colectivo también, el poder reflejar el alto nivel científico técnico que tenemos en las publicaciones científicas y en los trabajos de investigación.

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