Sevilla

La mafia georgiana y su conexión con Sevilla

  • La detención de dos ladrones de pisos de la ex república soviética vuelve a centrar las sospechas sobre la organización de los Kanonieri Kurdu y sus ramificaciones

La presencia de la mafia georgiana en Sevilla es cíclica. Cada cierto tiempo, un grupo de delincuentes de esta antigua república soviética se desplaza a la capital andaluza para entrar a robar en todos los pisos que pueden. Cuando consideran que han sustraído lo suficiente como para despertar las sospechas de la Policía, se marchan a otra ciudad. Por eso es muy difícil detenerlos, puesto que sólo pasan periodos cortos de tiempo en la ciudad.

A pesar de la dificultad, a veces son detenidos. Una mujer que vio un trozo de plástico colocado en la rendija de su puerta llamó a la Policía al sospechar de que podía tratarse de un testigo, un objeto colocado en la puerta para comprobar que la vivienda estaba vacía. La Policía montó una vigilancia sobre la casa y, a las doce horas, aparecieron los ladrones para comprobar que el testigo seguía puesto. Fueron arrestados. Eran dos ciudadanos georgianos de 46 y 54 años. Llevaban consigo 19 ganzúas y más trozos de plástico para utilizarlos tanto como testigos como para abrir puertas por el método del resbalón. Unas formas de operar propias de la banda de los Kanonieri Kurdu, una rama de la mafia georgiana formada por ladrones de pisos que se mueven por toda Europa.

El dinero obtenido con los robos se manda a una caja común de la red en Georgia

Esta organización ha tenido en determinados momentos una infraestructura estable en Sevilla. A finales del año pasado fue detenido en la capital andaluza Eisha Meshveliani, uno de los líderes de la mafia georgiana, considerado la mano derecha de Spartak Japaridze, un capo que está siendo buscado por policías de media Europa y se piensa que está oculto en Italia. La presencia de Meshveliani en Sevilla podía revelar dos cosas. La primera es que se mudara aquí desde Madrid creyendo que podía eludir la vigilancia policial. La segunda es que estuviera intentando montar una célula de la organización en la capital andaluza. Que sólo fuera arrestado él en Sevilla -en el marco de una operación que a nivel nacional se cerró con medio centenar de detenidos- indicaría que esa célula estaría todavía en una fase muy embrionaria. Lo cierto es que nueve meses después han caído otros dos ladrones de la misma nacionalidad.

Balance de criminalidad Balance de criminalidad

Balance de criminalidad

Desde finales de mayo hasta mediados de julio, los dos últimos detenidos robaron en al menos medio centenar de viviendas de Sevilla Este, Nervión y la Macarena. Son, por tanto, los responsables del incremento de estos delitos en el segundo trimestre de 2017, periodo en el que los robos en domicilios han crecido en torno a un 11%. Pese a ello, el juez del caso los ha dejado en libertad. No hay constancia de que hayan vuelto a robar en Sevilla, por lo que lo más probable es que se hayan marchado a otra ciudad, o incluso a otro país.

Fueron detenidos por el Grupo de Robos de Sevilla, que acumula ya una vasta experiencia en la lucha contra los ladrones georgianos. De hecho, una de las principales operaciones policiales contra estas bandas se desarrolló en Sevilla en el verano de 2014, cuando fueron arrestadas 15 personas que cometieron más de 600 robos en viviendas en apenas unos meses.

Tipos de delitos Tipos de delitos

Tipos de delitos

Los georgianos están especializados en abrir puertas sin forzar las cerraduras. Utilizan técnicas de cerrajería profesional como pueden ser el bumping o el impresioning. Para el primer método los ladrones tienen que tener una llave de una determinada marca de cerradura. Esa llave ha de estar hecha con la posición más baja a la que llegan los pistones de la cerradura. Cuando se la golpea con un martillo u otro objeto, se separan los pistones de los contrapistones y se libera el giro de la llave.

El sistema del impresioning es el que utilizaba la banda desmantelada hace tres años en Sevilla. La sentencia de la Audiencia de Sevilla por la que se condenaba a los quince miembros de la misma explicaba este método, hasta entonces inédito en España: "Consiste en marcar las cerraduras mediante la introducción de un molde o señal en las mismas que permitiría, una vez vigilada y constada la ausencia prolongada de sus moradores, extraer un molde para fabricar con instrumentos de precisión de cerrajería una llave idéntica a la original a partir del mismo, que posibilitaría abrir la cerradura y entrar en la vivienda, desvalijándola". Lo único que el propietario de la vivienda notaría raro al llegar a su casa es que la puerta sólo estaba cerrada sin que le hubieran echado la llave.

La investigación del Grupo de Robos de la Policía Nacional permitió conocer cómo funciona la mafia georgiana, que siempre presenta una estructura piramidal. En la cúspide están los dirigentes de mayor importancia, que se denominan a sí mismos kanonieri qurdi (traducido como ladrones en ley). Éstos suelen estar siempre en Georgia y toman las principales decisiones operativas. En un segundo escalón estarían los smotryachi o jefes nacionales. Aquí podría ubicarse a Meshveliani. En un tercer estrato están los paleogenet o jefes regionales, que tienen acceso a la caja común u obshchak.

A esta caja común, ubicada en Georgia, tienen obligación de realizar aportaciones económicas todos los miembros de la organización. De ella sólo pueden hacer uso mediante autorización del jefe regional, que a su vez ha de pedir permiso a los niveles superiores, para sufragar los gastos de alquiler, desplazamientos, manutención y, especialmente, las fianzas y las minutas de los abogados en el caso de que alguno de los miembros de la red fuera detenido. En el escalón más bajo de la organización se encuentran los chestiorki o peones. Algunos de ellos son toxicómanos reclutados en Georgia, que viajan por diferentes países europeos y por diferentes ciudades españolas de modo itinerante, provistos de pasaportes y documentos de identidad falsos, vehículos con matrículas de otros países y útiles de cerrajería.

La organización tiene su propio código de conducta. Entre sus normas está el no trabajar y vivir sólo de la actividad ilícita, así como la obligación de apoyar a otros miembros de la banda. Otros principios son mantener el secreto absoluto sobre sus cómplices y enseñar a los nuevos sus técnicas y habilidades delictivas. Algunos jefes llevan tatuajes con los que refuerzan su pertenencia a la organización, como una estrella de ocho puntas, un murciélago, las iniciales de la palabra lobo en ruso o la cruz ortodoxa en los dedos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios