Las médicas toman el mando en Sevilla y son ya el 56,7% de los facultativos en activo
El último informe de la Organización Médica Colegial de España indica que hay 6.068 mujeres ejerciendo en los centros sanitarios de la provincia frente a los 4.630 hombres
Por contra, la igualdad aún no llega a los puestos directivos y a ciertas especialidades
Uno de cada cuatro médicos en activo se jubilará en los próximos diez años
El mapa sanitario español dibuja un cambio de paradigma. La feminización de la Medicina es ya un hecho consolidado. De acuerdo con el informe de demografía médica de la Organización Médica Colegial de España (OMC) correspondiente a 2025, el 59,3% de los médicos en activo en España son mujeres, lo que supone 163.581 profesionales, frente a los 112.382 hombres. Si se tiene en cuenta el total de colegiados, incluyendo jubilados, el porcentaje femenino baja al 54,6%, reflejo de cómo las nuevas generaciones están transformando la profesión.
Este proceso de feminización tiene su raíz en las facultades. El 71% del alumnado de Medicina son mujeres, un porcentaje que ha crecido de forma constante desde los años setenta, cuando las estudiantes comenzaron a abrirse paso en las aulas de bata blanca. España es, además, el país con más facultades de Medicina del mundo (38 públicas y 15 privadas), lo que amplifica el impacto de esta tendencia.
En Sevilla, el fenómeno se refleja con nitidez. A julio de 2025, el Colegio de Médicos contaba con 12.775 profesionales colegiados, el 4% del total nacional. De ellos, 6.550 son mujeres (51,3%) y 6.225 hombres (48,7%). Entre los médicos en activo (10.698), la brecha se amplía: el 56,7% son mujeres y el 43,3% hombres.
El cambio ha sido vertiginoso. En 2011, los hombres seguían siendo mayoría, y no fue hasta 2024 cuando las médicas superaron por primera vez a los médicos (6.309 frente a 6.150), tras un punto de inflexión en 2023, cuando la cifra se equilibró casi al milímetro. Sin embargo, Sevilla aún está por debajo de la media nacional de mujeres médicas (59%), lo que la sitúa entre las provincias más masculinizadas.
Mientras, el relevo generacional continúa. Andalucía fue en 2025 la segunda comunidad que más plazas MIR ofertó, con 1.465 (el 16,3% del total nacional). Sevilla lideró la oferta andaluza con 343 plazas, siendo el hospital Virgen del Rocío el centro con más vacantes (92).Este impulso formativo, unido a la feminización universitaria, refuerza la tendencia a corto y medio plazo.
Sin embargo, la presencia femenina se diluye conforme se asciende en la jerarquía profesional. En las jefaturas de servicio, el 72% sigue ocupado por hombres, y en las jefaturas de sección, el 64%. La especialización también muestra sesgos: ellas dominan en análisis clínico y bioquímica (83%), pediatría (76%), ginecología y obstetricia (72%) y psiquiatría infantil (69%). En cambio, siguen siendo minoría en cirugía ortopédica (29%), urología (33%) o cirugía cardiovascular (34%).
La feminización de la Medicina, advierte la OMC, plantea “importantes desafíos por resolver”. La conciliación familiar, la maternidad y la lactancia siguen siendo factores que afectan de forma desigual. Virginia Izura, vicesecretaria de la OMC, subraya que “hay que reestructurar el sistema sanitario para que una mujer médica que quiera ser madre pueda conciliar su vida y su profesión”.
Desde el Consejo Andaluz de Colegios Médicos se insiste, además, en la necesidad de proteger el riesgo durante el embarazo y la lactancia, y de revisar el modelo de guardias de 24 horas, una "aspiración legítima" para hombres y mujeres.
Por otro lado, el informe también indica cómo el corte generacional se ha desplazado. Si en su última actualización en el año 2017 los hombres predominaban a partir de los 55 años, en 2025 lo hacen a partir de los 65. Por debajo de esa edad, las mujeres ya son mayoría. En los grupos más jóvenes -menores de 35 años-, dos de cada tres médicos colegiados son mujeres. En la última década, su número ha crecido un 46,6%, pasando de 115.378 en 2014 a 169.100 en 2024.
Todo apunta, por tanto, a un futuro inequívocamente femenino. Pero el desafío no es numérico, sino estructural: convertir la feminización en igualdad real. Porque, aunque las batas sean cada vez más femeninas, los despachos donde se toman las decisiones siguen teniendo nombre de hombre.
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