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La lluvia regresa este fin de semana a Sevilla

El mejor cuadro costumbrista

Trece procesiones eucarísticas recorrieron ayer la ciudad · La jornada estuvo llena de contrastes, desde el bullicio del barrio de Triana a la solemnidad de la Magdalena

El mejor cuadro costumbrista
Diego J. Geniz

15 de junio 2009 - 05:03

Trece procesiones eucarísticas recorrieron ayer Sevilla en una jornada que sirvió de epílogo a la festividad del Corpus. La cera roja tiñó las calles alfombradas de romero en el centro y los barrios más alejados. Mañana de calor y grandes contrastes. Desde el bullicio de Triana a la intimidad del Patio de los Naranjos de la Catedral. Domingo de Corpus, el mejor cuadro costumbrista.

Las elevadas temperaturas y el bochorno incesante de los últimos días no faltó a la cita. Desde muy temprano la calima quiso acompañar a una jornada que guarda aún el sentido de la mesura, con escenas más propias del sepia que de los modernos ajustes del Photoshop y otras virguerías digitales. El sentido de la justa medida -tan difícil en estos tiempos- se conserva en este domingo eucarístico en el que la espera para ver un cortejo no sobrepasa los 20 minutos. Toda una lección de equilibrio.

Hay estampas con grandes trazos añejos en esta mañana. El Corpus de la parroquia de la Magdalena cuando recorre la plaza del Museo dibuja una escena tan pintoresca que supera en costumbrismo a los cuadros de los artistas noveles y bohemios que exponen sus obras cada domingo en este enclave.

Avanza el cortejo entre lienzos y alfombras de sal que prepararon los hermanos del Museo. El altar del coleccionista Mariano Bellver es todo un alarde de exquisitez. Plata, oros, encajes y rostros de admiración en el zaguán de esta casa palacio. La escena de la procesión se perfila con detalles minuciosos: el búcaro de barro con el que el aguaor del paso del Dulce Nombre de Jesús alivia la sed de los costaleros, o el elegante saludo de los integrantes del cortejo, quienes optan por una leve inclinación de cabeza en lugar del monocorde movimiento de muñeca que algunos acompañantes repitieron hasta la saciedad la mañana del pasado jueves.

Se suceden las escenas costumbristas en este domingo. La más genuina la pinta Triana con su Corpus, uno de los más antiguos que recorren la ciudad. Macetas de pilistras, mantones y colchas de España, Portugal y Gibraltar reciben al Santísimo entre repetidos Niños Jesús de la Fábrica de Olot, que son pieza indispensable para exornar los altares. A estos adornos se unen las cadenetas de flores blancas y las colgaduras verdes colocadas para conmemorar las bodas de plata de la coronación de la Virgen de la Esperanza que, una semana después, aún permanecen. Los vestidos de primera comunión y los sones de las bandas acaban de dibujar este cuadro donde la espontaneidad es su mejor pincel.

Pero no sólo Triana y la Magdalena conforman la acuarela de este día. Hay barrios, en los que a pesar de su juventud, también se pintan escenas añejas. En el Tiro de Línea, en Nervión y en el Polígono de San Pablo, en los que sus Corpus concita cada año más gente, o en Los Bermejales, donde Eloy Caracuel, párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Mar, trajo los mejores sones que se pueden escuchar en las Marismas para acompañar al Santísimo: un grupo de tamborileros de Villamanrique de la Condesa.

También hay procesiones nuevas en barrios viejos. Es el caso de la Alfalfa, donde cada vez se perfila mejor el cortejo que sale de la iglesia de San Isidoro, desde los niños carráncanos hasta la representación del clero. Y en la parroquia del Sagrario, en la que este año el cardenal de Sevilla ha oficiado la función, la procesión discurre por la mejor escena: el Patio de los Naranjos de la Catedral, que ayer dio a los asistentes el frescor para la que fue creada hace bastantes siglos.

Las procesiones entran en sus templos. El calor aprieta. Es casi imposible permanecer más tiempo en las calles, que en pocos segundos quedan desiertas. Hay que refrescar el gaznate en la taberna más cercana. Ya sea del centro o de barrio. Chaqués y corbatas al refugio de la barra. Es la hora de la hacer la crónica. Sin duda, la última y más genuina escena del día.

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