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Reservas de agua

Uno de los mejores agostos en los embalses que abastecen Sevilla

  • Las reservas están 11 puntos por encima del año pasado gracias a las abundantes lluvia y al calor moderado

El Gergal desembalsando agua a principios de marzo.

El Gergal desembalsando agua a principios de marzo. / Antonio Pizarro

Los embalses que abastecen a Sevilla viven uno de los mejores agostos de los últimos años. La comparativa con 2017 despeja todo tipo de dudas al respecto. Las copiosas precipitaciones de la pasada primavera y un verano sin demasiadas olas de calor han aumentado las reservas, de manera que hay agua garantizada para el consumo humano hasta 2022. Los embalses con mayor volumen son los que se encuentran en la cabecera (Aracena y Zufre), mientras que los de la cola están en niveles inferiores a los del ejercicio anterior. La situación es mucho mejor que la del conjunto andaluz, donde hay cuencas que están a la mitad de su capacidad.

Estado actual de los embalses que abastecen a Sevilla. Fuente: Emasesa. Estado actual de los embalses que abastecen a Sevilla. Fuente: Emasesa.

Estado actual de los embalses que abastecen a Sevilla. Fuente: Emasesa. / Dpto. de Infografía

Hace un año los pantanos del Rivera de Huelva y el Viar (los dos ríos de los que se suministra la capital andaluza) estaban al 72,5% de su capacidad. El agua embalsada era de 464,8 hectómetros cúbicos. El verano de 2017 estuvo marcado por las altas temperaturas. Raro era el día en que no se alcanzaban los 40 grados. El levante soplaba constantemente. Un calor que vino precedido de una primavera bastante seca. El otoño siguiente siguió la misma tónica. La falta de precipitaciones hizo saltar las alarmas. En febrero se dieron los primeros avisos a los regantes. Si no llovía, habría que restringir el agua para el riego. Todo cambió días después. Con la llegada de marzo comenzó la sucesión de temporales que marcaron la primavera. En un solo día se recogió agua para seis meses. Se volvía a ver una estampa que no se contemplaba desde hacía años: el Gergal, el embalse de cola del Rivera de Huelva, aliviando.

A una primavera tan húmeda ha continuado un arranque de verano bastante inusual. Especialmente junio y julio, meses en los que pocas jornadas superaron los 35 grados. Tales circunstancias han provocado que agosto se afronte con unas reservas que hacía años que no se registraban. El sistema de abastecimiento contaba ayer con 536,18 hectómetros cúbicos de agua embalsada, es decir, el 83,6% de la capacidad total. Dicho porcentaje supone un incremento de 11 puntos respecto a la situación en la que se encontraban los pantanos que suministran Sevilla el mismo día del año pasado. Si las circunstancias meteorológicas cambiaran (es decir, que dejara de llover), habría recursos garantizados para cuatro años.

Si se analiza la situación por embalses, los que más recursos tienen son los de cabecera. El de Aracena está al 90% de su capacidad, casi 20 puntos más que hace un año, cuando sus reservas llegaban a los 93,54 hectómetros cúbicos. Este volumen asciende ahora a 116 hectómetros cúbicos. En el pantano de Zufre el incremento ha sido similar. Del 75% de su capacidad se ha pasado a casi el 93%, con 162,5 hectómetros cúbicos. La situación cambia en los que se encuentran a la cola, que es de donde primero se aprovecha para el abastecimiento y los que, por condiciones climatológicas (al estar más alejados de la sierra), sufren más las consecuencias de la evaporación. El de la Minilla está al 66%, es decir, 12 puntos por debajo de hace un año, con 38 hectómetros cúbicos. El del Gergal, el más pequeño de todos, está al 73,8%, casi 20 puntos menos que en 2017. Sus reservas al día de ayer eran de 25,85 hectómetros cúbicos.

Los otros dos embalses que abastecen Sevilla son el de Cala (cuya función principal es la generación de electricidad), que está al 56,8% de su capacidad, y el de Melonares, en la cuenca del río Viar, que se encuentra 14 puntos por encima del año pasado, con 160,28 hectómetros cúbicos, el 86,4% de su volumen total. Este pantano es el mayor de todos. Se proyectó a finales de los 80 y se inauguró en 2015.

La situación dista, por tanto, mucho de la que se vivió a finales de febrero, cuando hubo que decretar el estado de prealerta por sequía, situación a la que se llega cuando las escasas lluvias no cubren el agua que se consume. El fantasma de las restricciones, por tanto, se aleja. En este punto conviene recordar que al inicio del actual año hidrológico (que comenzó el 1 de octubre de 2017) el agua embalsada era del 60% de la capacidad total del sistema de abastecimiento. En una semana este porcentaje se incrementó hasta superar el 80%. El suministro garantizado hasta 2020 aumentó dos años más. No en vano, en siete días se habían recogido 136 hectómetros cúbicos, cantidad equivalente al consumo de la ciudad hispalense en un año.

Tales registros, no obstante, quedan lejos de los alcanzados en 2010, cuando los embalses del Rivera de Huelva recogieron el mayor volumen de agua desde 1963. Aquel invierno estuvo protagonizado por constantes inundaciones en municipios como Écija y Lora del Río.

Emasesa insiste en la necesidad de moderar el consumo de agua, un recurso limitado, especialmente en la época de mayor abastecimiento, pues a un ciclo lluvioso suele seguir otro mucho más seco.

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