Obituario

En memoria de D. Fernando Reyes Rico

  • El autor evoca al sacerdote que murió el pasado martes a los 49 años de edad

El sacerdote Fernando Reyes Rico

El sacerdote Fernando Reyes Rico / M. G. (Sevilla)

Te has marchado sin avisar, sin despedirte. ¡Qué difícil se nos está haciendo tu ausencia, querido Fernando!Cuando tengo que pensar en mi compañero Fernando Reyes (sacerdote), cuando tengo que orar por él, presentarlo ante Dios en la mesa del Altar estos días, me viene al corazón esa afirmación de fe del génesis: “Y vio Dios que todo era bueno”.

En el fondo todos somos caminantes en nuestra vida, peregrinos y cuando nos encontramos personas que lo hacen más fácil, solo podemos tener palabras de gratitud.

Y Fernando era una de esas personas que me han hecho la vida más fácil: con su gracia, porque la tenía “tela”, como decimos por aquí, sabía escuchar, era servicial y siempre me impresionó el recogimiento, la elegancia y la devoción con que celebraba la Santa Misa. El cuidado y la limpieza de los ornamentos litúrgicos, resaltando por supuesto el Sagrario. Fue un sacerdote siempre en sintonía con Dios y la Santísima Virgen María.

Fue uno de mis primeros amigos en Sevilla, allá por Diciembre del año 92, recién aterrizado de Barcelona y Pamplona. Me enseñó las costumbres y tradiciones de nuestra querida y siempre mariana ciudad de Sevilla. Podría escribir miles de anécdotas de Fernando, pero por falta de espacio no es posible. Lo diré en pocas palabras: “Sacerdote de Jesucristo bueno y piadoso”

Una de las razones porque las que el hombre busca a Dios es porque vemos morir a nuestros seres queridos y sabemos que nosotros también vamos a morir. Podemos tener miedo a la muerte, por mucha fe que tengamos, y al sufrimiento más. 

Ante la muerte caben dos actitudes:

1) Lamentarnos de por vida.

2) Ser capaces de experimentar que la muerte no tiene la última palabra.

La muerte no es una puerta ante un abismo al que caemos, con la muerte vamos aprendiendo que el dolor es sólo la llave santa de tu santa puerta.

Gracias Fernando, sin duda tu vida sacerdotal ha sido un regalo, descansa, volveremos a encontrarnos allí donde solo Dios basta. Te has marchado sin avisar…

“Y vio Dios que todo era bueno…” solo eso al final de tu vida. Gracias.