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Rioja y Oro
En una caja de la Despensa de Palacio. Sí, como lo leen. En ese envoltorio de tanta belleza que salvaguarda los productos delicatessen de la marca estepeña. Los años de estancia en Madrid no le han robado a la vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, el arraigo a su tierra. Es difícil que pierda el vínculo con sus raíces. El más mínimo elemento le recuerda a Sevilla. Y así lo deja entrever este viernes al visitar el taller de encajes que Alfonso Aguilar posee en el corralón de la calle Goles. Mientras el maestro bolillero explica cómo confecciona la filigrana de hilo de oro sobre el mundillo (instrumental así llamado por ir girando), la ministra de Hacienda fija la mirada en la estantería donde se guardan los utensilios. "Una caja como ésa, de la Despensa de Palacio, es la que uso para los complementos de flamenca", afirma la socialista sevillana.
La vicepresidenta del Gobierno acude esta mañana de vísperas de Feria a uno de los rincones más auténticos y de mayor encanto (del de verdad y no del que venden en los paquetes turísticos) de la ciudad. La expectación mediática es máxima. Medios nacionales y regionales le preguntan por cuestiones políticas. Montero habla de Ábalos, Illa y Moreno. Pero lo que la trae al corralón de Goles es la confirmación de la buena nueva a uno de los gremios que más identifican a Sevilla: los artesanos del Arte Sacro. A partir de ahora tributarán con un IVA del 10% (once puntos menos) y tendrán epígrafe propio en el Impuesto de Actividades Económicos (IAE). Dos objetivos marcados por la Asociación Gremial Sevillana de Arte Sacro desde su fundación.
El presidente de esta entidad, Francisco Carrera Iglesias (Paquili en el globo terráqueo), hace de anfitrión en la visita, a la que acuden varios artesanos y una importante comitiva de políticos del puño y la rosa en el día en que la Justicia confirma que al otrora poderoso PSOE andaluz no le queda ya posibilidad alguna de recuperar este año la caseta en el Real de Los Remedios. Entre ellos, se encuentran el secretario regional del partido, Juan Espadas; el presidente de la Diputación, Javier Fernández; y el portavoz socialista en el Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Muñoz.
La primavera -estación odiosa para los alérgicos como yo- ha estallado en las macetas y parterres del corralón. La ministra Montero lo percibió el pasado jueves, al bajarse del AVE en Santa Justa: "¡Cómo huele Sevilla, es algo único!". La vicepresidenta, a la que muchos ya apuntan como futura capitana de un PSOE andaluz en horas bajas, empieza el recorrido por el taller de orfebrería de los Hermanos Delgado. Estos artesanos del cincel tienen en pocos minutos otra cita para presentar una nueva obra: la presea de la coronación canónica de la Virgen de la Piedad de Albaida del Aljarafe, uno de los pueblos sevillanos donde la religiosidad popular se vive de forma más apasionada, con su recital de piques entre verdes y morados.
La reciben José y Ángel. El tercero de los hermanos orfebres, Francisco, se encuentra en la mesa de trabajo, donde se detiene la ministra. Está terminando el puñal para una dolorosa. Al taller han llegado los respiraderos de la Virgen de la Estrella, obra de Jesús Domínguez de mediados del siglo pasado y que suponen un referente en este arte. Francisco conversa con Montero, a la que le entrega una estampa del Gran Poder, que la socialista guarda con cariño. Los Delgado acuden cada viernes a misa de 8:00 en la basílica del Señor. Este viernes también lo han hecho. A Dios lo que es de Dios y al César, lo del César.
"Las principales beneficiadas van a ser las hermandades porque se les van a abaratar los enseres", me explica al oído Paquili (los estampados de sus chaquetas son siempre una fantasía) para hacer constar la importancia de la rebaja del IVA del 21% al 10%. También la tiene el nuevo epígrafe en el IAE, para lo que han seguido el camino emprendido en su día por los artesanos falleros. "Con esta novedad se dignifica la profesión", defiende el bordador, que me recuerda que es un gremio que hasta ahora tributaba con el epígrafe genérico de autónomo o como empresa siderúrgica, en el caso de los orfebres.
La visita continúa en el taller de Alfonso Aguilar. Montero se sorprende al tener entre sus manos un encaje de bolillo con hilo de oro. "¡Qué preciosidad!". Asegura que en su día practicaba manualidades, pero que "ya la vida no me da 'pá' más". Es lo que tiene ser segunda de abordo del Gobierno de España. En el libro de visitas escribe una larga dedicatoria a este artesano del encaje, que tiene entre otros cometidos elaborar la malla del nuevo palio de la Virgen de la Paz.
La ministra -con pantalón negro y blusa de raso fucsia con cuello drapeado- acaba el recorrido por este corralón de hermosa decadencia. Se marcha con un aplauso de los artesanos por lo conseguido. No falta un beso de Paquili en su mano derecha para despedirla. Y una sonrisa nada forzada en el rostro por el recibimiento. No puede negarlo. Montero se siente a gusto en Sevilla. Cada vez más.
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