Menos misiles y más serranitos del Menta

¿A nadie se le ha ocurrido poner un foodtruck de serranitos del Menta en la cumbre de la ONU? Un camión de esos modernitos que ahora ocupan las áreas de restauración de conciertos, festivales y eventos deportivos. Si entre los objetivos de la organización estaba sorprender a los 12.000 asistentes con delicias de la gastronomía local, lo más lógico habría sido poner a disposición de los participantes tiradores congelados de la cervecería Arturo, tapas de carne con tomate de La Visueña y, por supuesto, el clásico bocata del Menta. Ese templo del ali oli donde más de un líder mundial se daría tortas para coger una mesa.

Entrar en el Palacio de Congresos y Exposiciones (Fibes) es como acceder a un aeropuerto. Bandejas por doquier para dejar las botellas con líquidos, portátiles y metales. Controles aleatorios y el aire acondicionado a 12ºC, un iglú en el que los esquimales encontrarían su razón de ser. De ese micromundo que se ha establecido en el edificio es complicado salir para dar una vuelta entre sesión y sesión, pero mucho más complejo es entrar con el perímetro kilométrico de seguridad que rodea el inmueble. Hecho que dificulta que los asistentes de los más remotos países puedan conocer las bondades del barrio de Sevilla Este, mucho menos buscar un bar bajo el asfixiante sol.

Si la gastronomía es un lenguaje universal, en el interior de Fibes se da cuenta de ello. Las reuniones más importantes se desarrollan con un plato por delante. En cualquier sitio. Bancos, sofás, poyetes y mesas con sillas improvisadas en medio del pasillo. Sorprende que no haya ni un rincón vacío y eso que el Palacio de Congresos y Exposiciones es magnánimo.

Ensaladas y arroces

Tampoco es de extrañar que el restaurante esté atestado a todas horas. Desde bien temprano. Ojo, que en esta Torre de Babel de Sevilla Este cada uno tiene su horario y se respeta de manera escrupulosa. Los europeos del norte son los primeros en llegar y los españoles, claro, los que lo cierran. El Mercado del Barranco es el encargado de ofrecer el menú que, por el módico precio de 11 euros, oferta primero, segundo y postre. Todo ello regado con refrescos, agua o una Cruzcampo.

En el apartado de los entrantes se puede elegir entre cuatro ensaladas: de la Huerta, un clásico sin mucha gracia; caprese, para los -haska #foodie- amantes de la cocina mediterránea; de pollo, para los que se atreven pero no mucho y de garbanzos, guiño a Oriente Medio. También se puede optar por un arroz tres delicias, que bien podría entrar en el listado de los principales, donde se puede escoger entre verduras, marisco y carne. Las vistas de este restaurante miran hacia un hermoso secarral -entiéndase la ironía- que invita a no pasar mucho tiempo y volver al iglú.

Ciertamente, a la cumbre de la ONU le falta un punto hispalense. Se habla del Compromiso de Sevilla, del Plan Sevilla y de la Plataforma de Sevilla para la Acción. Ejes con el nombre de la ciudad por bandera y que, de la teoría a la práctica, vertebrarán cuantas negociaciones se alcancen durante esta semana. Pero no hay mejor acuerdo que el que se consigue con el estómago lleno. Si El Pali estuviera entre nosotros, lo tendría claro: "Menos misiles y más serranitos del Menta".