Calle Rioja

Las nanas de la marginación

  • Compromiso. En el aniversario de la beatificación de Ceferino, primer gitano que sube a los altares, sonó poderosa la voz de Esperanza Fernández y las críticas a la Administración

Esperanza Fernández y el resto de artistas en la misa por el beato Ceferino en la parroquia de las Letanías.

Esperanza Fernández y el resto de artistas en la misa por el beato Ceferino en la parroquia de las Letanías. / Víctor Rodríguez

FUE una misa especial por muchos motivos la que el domingo tuvo lugar en la parroquia San Pío X del barrio de Las Letanías, en el Polígono Sur. Especial por los cantes de Esperanza Fernández, sus nanas y seguidillas del Cordero de Dios, con Paco Cruz y Jesús Heredia; especial porque desde hace 22 años, cuando Juan Pablo II beatificó a Ceferino Giménez Malla El Pelé, el primer gitano que sube a los altares, se celebra esta misa en San Pío X.

Una reivindicación de los derechos de la comunidad gitana el mismo fin de semana que el Papa Francisco se reunía en Transilvania con los gitanos de Rumanía. Lo que hizo realmente especial esta celebración fueron las cosas tan rotundas que se dijeron, sin salirse un milímetro de la doctrina social de la Iglesia.

Como todos los años, la preparó con mimo Emilio Calderón, párroco de San Pío X, más de tres décadas bregando con personas marginadas, y capellán del Psiquiátrico Penitenciario. La víspera este sacerdote celebró una misa en la Capilla de los Estudiantes de la Universidad Hispalense.

Ceferino Giménez Malla (1861-1936) era un gitano que se dedicaba a la trata de caballos y la artesanía de cestos de mimbre que en 1902 ingresó como laico en la Orden Franciscana Seglar. Figura entre los mártires de la Iglesia: fue fusilado en agosto del 36 con un rosario en la mano en el cementerio de Barbastro. Una población en la que según cuenta Paul Preston en El holocausto español mataron a todos los curas y seminaristas de la diócesis.

La celebración la presidió Santiago Gómez Sierra, obispo auxiliar de Sevilla, con la colaboración de la delegación diocesana de Pastoral Gitana de la Archidiócesis de Sevilla y las cuatro hermandades de Penitencia de los Gitanos de Lebrija, Écija, Utrera y Sevilla.

Durante la ceremonia, entre los pasajes evangélicos, se leyó un manifiesto de denuncia y peticiones. Denuncian que después de tantos siglos los gitanos “siguen estando en exclusión social y abandonada de las administraciones públicas”. Que esas personas siguen viviendo “sin esperanza de un cambio en su dinámica personal, social y familiar”.

Organizaciones como Tagore han permitido que jóvenes gitanos terminaran sus estudios superiores. Un avance que encierra un retroceso. “Estos no han revertido en un compromiso por los suyos. En muchos casos, han servido para un alejamiento de su propia comunidad. Quizás hayan confundido la promoción con el desclasamiento”.

Denuncian que se acepta el deterioro “como normal en un buen grupo de la comunidad gitana, “a pesar del trabajo de muchas ong’s con subvenciones ni control ni evaluación de los programas de promoción y ayuda.Muchas de estas subvenciones están dirigidas más al pago de salarios que a resolver las situaciones por las que se pidieron”.

Piden un “compromiso evangelizador” en la promoción social y educativa. A las administraciones, representadas en la parroquia por María del Mar González, Comisionada para el Polígono Sur, les piden “que pongan en marcha programas eficaces y no como ahora que son estériles, temporales y sin evaluación de resultados”. Y piden una revisión “de todas las ayudas para que respondan a la realidad de la comunidad gitana y no a otros intereses partidistas o publicitarios”.

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