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Sevilla
  • Los ladrones sustraen estas piezas de los tubos de escape que contienen rodio, paladio y platino

  • El aumento del precio de los metales ha disparado los delitos y se cometen varios al día

  • La Policía mantiene una investigación abierta y descarta que haya bandas organizadas dedicadas a estos robos

Sevilla sufre una oleada de robos de catalizadores de coches

Juan José Fernández, del taller Escapes San Jerónimo Duramás, muestra un catalizador. Juan José Fernández, del taller Escapes San Jerónimo Duramás, muestra un catalizador.

Juan José Fernández, del taller Escapes San Jerónimo Duramás, muestra un catalizador. / Antonio Pizarro

El aumento del precio de los metales como el paladio ha provocado una ola de robos de catalizadores de coches, una pieza del tubo de escape del vehículo que contiene éste y otros metales. Los catalizadores están compuestos de un revestimiento de cerámica y en el interior hay paladio, rodio y platino. El primero de estos elementos ha subido su valor enormemente en los últimos meses, hasta el punto que ha superado al oro. Esto ha desembocado en una auténtica oleada de robos no sólo en Sevilla, sino en toda España.

El catalizador es una especie de filtro, un dispositivo que sirve para controlar y reducir la emisión de gases tóxicos del vehículo. Hay coches que lo tienen incorporado en una estructura interna, más difíciles de robar porque había que causar un grave destrozo al vehículo. Pero hay otros modelos que lo llevan en la parte baja del coche, soldado al tubo de escape. Estos son los que se están sustrayendo. 

Fuentes de la Policía Nacional confirmaron a este periódico este repunte de robos de catalizadores y explicaron que hay una investigación abierta para poder detener a los autores de estos delitos. Todo apunta a que no se trata de una banda organizada, sino de delincuentes comunes que se dedican a sustraer estas piezas para luego revenderlas en chatarrerías o desguaces que se las compran de manera clandestina. Son ladrones que suelen actuar de forma individual, aunque sí son muy activos.

De hecho, alguno de estos robos se ha grabado en vídeos que ya están en poder de la Policía y que se están revisando para tratar de identificar a los autores de los delitos. Los robos se producen a plena luz del día, como el que se reproduce junto a estas líneas, que fue grabado el pasado fin de semana en una calle de San José de la Rinconada. En él puede verse al ladrón tirado en el suelo en el lateral del coche y manipulando algo en los bajos.

Los delincuentes suelen ir provistos de máquinas radiales o sierras portátiles, que funcionan con batería, para poder cortar las piezas. Lo hacen de forma poco delicada, causando daños en el vehículo si es necesario. Los ladrones saben ya por dónde tienen que cortar para poder extraer con cierta rapidez el catalizador. Luego, estas piezas son compradas por terceros. Se les quita el revestimiento cerámico y se les sacan los metales, que se funden y se envían a China, donde hay mucha demanda para fabricar nuevos elementos con estos materiales.

Un mecánico de Duramás explica cómo se cortan los catalizadores. Un mecánico de Duramás explica cómo se cortan los catalizadores.

Un mecánico de Duramás explica cómo se cortan los catalizadores. / Antonio Pizarro

El sistema es muy parecido al del cobre, que en su día subió de precio y provocó una verdadera epidemia de robos, hasta el punto que los ladrones se llevaban hasta las placas de los despachos profesionales, así como numerosa maquinaria y cableado que luego pelaban y extraían el metal. También pasó con el oro, sobre todo en los años de la crisis económica de finales de los 2000, cuando proliferaron los negocios dedicados a la compra de oro, sobre los que la Policía tuvo que establecer una vigilancia porque muchas de las joyas que llegaban a ellos eran sustraídas.

Los catalizadores llevan una referencia escrita, en base a la cual se sabe qué cantidad de paladio, rodio y platino contienen. Según ese número de referencia, que puede consultarse en internet, los compradores ilícitos les pagan más o menos a los ladrones. Las cantidades son muy variables, y pueden oscilar desde los 50 euros hasta los 700, según indicaron fuentes del sector.

Infografía sobre el robo de catalizadores. Infografía sobre el robo de catalizadores.

Infografía sobre el robo de catalizadores. / Departamento de Infografía.

Los ladrones están optando por robar las piezas de coches antiguos, pues son éstas las que más cantidad de metal contienen. Los nuevos siguen llevando estos elementos, pero en menor cantidad, por lo que son menos preciados para los delincuentes. Entre los coches más afectados están los Volkswagen Golf, Lupo,  Polo o New Beatle, los Seat Arosa o León y también los todoterrenos. Buscan sobre todo coches altos, en los que sea fácil poder acceder a los bajos para cortar los catalizadores.

Los robos en coches antiguos generan un problema añadido para las víctimas. Los robos los puede cubrir el seguro, pero en ocasiones el daño generado o la pieza sustraída son más caros que el valor actual del coche. En esos casos, las compañías suelen declarar los vehículos como siniestro total y sólo pagan lo que vale el coche, teniendo que ser el dueño quien corra con los gastos del arreglo. 

Este delito no es en absoluto nuevo. Ya hace más de una década, en Sevilla se robaban muchos catalizadores del Renault Clío, que también contenía metales preciados. Sin embargo, esa oleada se frenó y los delincuentes se dedicaron a otros metales como el cobre, que encontraban en otras instalaciones e incluso en el tendido ferroviario. La subida del paladio ha provocado una vuelta a aquellos robos. En 2018 hubo una vuelta de estos delitos. En aquella ocasión, las Fuerzas de Seguridad sospecharon de una banda de delincuentes del Este de Europa dedicada a ello.

Los bajos de un vehículo con el catalizador sustraído. Los bajos de un vehículo con el catalizador sustraído.

Los bajos de un vehículo con el catalizador sustraído. / Antonio Pizarro

Este periódico visitó un taller especializado en la reparación y sustitución de catalizadores, y de todo lo relacionado con el tubo de escape en general. Se trata de Escapes San Jerónimo Duramás, donde incluso suelen acudir otros talleres para colocarles los catalizadores, ya que es un negocio que tiene muchos años de experiencia en un sector tan especializado como éste.

Durante los últimos meses, los mecánicos de esta empresa han visto cómo ha crecido el número de vehículos con los catalizadores cortados que han llegado a sus instalaciones. Actualmente están recibiendo una media de doce coches a la semana. "Hemos llegado a quedarnos sin existencias y hemos tenido que pedir al fabricante, que es italiano, que nos envíe más", explica Juan José Fernández, uno de los responsables del taller.

De hecho, mientras está explicando todo lo relacionado con los catalizadores, Fernández oye el ruido de un coche que se aproxima y dice "ahí viene otro". En efecto, llega un Volkswagen Golf sin catalizador. Se distingue por un ruido inconfundible, casi de coche deportivo.

Los catalizadores también varían de precio según el modelo de coche. Una pieza normal puede costar una medida de entre 300 y 400 euros, pero hay vehículos en los que el robo provoca un daño mucho mayor. Es el caso de modelos como los Honda CRV, en los que el catalizador va provisto de unos cables y una sonda. En esos casos, el arreglo puede llegar a costar casi 2.000 euros.

Un trabajador del taller explica dónde va el catalizador en los bajos del coche. Un trabajador del taller explica dónde va el catalizador en los bajos del coche.

Un trabajador del taller explica dónde va el catalizador en los bajos del coche. / Antonio Pizarro

En esta empresa se les colocan unos catalizadores universales, que los propios mecánicos sueldan al resto del escape. Pero también sucede que, cuando se les ponen los catalizadores de origen, los vuelven a robar. Los ladrones suelen moverse por la referencia que traen las piezas, con las que se puede saber qué cantidad de metal contienen y, por tanto, cuánto les van a pagar en el mercado negro.

"La mayoría de los coches que nos llegan son vehículos ya más bien antiguos. Los nuevos tienen más tecnología y menos metales. Por eso los ladrones no los quieren. Es un problema, porque la mayoría de los coches que nos llegan son de trabajadores", añade Fernández, que explica que de momento sus proveedores no les han subido el precio a pesar del aumento de la demanda. 

Aunque la mayoría de los robos se han dado en la calle, algunos se han dado en el interior de garajes. Pero lo habitual es en la vía pública. Una zona habitual de robos son los entornos universitarios. Los jóvenes estudiantes suelen llevar coches antiguos, heredados de familiares o comprados de segunda mano, por lo que los delincuentes se mueven por las inmediaciones de las facultades desde primera hora de la mañana para sustraer estas piezas.

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