La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La intimidad perdida de Sevilla
Un palacete en la Avenida de la Palmera y una finca en el Parque Natural de Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Acaban de salir a la venta las dos grandes propiedades que tenía en Andalucía el diplomático y aristócrata Manuel Prado y Colón de Carvajal (1931-2009), una figura ligada tanto al Rey Juan Carlos durante dos décadas como a la polémica por su ingreso en prisión en los últimos años de su vida pro efecto de las condenas por los casos KIO y Wardbase.
El inmueble a la venta en Sevilla es la que fue su residencia personal y familiar. Se trata de una casa de lujo en la Avenida de la Palmera de más de mil metros cuadrados construidos sobre un terreno que alcanza una extensión de casi 2.400 metros cuadrados. Dispone de un enorme jardín, diferentes salones, cuatro dormitorios tipo suite, despacho, zona de servicio y aparcamiento para varios vehículos.
La finca está ubicada en el término de Zufre, en pleno Parque Natural de Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Se trata de una extensión de 750 hectáreas de dehesa que en su día albergaron ganadería brava, yeguada y ganadería vacuna y porcina. Tiene coto de caza mayor, un cortijo principal de unos 2.500 metros cuadrados construidos, con piscina, plaza de toros, helipuerto, capilla y diferentes casas para guardases e invitados.
La consultora inmobiliaria Buhaira Consulting, especializada en la intermediación para la compraventa de propiedades singulares, ha sido designada por la Propiedad para la comercialización y venta de estas dos propiedades.
Prado y Colón de Carvajal fue una figura imprescindible durante el reinado de Juan Carlos I, pasó los últimos años de su vida envuelto en la polémica. Tras su paso por la cárcel, comenzó a redactar unas memorias que no quiso publicar hasta años después de su muerte. Falleció en 2009 a los 78 años, fue el hombre de confianza del Rey.
Sus más de veinte años de servicio a la Corona le permitieron ser imprescindible en la vida socioeconómica de España.Fue mediador del Rey ante Ceaucescu y Santiago Carrillo en los difíciles meses de la Transición, como lo fue ante el catalán Jordi Pujol. Era el encargado de llevar los mensajes más confidenciales a la Zarzuela
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