Francisco Correal
De Sevilla a Dublín con viaje de vuelta
Mientras se conoce el resultado de la investigación emprendida por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), el testimonio de una de las personas que viajaba en el vuelo de Ryanair FR9342 Sevilla-Pisa del 16 de junio revela el tormento que tuvieron que pasar los 200 pasajeros que pasaron dos horas encerrados en el avión soportando temperaturas de cincuenta grados. Marco Pezzola es el ciudadano italiano que fue expulsado del avión por el comandante después de abrir la puerta delantera de la aeronave. Unos días después del incidente, se puso en contacto con Facua para denunciar los hechos y elaboró un relato detallado de todo lo ocurrido, del que se reproducen extractos a continuación.
El avión llevaba 200 pasajeros y a las 12:40 la temperatura exterior casi alcanzaba los 40 grados. El aparato no pudo despegar y se quedó parado en la pista por un fallo en una turbina, que también impedía el uso del aire acondicionado. "Después de una hora de espera, el calor era inaguantable. Preguntamos a los asistentes de vuelo y no nos decían nada, además tenían una actitud muy despechada. El comandante pasó dos o tres notas en inglés, pero la mayoría de los pasajeros no pudieron entenderlas", explica Pezzola, que añade que algunos pasajeros pidieron por teléfono la intervención de la Policía y una ambulancia.
"Transcurrida ya hora y media, los pasajeros empezaron a ponerse muy nerviosos. Había personas asmáticas, como mi esposa, y especialmente niños que necesitaban asistencia. Algunos pasajeros pidieron agua pero las azafatas les comentaron que no era posible. Otros preguntaron si podían bajar del avión y se les contestó que quien bajase luego no podría volver a subir. Los nervios aumentaron cuando muchos pasajeros pidieron agua sin que nadie les hiciese caso y algunos bajaron del avión para escapar de ese terrible calor. Todo el mundo sudaba muchísimo. Me levanté y le pedí a la azafata que nos dejara bajar porque la situación empezaba a ser crítica".
A las dos y media de la tarde, el comandante pidió paciencia a los viajeros y ordenó a los que habían bajado que volviesen a subir porque se iban a llevar el avión remolcado a otra zona para reparar la avería. "Durante el desplazamiento se apagaron los motores y el sistema de ventilación interna. El avión se convirtió en un horno y un pasajero tomó la temperatura con un iphone. Marcaba 50 grados. También empezó a faltar oxígeno".
Pezzola relata que los nervios iban en aumento y que los pasajeros comenzaron a gritar contra la tripulación. "A una mujer le dio un ataque de claustrofobia, dos niños tenían los primeros síntomas de deshidratación y mi esposa, asmática, empezó a encontrarse mal". Al ser desatendido por la tripulación, este ciudadano italiano se fue directamente a hablar con el comandante para pedirle que abriera las puertas. "Al parecer no le gustó mi discurso y chismorreó con el copiloto diciendo como que yo estaba loco". Fue entonces cuando decidió, llevado por un ataque de pánico, abrir la puerta delantera del avión con la palanca de mano, haciendo saltar el tobogán de emergencia. "Era la única cosa que se podía hacer. De hecho, con el tobogán desplegado, empezaron los pasajeros a salir del aparato. La situación era evidentemente crítica. Había niños deshidratados y taquicárdicos, uno de tan sólo diez meses, personas tiradas en el suelo deshidratadas y con ataques de pánico..."
El comandante, "como si fuera una acción terrorista", pidió la intervención de la Guardia Civil para que identificaran a Pezzola. "En ese momento muchos pasajeros vinieron a defenderme". A las tres y media llevaron a los pasajeros a la terminal en un autobús para darles agua y asistirles en lo que necesitaran. El vuelo salió a las 17:35, cinco horas después de lo previsto, pero el comandante no dejó subir a Marco Pezzola, que tuvo que tomar otro avión con su esposa. Ryanair le culpó del retraso.
"No volaré nunca más con Ryanair. Nadie de esta compañía se ha hecho responsable, nadie se ha preocupado por nuestra salud y de la compañía no llegó ninguna asistencia". Pezzola ya ha emprendido acciones legales contra la compañía y denunciado los hechos ante la Policía española.
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