"Mis perros han sido la razón por la que he despertado todos los días de mi vida con una sonrisa en mi cara". Esta frase de la escritora Jennifer Skiff cobra aún más sentido en días como hoy. El mejor amigo del hombre está estrechado su amistad más que nunca desde que el coronavirus forma parte de nuestras vidas. O, mejor dicho, de nuestros miedos.

Sacar al perro es uno de los resquicios que ha dejado el decreto del Gobierno. Esto hace que se conviertan en pasaportes hacia la libertad momentánea para muchos millones de personas. Los memes y chistes que ha provocado esta situación circulan y circulan por redes sociales mientras los cánidos viven sus días más callejeros. Alguno de esos memes presenta a un perro tumbado en el sofá harto de que su dueño lo saque a pasear una y otra vez.

Sevilla no ajena a esta realidad. El debate de recoger o no los excrementos de perro y disolver con agua sus orines ha dejado paso a calles salpicadas por animales junto a sus dueños. Los hay de todo tamaño y raza. Grandes casi como ponis y más pequeños que gatos. Peludos, pelados, ágiles, rechonchos. Todos ellos pueden salir a la calle y romper el silencio con sus ladridos. Son tan protagonistas que incluso les cantan saetas.