El privilegio de decir adiós al Benito Villamarín desde el césped: “Esto sólo se vive una vez en la vida”
Una treintena de clientes de Caixabank disfrutan de una experiencia irrepetible jugando un partido en el estadio del Betis
Entre los participantes había un nieto y bisnieto de futbolistas verdiblancos y un vigués que se cruzó España en coche sólo para jugar en Heliópolis
Las imágenes del nuevo Benito Villamarín
Ni en sus mejores sueños pudieron imaginar Carlos y Luiki que dirían adiós al Benito Villamarín no desde la grada, como lo hizo el 99,9% de los socios del Betis, sino desde el mismo césped, como futbolistas y, encima, marcando un doblete cada uno. Pero a veces los sueños, incluso los que no se tienen, se cumplen. Y ellos, junto a otra treintena de privilegiados, se dieron este jueves el gustazo de despedirse del viejo estadio jugando a la pelota antes de pasar los dos próximos años en la Cartuja. El marco fue Youplay, un proyecto de Caixabank que brinda a sus clientes, previo sorteo, la posibilidad de jugar al fútbol en el campo de su equipo. Que más que una posibilidad es un sueño, lógicamente.
Los afortunados estaban citados a las cinco y media de la tarde en la puerta de cristales. La expectación y la ilusión eran patentes entre ellos y también entre sus acompañantes. Como si fuesen a un partido del auténtico Betis... o más felices incluso. Antes del encuentro, que por suerte para todos no se jugó a esa hora en que el lorenzo (no confundir con Serra Ferrer) daba de pleno en la hierba, todos disfrutaron de una visita a la sala de prensa, la exposición de camisetas, el vestuario del primer equipo, el túnel… y por fin el césped. Si las cámaras de toda la vida no hubiesen sucumbido a los móviles, alguno habría gastado el primer carrete antes de vestirse de corto.
Esa liturgia, la de ponerse la camiseta de su equipo, ya resulta especial para quien sólo juega con sus amigos en la liga del barrio, así que es inimaginable cómo no sería la experiencia de hacerlo en el vestuario donde se sientan los ídolos de todos. Cada participante, además, tenía el uniforme completo de la tercera equipación, además personalizado con su nombre, y una taquilla asignada. Los más suertudos fueron los que formaron el equipo Betis, que se vistieron en el vestuario local: Juan Luis se cambió donde lo hace Isco, Carlos fue Bartra, José Antonio fue Abde, Daniel fue Cucho, Luis fue Lo Celso, Eduardo fue Johnny Cardoso o Antonio fue el Chimy. “Anda que no es larga la media, es un leotardo”, bromeaba uno. “Parecemos solteros contra casados”, respondía Marc Roca... perdón, Manu.
El partido (dos partes de 25 minutos) se desarrolló con exquisita deportividad. Antes de que el speaker anunciase a los jugadores, el Equipo Betis y el Equipo Caixabank cantaron al unísono el ‘Betis, alé’ en el túnel. “Illo, no caerse en las escaleras”, avisó un jugador de los llamémoslos locales. Después rodó el balón y cada uno hizo lo que pudo. Es decir, que hubo un poco de todo.
El titular de la crónica es que el Equipo Betis ganó por 4-2. Qué menos... El Equipo Caixabank se adelantó dos veces, en el 5’ por medio de Antony y en el 10’ de penalti convertido por Alejandro, pero en ambas ocasiones empató Luiki (7’ y 14’). En la segunda parte, el Equipo Betis consumó la remontada con un doblete de Carlos Álvarez.
Al partido no le faltó ni un perejil. Hubo recuento de espectadores (46) e incluso árbitro. Fue Samuel Antona Sánchez, recién retirado tras llegar hasta División de Honor y por supuesto bético. El 28 de mayo estuvo en Wroclaw.
Vale la pena citar otro par de nombres propios. El primero es Ricardo Artillo, que tras el partido buscaba afanosamente algo en el mural con los nombres de todos los jugadores que han defendido las trece barras. El motivo era sencillo: su bisabuelo Miguel Peña fue futbolista verdiblanco desde 1919, cuando el equipo aún no jugaba ni en Segunda, y su abuelo Antonio Peña debutó el año del descenso a Tercera.
El segundo es Alejandro. Vigués del Dépor y obviamente del Betis, gran admirador de Joaquín e Isco, bajó el 23 de mayo a ver el Betis-Valencia y pensaba que ya nunca más pisaría el actual Villamarín. Cuando le mandaron el mensaje de que iba a jugar en el estadio, creyó que “era falso”. Pero no lo era y a las 7.00 del mismo jueves se montó en un coche junto a su padre y cruzó el país entero para ser futbolista por un día. “Aquí se vive el fútbol de otra forma”, decía. Extremo diestro incisivo, aunque tuvo la mala suerte de toparse con un experimentado lateral izquierdo en el Equipo Betis, este gallego tiene su historia: trabaja en la mar y venía de estar dos meses en las Seychelles como oficial de puente en un pesquero.
Alejandro, Ricardo y todos los demás volvieron a disfrutar del césped del Villamarín después de pasar por la ducha. “El día del Valencia tuvieron que echarme, hoy no sé qué va a pasar”, avisaba el Antony del Equipo Caixabank. A la espera de ese adiós definitivo, los móviles y las cámaras echaban humo porque mil fotos no eran suficientes para inmortalizar el momento. “Esto sólo se vive una vez en la vida”, le recordaba a su pareja el padre de una pequeña que correteaba, feliz, con el 22 de Isco a la espalda.
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