"Los problemas de la ciudad no son Ikea o la Gavidia, son más profundos"
JUAN ESPADAS. PORTAVOZ DEL PSOE EN EL AYUNTAMIENTO DE SEVILLA
El líder de la oposición considera que ya ha superado el kilómetro 30 de su maratón hacia la Alcaldía y ha empezado a vender un proyecto de cambio radical "y real" para gobernar en 2015.
Juan Espadas no oculta su ilusión. Tres años después de que el PP lograra una mayoría absoluta aplastante en el Ayuntamiento de Sevilla, el portavoz del PSOE se muestra satisfecho del trabajo realizado en la oposición y de haber seguido en esta carrera de fondo hacia la Alcaldía los consejos que ignoraba en el primer maratón Ciudad de Sevilla que corrió en el 85: "Hay que trabajar con objetivos claros, creciendo en el tiempo y con coherencia".
-Dice muy convencido que Sevilla está a 11 meses del cambio.
-Me quedan 12 kilómetros para la meta, ahora me preocupa la marca, para mejorarla y conseguir el objetivo, ganar y gobernar.
-La cuenta atrás ya se ha activado. ¿Estamos en campaña?
-Nosotros estamos construyendo y dando a conocer un proyecto y la fecha tope es enero, más allá la gente piensa que le estás pidiendo el voto y lo que le gusta es verte escuchándola o planteándole soluciones. La cuenta atrás perjudica a quien no ha cumplido sus expectativas, porque se siente presionado, le agobian los tiempos. Eso es lo que le pasa ahora al alcalde, que tiene que empezar a prometer de nuevo y pensar en el futuro.
-El alcalde dice que Sevilla casi ha llegado ya a la cima.
-Sí, y que el futuro será mejor. Pero yo voy a hablar de mis ideas para Sevilla, que se merece un gobierno con más impulso y más iniciativa. Hay otra forma de gobernar y hay que cambiar las cosas.
-Zoido prometió ya hace tres años un cambio, ¿está la ciudad ya preparada para otro?
-La gente quiere un cambio de verdad. El PP prometió un cambio tranquilo que ha entendido de una forma errónea, creó expectativas que no se han cumplido. En los barrios hay muchos decepcionados preguntándose qué se ha hecho en estos años. Es una cantinela habitual. Y otros cabreados.
-¿Cuál es la diferencia?
-Está en quién puede permitírselo. El decepcionado es aquel que esperaba mucho más de Zoido, pero que mantiene su vida más o menos con dignidad. Algunos de éstos dicen que, al menos, ya no pasan cosas tan malas como antes... Y otros quieren que la ciudad siga avanzando. Yo le pido más ambición al gobierno y que deje de mirar al pasado para justificar la inactividad de la ciudad. En general, se quiere un cambio real.
-Quizás esa decepción de la que habla no se traduce en un apoyo claro a ningún gran partido.
-Los incumplimientos de quien gobierna y no cumple con las expectativas generadas nos afectan a todos los que luego vamos a pedirle que vuelvan a confiar en nosotros y que nos den su voto.
-Y han beneficiado a Podemos.
-En las europeas la gente ha mandado un mensaje, un voto de castigo. Podemos es el depósito de descontentos, de todos aquellos que no ven soluciones en los dos partidos mayoritarios. En Sevilla, uno porque gobernó antes y, a juicio de los ciudadanos, se equivocó en decisiones importantes; y otro, porque está gobernando y no sólo no está solucionando los problemas, sino que está agravando la fractura social con las decisiones que toma. Entiendo el hartazgo, que los sevillanos sean escépticos y desconfíen de que venga ahora un tercero a corregir los errores.
-¿Y qué dice para que su proyecto sea creíble?
-Pido a los ciudadanos que confíen en que el sistema tiene que ser capaz de generar políticos y políticas diferentes. Los votos no son un cheque en blanco para luego hacer lo que tú consideres en cada momento, eso es un error. Susana Díaz, en Andalucía, está logrando recuperar la confianza perdida. En año y medio han pasado cosas, nadie ha imputado a Zoido, que ha estado hasta hace dos meses de presidente del PP andaluz, el retroceso de 9,5 puntos de su partido con respecto al PSOE. Y luego está el liderazgo de una persona joven, con fuerza.
-Pero a nivel municipal el liderazgo es otro, ¿no?
-En Sevilla lo que reivindico es una lucha por las ideas y los proyectos para la ciudad en igualdad de condiciones. Ya los ciudadanos han visto lo que da de sí este gobierno, no da más de sí, y yo les planteo ilusión. Ya he reconocido por activa y por pasiva que el PSOE cometió errores en el pasado y ahora reivindico mi derecho a presentar mi proyecto, que es otro, ambicioso y más comprometido que el que tiene el PP.
-Concrete, la gente en los barrios le pedirán propuestas.
-A los ciudadanos no se les puede engañar. El mandato todavía no ha terminado, queda un año, no se puede prometer todavía. Yo voy a los barrios y estoy con los trabajadores, haciendo una oposición activa, intentando explicarles a los ciudadanos lo que el gobierno y el alcalde no hace, por ejemplo, en Bami con la zona azul, donde no se ha solucionado el problema de los gorrillas pero sí se recaudará más. La gente quiere que te mojes.
-Está actuando como alcaldable.
-Totalmente, tengo el gobierno de la ciudad en la cabeza y sé lo que quiero hacer. Lo cambios van a ser profundísimos.
-Cuente.
-Hay que cambiar la gestión de la ciudad, llevar la gestión desde la Plaza Nueva hasta cada barrio. En Tres Barrios hay vecinos que preguntan a Zoido que cuándo va a ir por allí, que pasa por Los Pajaritos pero aún no ha pisado por ejemplo Madre de Dios. El Ayuntamiento tampoco está en Torreblanca o San Jerónimo. El modelo de gestionar los barrios desde la Gerencia de Urbanismo, en referencia a las obras, o desde los servicios sociales centralizados en la Plaza Nueva ha fracasado, no es el modelo de cercanía que la gente pide.
-Pero el PP apostó por la descentralización.
-Se vendió un delegado 24 horas en cada distrito, pero las decisiones no las toman esos concejales y, además, ninguno es supermán para poder con todo. Ninguno coge al vecino de la mano y se va a la Cartuja, a Tussam, a Lipasam... para resolver sus problemas. Ninguno se muestra como defensor de sus vecinos, son personas que están allí, que pueden resolver algunos temas y que medio mantienen un diálogo con el movimiento asociativo, y no con todos.
-¿A qué se refiere?
-A que se discrimina bastante en función de qué y quién decide las cosas en el barrio, sobre todo donde ellos saben que el voto mayoritario es para otros partidos. Hoy es ya un clamor y es indignante. De cualquier manera, la buena voluntad del delegado no es suficiente, el problema es que no tiene competencias. Por eso los vecinos quieren ver al alcalde y que les diga qué va a pasar con el mercadillo, con el paro, con los comedores sociales...
-No estamos hablando sólo de micropolítica.
-No. Y también en eso ha fallado Zoido. Si al final la micropolítica se convierte en la anécdota, en una foto, algo falla. Estuve una tarde en El Trébol y los vecinos me enseñaron un agujero que había porque se habían llevado una tapa, un registro de una teleoperadora. Mandé, por primera vez, un tuit personal al alcalde y se arregló todo enseguida. Llevaban meses esperando. No se puede decir que la micropolítica sea la seña de identidad de Zoido cuando estas cosas no se arreglan antes. Hay mucha gente cabreada con eso. Uno me tiene guardada una pala en su casa para que vaya a quitar mierda al barrio, como hizo el alcalde estando en la oposición. Yo no soy de pala, no voy a estar en la anécdota. De lo que se trata es de que la gente vea que hay otro alcalde posible.
-También tendría que afrontar muchas dificultades, ¿no?
-Yo respeto absolutamente a las personas y las dificultades para cualquier gobierno en estos años de crisis han sido muchísimas. Y sé que hay cosas que se han podido hacer, otras que se han intentado y otras que ni siquiera se han planteado. Pero esta ciudad necesita recuperar la ilusión. A Zoido le pido que compitamos en igualdad, decir que por qué no se hizo antes lo que propongo ya no cuela.
-¿Cree al alcalde cuando dice que uno de los obstáculos es que la Junta no colabora?
-La gestión del Ayuntamiento no son los cuatro o cinco hitos comunes. Los problemas de la ciudad no son cómo va Ikea, si hemos vendido la Gavidia o qué pasará con el parking de la Alameda o Altadis. Los problemas son más profundos y el gobierno se ha equivocado en las prioridades y no ha atacado los problemas de fondo. La gente en los barrios habla de desempleo, de falta de vivienda, de qué vamos a hacer con los comedores escolares en verano.
-Eso último corresponde a otra Administración, a la Junta.
-Sí, pero la estrategia de la confrontación, como la que ha seguido Zoido en estos últimos tres años, es un error. No me vale que diga que su prioridad siempre fue Sevilla. Cuando aceptó ser presidente del PP andaluz sabía que cuando confrontara con la Junta en el Parlamento generaría una fractura de difícil solución al día siguiente para sentarse con el Gobierno andaluz como alcalde.
-Lo cierto es que acuerdo ha habido poco.
-Es Zoido quien no se ha sentado en infinidad de ocasiones. Le he tenido poco más o menos que empujar para que lo haga con el consejero de Justicia, por ejemplo. Cuando ha llegado la presidenta de la Junta y él ha dejado el PP andaluz he notado que él se ha dado cuenta de que se ha equivocado. Y ahora tiene poco tiempo para cerrar acuerdos con la Junta, pero necesita algunos, qué va a presentar si no como balance. Aunque las inversiones sean de otras administraciones, el ciudadano visualiza que es un logro del alcalde, parece mentira que no se dé cuenta. A Zoido le ha fallado también un mejor aparato de gestión. El área de Urbanismo se ha enrocado en papeles y cualquier problema se identifica como un rechazo político y no es así, no he visto a Zoido ni a Maximiliano Vílchez pelear en los despachos de la Junta y decir que no se levantan de la reunión hasta que no sepan cómo tienen que arreglar el problema de la Gavidia. Y no hablo de voluntad.
-¿Es ineficacia simplemente?
-Creo que sí. El alcalde de Málaga venía personalmente con tres o cuatro técnicos de su equipo a verme cuando era consejero para discutir el PGOU y hablaba él, se lo sabía de memoria y nos poníamos o no de acuerdo. ¿Cuándo ha hecho eso Zoido o su equipo? ¿Y sabemos los resultados de los viajes de Gregorio Serrano a Nueva York o el balance del acuerdo turístico con Madrid? La marca no es que el Sevilla gane la UEFA, la marca Sevilla es convertir la ciudad y su potencial en algo atractivo.
-¿El modelo que usted propone tiene en cuenta el empleo?
-Sí, el Ayuntamiento puede tomar decisiones para generar empleo. ¿Cómo? Con la inversión pública y la gestión de los servicios públicos. Zoido está calcando el modelo de Madrid o Valencia: grandes contratos para grandes empresas. Es un modelo facilón: agrupo los servicios, los saco a licitación y espero que una empresa haga una baja sensible que me permita ahorrar presupuesto y que yo no quiero saber nada de los trabajadores y sus condiciones. El ejemplo es Parques y Jardines: un gran contrato, cuarenta y tantos millones de euros y menos gente trtabajando que antes y un servicio que no es mejor. Nadie controla si las adjudicatarias cumplen con los pliegos y los delegados ya no están pendientes de eso, porque lo lleva una empresa. La revolución estaría en pasar de ese modelo a otro de economía social más ligada al territorio, de trabajo social, con pequeños contratos. La idea sería pasar a una estructura territorializada donde se primara la contratación de gente de la zona. Lo que se hace con equis dinero no se puede hacer con equis menos 3. Y otro ejemplo es la reestructuración de la limpieza viaria.
-El PP vende más eficacia.
-Los trabajadores dicen que no cuadra que se limpie con el mismo personal más horas en más sitios y que todo esté mejor. Ojalá el sistema funcione, ya se verá.
-¿Qué más plantea?
-La dinamización de la ciudad. Hay que contar con el pequeño comercio, no sólo hablar con ellos para el alumbrado navideño. Y también con la Junta y ver cómo se pueden completar planes e inversiones que son de su competencia.
-Queda un año por delante, ¿no espera que el PP sorprenda?
-Es poco tiempo y hay que tener cuidado con decisiones populistas. Nosotros intentaremos que se rectifique en algunos temas, como la tasa de la basura para los locales cerrados, hay que retirarla, hasta el alcalde en petit comite lo reconoce. La gente está cabreada. Es hora del cambio.
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