Radiografía de la población extranjera en Sevilla: el 54% procede del continente americano
Más del 30% de los habitantes que proceden de otros países viven en la Macarena
El 'sorpasso' de Zaragoza a Sevilla excluye a la población de su área metropolitana
Colombia, Perú, Nicaragua y Venezuela son los países con mayor población extranjera residente en Sevilla. Un conjunto que supera los 33.000 habitantes y supone el 54% de los ciudadanos de origen foráneo que viven en la ciudad. Al progresivo envejecimiento de la población se suman los bajos índices de natalidad y la movilidad residencial hacia otras localidades -como Madrid y Barcelona- en busca de oportunidades laborales. Una situación que queda contrarrestada por la llegada de migrantes que acaban con la sangría demográfica que está sufriendo la capital en los últimos años. Un hecho que no es nuevo y que impide que la provincia, en su conjunto, pierda población.
Según el estudio Migraciones y desigualdades en Andalucía, elaborado por el Observatorio de Desigualdad de Andalucía, la población procedente de los Estados de la Unión Europea -Alemania, Francia y Reunido, principalmente- y otros países ricos se acerca a los 7.300 habitantes (15%). Por contra, el 85% restante (unos 53.000 ciudadanos) llega desde lugares de inferior desarrollo económico. De África, señala el informe, destaca "de manera sobresaliente" el origen marroquí -con prácticamente 7.000 habitantes-, mientras que de Asia se circunscribe notoriamente al origen chino (3.000).
En la capital se observan, indica el profesor de la US Iban Díaz -encargado de realizar el apartado sobre Sevilla del estudio-, dos patrones distintos. Por un lado, los europeos -gran parte jubilados- que se establecen en España en busca de un mejor clima y de un nivel de vida más económico que en sus países de origen. Aunque el grueso se establece en la Costal de Sol, "aquí también es evidente". Además de este conjunto, pone el acento en los estudiantes y en los conocidos como nómadas digitales. Este último grupo ha crecido desde la pandemia y aglutina a profesionales que trabajan en remoto. Solamente necesitan una buena conexión a Internet. Normalmente, buscan condiciones climatológicas diferentes y llevan una trayectoria en la que el destino juega un papel fundamental.
En el lado opuesto, estaría la población que llega a la capital para buscar trabajo y establecerse, atraídos por las expectativas de mejorar sus vidas. "Desde que Sevilla empieza a recibir población extranjera, la mayoría es de Latinoamérica", apunta el investigador y sugiere que puede deberse a la inexistencia de barreras idiomáticas, pero también "a las facilidades para obtener la nacionalidad" sumado "a las conexiones históricas" en materia cultural y económica. Se trata de una población "más urbanizada, feminizada y vinculada al sector servicio", valora Díaz. Factores que atienden al hecho de que "Sevilla demanda empleos de hostelería y de cuidados a las personas mayores".
El otro gran bloque de población extranjera llega desde África por una cuestión de "proximidad geográfica". Algeciras ya acogía una importante colonia de esta procedencia -por su condición de puerta de acceso a Europa- antes de que proliferaran en España los niveles actuales de la población extranjera de origen marroquí. Por cercanía, un buen número se ha mudado a Sevilla. "Tienen un componente rural importante y suelen dedicarse al sector agro. Trabajan en profesiones muy duras como el campo y la construcción", destaca el investigador y sugiere que esta razón laboral explica que sea una población "muy masculinizada".
Aunque parezca extraño el tercer gran bloque de población migrante es el asiático, con apenas 3.000 chinos. "La sensación es distinta, porque tienen mayor visibilidad" debido a que abren "tiendas de proximidad y de ropa" en todos los barrios creando "redes de comercio" y "apoyo entre ellos". Algo así sucede en Barcelona y en Reino Unido con la población paquistaní. Lo cierto es que "aunque no tengan un peso demográfico grande, sí que tienen una presencia económica y social evidente", apostilla Díaz.
La frontera está en Pío XII
Uno de los puntos más interesantes del estudio es el análisis de la distribución urbana. Indica el informe que "los migrantes de países con mayor nivel económico, pueden acceder a una vivienda, en forma de compraventa incluso, en distintos sectores del centro, en Triana o en espacios muy transformados -inmediatos al Casco Antiguo- como el situado junto a la calle Resolana, alrededor del parque de Los Perdigones".
"Cuando la población extranjera llega a una ciudad nueva, lo primero que busca es la centralidad", sugiere Díaz. Este fenómeno, tan común en Madrid con Lavapiés y en Barcelona con El Raval, no se da en Sevilla. La limpieza de delincuencia y drogadicción que se realizó en el centro de cara a la Expo 92, según el investigador, revalorizó la zona e impidió que se produjera una situación normalizada en otras capitales.
Además, significa que los ciudadanos procedentes de países relativamente pobres se reparten por toda la orla periférica. "La frontera está en Pío XII y llega hasta la Supernorte", valora el profesor y hace hincapié en que la Macarena acoge a más del 30% de la población extranjera: "Hay mucha variedad aunque la población andina es la más común".
Los residentes de origen africano, por su parte, se distribuye por las mismas áreas periféricas que la latinoamericana, destacando en zonas como Tres Barrios, Amate, Cerro, Su Eminencia y Polígono Sur. Por último, la distribución de la población asiática parece seguir unas pautas menos definidas, siendo solo mayoritaria en un contexto humilde como Las Lumbreras, perteneciente a Torreblanca, y en algunos espacios residenciales del entorno del Palacio de Congresos y Exposiciones (Fibes), en Sevilla Este.
Lo cierto es que la inmigración se está convirtiendo en un "fenómeno muy complejo" que tiene un "enorme impacto en las ciudades". La población europea "que vive en el centro" contribuye a la "presión inmobiliaria" que provoca que los migrantes con menos recursos -como la ciudadanía de origen magrebí- se "superponga en barrios más pobres". Esto provoca, a juicio de Díaz, "un incremento de la separación, de la segregación y de la fragmentación de la ciudad".
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