Movilidad

Dos rutas hacia la movilidad insostenible

  • El autor ve urgente lograr que Sevilla sea la “ciudad 15 minutos” en la que se pueda llegar de cualquier punto a otro en medios sostenibles: a pie, en bicicleta y en transporte público

Varios coches circulan por el mismo sentido en el túnel de Cardenal Bueno Monreal.

Varios coches circulan por el mismo sentido en el túnel de Cardenal Bueno Monreal. / Juan Carlos Muñoz

Ahora que se habla tanto de las “rutas” hacia una economía sostenible o “descarbonizada”, resulta útil analizar también las variadas “rutas” hacia la insostenibilidad, de las que nuestra ciudad tiene larga experiencia, aunque solo sea para no caer en ellas una y otra vez.

Centrándonos en la movilidad, Sevilla es una de las pocas ciudades europeas en las que se puede acceder en automóvil al centro neurálgico su núcleo histórico (la Campana, por ejemplo) sin ningún tipo de restricción. Esto es consecuencia de una serie de políticas desafortunadas que se han venido sucediendo en nuestra ciudad desde que Juan Ignacio Zoido aboliese en 2011 el “Plan Centro”. Juan Espadas prometió recuperar su filosofía, pero sin cometer sus errores, y a fe que no los cometió, pues no hizo nada al respecto.

A su vez, Sevilla se ha ido consolidando como una de las ciudades referentes a nivel mundial de las políticas de promoción de la bicicleta como vehículo para la movilidad urbana. Lo que resulta a todas luces contradictorio con lo anterior. Esto ha provocado un tipo de oposición a las políticas de restricción del tráfico motorizado peculiar de nuestra ciudad, estructurada en dos fases a su vez contradictorias.

En una primera fase, común a muchas ciudades, se invocan como argumento central las consecuencias catastróficas que para la economía de la zona tendría la desaparición de dicho tráfico. Una vez que se ha evidenciado que dicha catástrofe no solo no se produce sino que, por el contrario, la eliminación de tráfico motorizado provoca una revitalización económica, comienza la segunda fase, ésta más característica de Sevilla, en la que se pide la eliminación también del tráfico no motorizado, especialmente de las bicicletas.

Los mismos que habían cantado las alabanzas del tráfico como motor económico, caen de repente en la cuenta de que el tráfico de bicicletas es una amenaza para la buena marcha de muchos prósperos negocios. Y los mismos que se habían mostrado insensibles ante el peligro potencial que para los peatones, “especialmente niños y ancianos”, representaba el tráfico de vehículos motorizados, de muchos caballos de potencia, se escandalizan ahora por el peligro que representan las humildes bicicletas, cuya potencia no sobrepasa la que pueda proporcionarles el ser humano que las gobierna.

Hay animadversión hacia la bicicleta de los partidarios a ultranza de la movilidad motorizada

En algunas zonas de la ciudad hemos podido ver incluso como ambas fases se superponen y coexisten en el tiempo. Así, por ejemplo, en el sevillano barrio de Triana podemos ver como la oposición a la implantación del Plan Respira, basada en las supuestas consecuencias catastróficas para la economía local de la eliminación del tráfico motorizado, coexiste con la oposición al mantenimiento del tráfico de bicicletas por la trianera calle de San Jacinto, cuya presencia se supone paradójicamente catastrófica para la economía local y para la seguridad de los peatones.

La animadversión hacia la bicicleta de los partidarios a ultranza de la movilidad motorizada merecería un análisis sociológico en profundidad, pero me atrevo a avanzar una hipótesis: Andar en bici es una actividad casi tan sostenible y tan saludable como andar a secas, pero tiene la ventaja de que, mientras caminar es una actividad de alcance reducido, pedalear a bordo de una bici te puede llevar a casi cualquier punto de una ciudad llana y de clima bonancible como Sevilla. Dicho de otro modo, la bicicleta constituye una alternativa eficaz, sostenible y saludable al coche como modo transporte en nuestra ciudad. Quizás eso lo explique todo.

Sea como fuere, urge que esta ciudad comience a elaborar un verdadero Plan de Movilidad Sostenible (el que hay es un mero plan de tráfico motorizado) centrado en conseguir la “ciudad 15 minutos”, interpretada como una ciudad en la que se pueda llegar de cualquier punto a cualquier otro de la misma en dicho lapso de tiempo, pero no en coche, como parece haberse interpretado por algunos, sino en una combinación de medios sostenibles: a pie, en bicicleta y en transporte público.

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