San Isidoro y el Cervantes, dos joyas del siglo XIX en la misma calle

Calle Rioja

El instituto nació en 1845, el cine empezó siendo teatro en 1873. Los Álvarez Quintero fueron alumnos del primero y obtuvieron su primer éxito en el segundo

El cine Cervantes.

04 de agosto 2025 - 06:03

La calle Amor de Dios es un tributo cotidiano a dos monumentos del siglo XIX: por orden cronológico, el instituto San Isidoro, fundado en 1845, el decano de Andalucía, y el cine Cervantes, inaugurado como teatro el 13 de octubre de 1873, en plena Segunda República. ¿Cuántas generaciones de alumnos habrán pasado en estos 180 años por el San Isidoro? ¿Y cuántas de espectadores por el Cervantes, inicialmente como teatro y en la actualidad como cine?

Los cines, como los institutos, también requieren de un aprendizaje: ahí están los Cahiers de Cinema que alentaron el comienzo de la nouvelle vague en Francia; los cuadernos de Salamanca que le dieron un nuevo aire a la cinematografía española.

El sábado fuimos al cine Cervantes. Era una cita a ciegas. Sólo sabíamos que la película era francesa y que se titulaba Misterioso asesinato en la montaña. La sala la circunda un pasillo helicoidal parecido al del teatro del Lope de Vega. Antes de ocupar nuestros asientos, leo un episodio en moldes de cerámica: “En la cuna de este teatro de Cervantes, mecida por la canción arrolladora del aplauso, nació, en la noche del 30 de enero del año 1988 Esgrima y amor, comedia inicial de los hermanos Álvarez Quintero, y primer diamante de la resplandeciente e inmortal corona de sus legítimos triunfos. La Asociación de la Prensa y el Ateneo Sevillano les dedican este homenaje. 30 de enero de 1946”.

Sevilla es una ciudad de Letras sujeta en el alambre de sus números. 30 de enero de 1946. El centenario del nacimiento de Ángela Guerrero, la futura Sor y Santa Ángela de la Cruz que nace un año después que el instituto San Isidoro. Y el día que entrábamos a ver esta película era 2 de agosto de 2025, 150 años de la puesta en marcha de la compañía de las Hermanas de la Cruz.

Serafín Álvarez Quintero (1871-1938) y Joaquín (1873-1944) tenían 17 y 15 años, respectivamente, cuando estrenaron esta obra iniciática. No tendrían más que cruzar la acera de la calle Amor de Dios para saborear los laureles del apoteósico estreno. Los utreranos comparten el elenco del instituto con alumnos tan distinguidos como Gustavo Adolfo Bécquer, Manuel Machado, Alberto Lista, que fue su primer director, o el científico y premio Nobel Severo Ochoa, el amor secreto de la muy cinematográfica Sara Montiel.

Me contaba Ramón María Serrera que en esta sala se presentó ‘La fuerza del destino’, única ópera que Giuseppe Verdi ambientó en Sevilla. El teatro San Fernando consideraba la ópera un género menor, casi vulgar, y el Cervantes asumió el reto de darla a conocer.

El Cine Cervantes ha programado para el jueves 7 de agosto la ópera La Bohème producida por el Festival Arena de Verona. Un ciclo que se inició con La Flauta Mágica (Festival de Salzburgo) y continuó con Verdi y su Rigoletto y que en próximos jueves presentará Madame Butterfly, La Traviata y fin de fiesta con Carmen de Bizet cuando se celebran los 150 años de la ópera protagonizada por la cigarrera sevillana. A falta de cines de verano, óperas de Verona.

La película elegida fue un acierto. La dirige uno de sus intérpretes, Frank Dubosc. Misterioso asesinato en la montaña está ambientada en las montañas del Jura. Una cadena montañosa que separa los cauces del Rodano francés y del Rhin alemán y que da nombre a un departamento francés, a un cantón suizo y a una etapa de nuestro planeta, el Jurásico, gracias a Spielberg la más cinematográfica. En el Jura terminó la penúltima etapa de la reciente edición del Tour de Francia. En este parque Jurásico no hay dinosaurios, hay un oso que es fundamental en el desarrollo de la trama y en su cadena interminable de cadáveres. Casi más “que los habitantes que tiene este pueblo”, en palabras del policía que dirige la investigación, una mezcla entre Louis de Funes y el Plinio de Francisco García Pavón. Eso podíamos decir de los espectadores que nos acercamos al cine Cervantes a ver la película, menos que los habitantes de la población ubicada entre las montañas del Jura.

Un Cervantes más cervantino que nunca. Anunciaron el próximo estreno de El cautivo de Argel, la próxima película de Alejandro Amenábar, que después de indagar en los últimos días de Unamuno ha viajado a los años del joven Miguel de Cervantes cautivo en Argel, donde fue liberado por monjes mercedarios a los que en buena parte les debemos el Quijote y las Novelas Ejemplares. Unamuno escribió un ensayo sobre don Quijote y Sancho y cuando alguien le preguntó qué opinaría Cervantes de ese trabajo, respondió que estaba muy por debajo de su obra. Lo cual no deja de ser un elogio superlativo. La mayoría están muy por encima.

Cervantes omnipresente en Amor de Dios y alrededores: el nombre del cine, el de la óptica contigua, próxima al edificio de Aníbal González que pronto abrirá como hotel. Atravesando la sierpe de Morgado, se llega a la plaza de San Martín, en la que desembocan como en un estuario las calles Quevedo y Cervantes. Puede que el nombre de esta segunda se deba al cardenal con el mismo apellido que el escritor. A mitad de la calle hay un hotel Cervantes ideal para caracterizarlo como posada donde Alonso Quijano la emprendiera contra los odres de vino y mantearan a su escudero.

El cine Cervantes cerró con la pandemia y en su cartelera estuvo un par de años la última película que programaron, la coreana Parásitos. Amor de Dios va a estrenar pronto un hotel de cinco estrellas. No debería permitirse el lujo de perder un cine de varias constelaciones que nació un año antes que Manuel Machado y dos que Antonio, que no estudió en el San Isidoro pero fue catedrático de Francés en varios institutos. El bar Acapulco sirve exquisitas palomitas, los subtítulos de maíz.

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