La vieja friendo huevos no está sola
Calle Rioja
Extramuros. La plaza del Museo, pinacoteca oficiosa, reúne todos los domingos a un público tan abigarrado como los contenidos y los estilos de estos artistas ambulantes.
Debió tener un final agónico. José Luis Gómez Villa, técnico del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, explicó ayer en el Museo de Bellas Artes, dentro de la serie Ver un cuadro, la obra Martirio de San Andrés, de Juan de Roelas.
Roelas nació en Flandes y murió en Olivares, donde fue canónigo de su colegiata. Figura como uno de los maestros de Bartolomé Esteban Murillo. Junto a su estatua ha colocado sus cuadros Ernesto de Mier, alemán de un pueblo próximo a Colonia que llegó a Sevilla en 1982. En la obra de este pintor ambulante abundan las estampas de litoral y la serie de huevos fritos. Todo un género pictórico que alcanzó su cima con La vieja friendo huevos de Velázquez que está en el Museo de Edimburgo. "El fast food del siglo pasado".
El pintor renano saluda a dos compatriotas. Las hermanas Teresa y Johanna Brahmstaedt, alemanas de Hamburgo, estuvieron hace varios años en Sevilla estudiando el idioma. Teresa es la que mejor lo conserva. "Estoy en una inmobiliaria y hablo en español todos los días con promotores catalanes". Su hermana es abogada. Las dos le preguntan a su compatriota por un pintor, Ramón, al que conocieron en su etapa de aprendizaje en el barrio de Santa Cruz, donde tuvieron su estudio John Fulton, el torero de Filadelfia que pintaba con sangre de toro, y Amalio, coleccionista de Giraldas. El Velázquez alemán es Durero, según Ernesto. Murillo es menos conocido. "Es más regional".
El guía se detiende en los detalles de la fachada del Museo, antiguo convento de la Merced. "La Virgen de la Merced está en el centro, entre Jaime I de Aragón y San Pedro Nolasco". No son turistas ni estudiantes de Historia del Arte. "Somos amigos, una peña de farmacéuticos", dice uno de ellos mientras el guía les dice que el convento lo levantó el arquitecto Juan de Oviedo y empezó a acoger obras de arte después de la desamortización de Mendizábal en 1835, "cuando el político gaditano decidió confiscar los bienes para pagar el débito".
Un pintor lee a Ken Follett. El buen tiempo tras las lluvias de la noche previa anima a curiosos y visitantes. Dos amigos se detienen en los rincones con obras más costumbristas, especialmente las de tema taurino. "Al toro es muy difícil pintarle la cara. ¿te acuerdas el toro que pintó Salinas, que parecía Falete?" Uno le cuenta al otro que coincidió en una boda con Paco Camino y se hizo fotos con el diestro. Y les sale el Sálvame taurino. "¿Está muy viejo?". "No, está muy delgado".
Mariano García es paisano de Paco Camino y de Curro Romero. El copropietario desde 1987 del bar Donald, un clásico de Canalejas, pasea entre los cuadros con un grupo de amigos muy especiales. Se han tomado unos botellines en Iscariote antes de discernir entre el naíf y el impresionismo. Este sevillano nacido en Camas y criado en Zufre es anfitrión de un grupo de Azpeitia que ha venido a ver unos toros de Cuadri para las fiestas de la localidad guipuzcoana.
"Hace veinticinco años pasaron por Donald y nos hicimos amigos, y un vasco es amigo tuyo para siempre". La amistad convirtió a Mariano García en miembro de la comisión taurina de Azpeitia, donde no llegó la pragmática prohibicionista de Donosti.
Las hermanas de Hamburgo se van a dar una vuelta por el barrio de Santa Cruz. Esparcidas por la plaza, encuentran imágenes de la ciudad en la que veinteañeras, entre colores de Velázquez, aprendieron el idioma de Cervantes. En motores no son patriotas. "Nos gusta más Alonso que Vettel". Los farmaceúticos entran al museo. Igual llegan a tiempo de las últimas explicaciones del técnico de Patrimonio sobre el martirio de San Andrés.
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