Llegó a trabajar en la Expo y se quedó en Sevilla. Anna Elías (Barcelona, 1965) descubrió la ciudad que conmemoraba un Descubrimiento.
-¿Cómo llega a Sevilla?
-Conocí a Fernando Alda en un concurso de fotografía en Barcelona y me ofreció el trabajo.
-¿Cuando se incorpora?
-Llegué en 1991 y al día siguiente ya estaba haciendo fotografías. Fue llegar y moler. Eran fotos muy abstractas para que pareciera terminado, estaba todo en obras, lleno de grúas y de escombros.
-Es autora de las fotos del libro 'Tiempo de Exposición'...
-Esas fotos las hice entre obra y obra. Me interesaba la relación de la gente con la arquitectura, con el ámbito monumental.
-En esas fechas se celebraron en su ciudad natal los Juegos Olímpicos. ¿Vio alguna prueba?
-No tuve un minuto libre.
-¿Qué pabellones le gustaron más?
-Los nórdicos y el de Japón. Al de Kuwait, de Calatrava, le hice muchísimas fotos.
-¿Trabajó los seis meses de la Expo?
-Todos los días, menos los fines de semana. Eso lo hizo un equipo específico. En la Expo recibimos el refuerzo de fotógrafos como Atín Aya, Luis Castilla o Jesús Morón. Yo trabajaba por las tardes, cubriendo los espectáculos. Todos los de la Plaza Sony: Ketama, Los Ronaldos, Rosario. Nunca se había visto tanta gente y tanto espectáculo en el mismo sitio.
-¿Y jefes de Estado?
-Sólo a Fidel Castro. La parte protocolaria, institucional, era por las mañanas. No era mi turno.
-Veinte años después, ¿la vive con nostalgia?
-Con nostalgia no, con muchísimo cariño.
-Al fin y al cabo la hizo sevillana.
-Soy cataluza. Fue un momento único. La crisis ha cambiado las cosas. Era un momento de boom económico donde todo era posible. La situación ha cambiado. La crisis es sistémica y la única salida está en las relaciones sociales. Hoy no habría lugar para algo así.
-¿Qué fotografía hizo después?
-Cosas muy variadas. Publicidad, fotografía comercial, libros monográficos de Semana Santa o artesanía cofrade. Por hacer he hecho hasta una enciclopedia de diez tomos visuales de Andalucía que me llevó tres años de trabajo.
-Su fotografía de la Giralda que firmó con Nacho Doce está en muchos sitios...
-La hicimos con la técnica de ojo de pez. A Nacho lo conocí en la Expo, como a tantos. Vino a dar clases; como era un espabilado encontró el mejor trabajo de todos, fotógrafo oficial del pabellón de Canadá. Se fue a Sao Paulo.
-¿Pellón era fotogénico?
-Le hice muchas fotos. Y a Emilio Cassinello. A los jefes.
-¿Qué permanece más, la memoria fotográfica o sentimental?
-La sentimental, claro, sin desdeñar la otra. Esta semana estuve en el pabellón de la Navegación, donde Agesa ya ha digitalizado cuarenta mil fotografías.
-¿La crisis la reconvirtió en fotógrafa de bodas, bautizos y comuniones?
-No, pero la noto. Ha bajado mucho el nivel de trabajo. He metido la nariz en el audiovisual.
-De la enciclopedia, ¿con qué paisaje se queda?
-Me sigue sorprendiendo ver zonas muy verdes y frondosas en Andalucía. Venía con el tópico de que no había otro paisaje que el amarillo.
-¿Usted descubrió América?
-Estuve en Cuba antes de la Expo. Cuando se podía pagar en pesos.
-Llegó a Sevilla antes del AVE...
-En el tren que llamaban el Catalán aquí y el Andaluz en Cataluña.
-¿Sintió estrés?
-Ninguno. El trabajo estaba muy bien organizado y yo disfruto mucho con mi trabajo.
-¿Cuándo descubre que Sevilla es su ciudad?
-Mi idea era terminar el trabajo y volverme a Barcelona, pero no fue así. Después de la Expo me tomé un año de tranquilidad. Me puse a buscar trabajo y me fui quedando sin querer.
-¿Cuál era su 'pabellón'?
-El estudio de los fotógrafos era la caracola número 6 de lo que ahora es Urbanismo. Desde allí se veía el pabellón de Japón. Entre fotógrafos y gente de laboratorio estábamos treinta personas. La fotografía era todavía analógica y las cámaras de gran formato.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios