Es uno de los riesgos de la falta de tensión competitiva. En estos casos el porcentaje de caer en la pifia es mucho más elevado, más si cabe cuando se alinean además once futbolistas que no suelen jugar juntos y que incluso pertenecen a plantillas distintas.

Tampoco hay que alarmar. No es un drama. Es verdad que es una mancha en la imagen y que el dinero de la UEFA se lo lleva el Apoel, pero más grave hubiera sido si el Sevilla hubiese necesitado de verdad los puntos.

Profundizando en esta cuarta derrota de la temporada (el tema es poner a los chipriotas a la altura de Barcelona, Real Madrid y Eibar), sí es cierto que determinados jugadores dieron otro paso atrás cargando de razones al club si los que mandan deciden moverles la silla en el mercado de invierno. Otros, bien asentados en el grupo, simplemente salieron desganados y otros, como Ocampos, pusieron la tensión de siempre demostrando que son jugadores que van de frente. Pase lo que pase.

Defensa

Más allá del cambio de actores en casi todas las posiciones, el giro de Lopetegui en el esquema restó consistencia al sistema defensivo. El Sevilla pasó de tener a tres centrocampistas por dentro a un doble pivote con un 1-4-2-3-1 que no permitía las habituales coberturas en esa zona para mantener a raya las transiciones del rival, que pillaron siempre en desventaja a Gudelj. Además, las pérdidas en la primera parte de Jordán y en la segunda de Óliver Torres no iban acompañadas de esa presión inmediata de los hombres de arriba.

Otra cuestión: el sevillismo criticará a De Jong, pero ha dado la casualidad de que cuando el holandés no ha jugado en punta el Sevilla ha sufrido en defensa. Chicharito no tapó apenas nada y el único que defendió fue Ocampos.

Ataque

El dominio de la primera parte careció de profundidad y ni el cambio en las bandas de Ocampos y Bryan logró sacar de la monotonía a un Sevilla que se encontró con un rival que cambió a defensa de cuatro con respecto a lo que venía haciendo con el anterior técnico.

Virtudes

Que la derrota no tiene valor.

Talón de Aquiles

El equipo de Lopetegui no tuvo personalidad para adaptarse a los cambios ni se acopló.