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Balón al piso y paciencia (2-0)

  • El Sevilla prolonga su buena racha y suma su tercer triunfo seguido en la Liga gracias a su fútbol de toque

  • Los blancos controlaron al Deportivo para aguardar a que llegara el gol

La buena racha del Sevilla se prolonga una jornada más. Con Eduardo Berizzo ya convaleciente en su domicilio y su segundo, Ernesto Marcucci, al mando de las operaciones, Banega y compañía transmiten la sensación de haber adquirido la velocidad de crucero en el momento en el que su cuerpo técnico se ha dejado de rotaciones bruscas en las 11 piezas elegidas para afrontar cada encuentro. El Deportivo, que lo intentó en el primer periodo sobre todo, al final tuvo que claudicar ante un estilo de fútbol cada vez más reconocible, que pasa por tocar y tocar el balón hasta que hallan un hueco en la zaga por donde atacar y hacerle daño de verdad al adversario. Esta vez fue así hasta que todos se iban a ir a la caseta en el intermedio y bastó con un saque de banda puesto en juego con rapidez. Entre Franco Vázquez y Nolito generaron el desequilibrio y Ben Yedder se encargó de aprovecharlo y ponerle la firma de autor a ese uno a cero que fue prácticamente definitivo.

Narrado así puede parecer hasta fácil, pero para nada lo es. El Sevilla necesitó mover el árbol del Deportivo de diferentes maneras hasta que la fruta cayó por madura al suelo. Los gallegos, pese a su incómoda posición clasificatoria, plantearon el juego con valentía, adelantaron unos metros la posición de Borges para que hiciera de acompañante de Lucas Pérez y dificultaron de esta manera la salida de un cuadro local que se sintió a disgusto en muchas fases del litigio.

Pero el Sevilla tuvo una virtud principalísima y ésta no fue otra que la paciencia. El cuadro de Marcucci jamás se descompuso, siempre tuvo a tres o cuatro defensas atrás, dependiendo de los laterales que subieran, mucho más Escudero que Mercado por supuesto, y con un excelente Guido Pizarro atento a realizar tanto las coberturas como los robos del balón en el centro del campo para impedir que los gallegos pudieran avanzar en busca de David Soria. Era la mejor receta posible para adicionar tres puntos más, impedir que el Deportivo pudiera sorprender y saber esperar a que llegara el gol sencillamente como consecuencia de ese fútbol por abajo que en alguna ocasión tenía que generar una superioridad dentro del área de Rubén.

Al contrario de lo que se quejó Marcucci en la rueda de prensa posterior al partido de Copa contra el Cartagena, cuando hizo referencia a esos contragolpes que serían censurados por el jefe Berizzo en su repaso del juego, el Sevilla esta vez no permitió casi ninguna salida con ventaja del Deportivo. En el primer periodo sólo Adrián fue capaz de inquietar en una ocasión a David Soria, pero su disparo fue absolutamente al centro y el gigante sevillista que estaba en la portería no tuvo más que arrojarse al suelo para pararlo con seguridad.

Fue la única fase en la que pareció que el partido se le podía poner en contra a un Sevilla sobrio y seguro del papel que estaba recitando. Banega, sin estar brillante, sí tenía la manija cogida y distribuía hacia un lado u otro a la espera de que surgiera el chispazo a través de Nolito, Franco Vázquez o Sarabia, los tres peones que jugaban en esta ocasión por detrás de Ben Yedder. Era un juego pastoso, es verdad, masticado, con toques continuos para buscar el hueco definitivo. Es más, no tenía nada que ver con el arranque brioso protagonizado por Escudero, que entró en el área del Deportivo con una gran velocidad, pero que se topó en una de las opciones más diáfanas con el pie de un atento Rubén.

Krohn-Dehli, en un regate. Krohn-Dehli, en un regate.

Krohn-Dehli, en un regate. / Antonio Pizarro

Daba igual, sin embargo, para el Sevilla. El camino estaba trazado a través del toque, por la vía de la conexión entre Banega y Franco Vázquez, mientras que Pizarro, más adelante, y Lenglet, más atrás, se encargaban de sofocar cualquier conato de incendio con prontitud gracias a su colocación y también al sentido de la anticipación. Y precisamente esos pases en corto generarían la ventaja inicial, la que ya sería definitiva. Estaba el cronómetro a punto de sonar en la muñeca de Sánchez Martínez cuando un saque de banda fue puesto en juego con celeridad por Escudero, tanto que al referee no le dio tiempo a silbar el final. Franco Vázquez hizo como que pasaba por allí con elegancia, despistó a los defensas deportivistas y Nolito se encargó del resto con un pase excelente a Ben Yedder. El francés, en parte gracias al despiste de Schär, definió como él suele hacerlo.

Una falta lanzada por el Deportivo. Una falta lanzada por el Deportivo.

Una falta lanzada por el Deportivo. / Antonio Pizarro

Si Marcucci iba a tener que elevar consultas en el intermedio para tratar de arreglar aquello, pues ya no le hizo tanta falta al Sevilla. Lo que había funcionado, aunque fuera tan en el epílogo, no había ninguna razón para alterarlo y eso hicieron los blancos a pesar de los errores de Banega en el pase, algo bastante extraño en el argentino. Los blanquirrojos siguieron con el dominio de la situación pese a las apariencias que pudieran indicar lo contrario y más se iba a incrementar cuando Krohn-Dehli le metió sangre fresca al centro del campo en el lugar del fatigado Franco Vázquez.

El danés se encargó de liquidarlo todo en un disparo lejano, aunque daba igual, con semejante planteamiento esa situación iba a llegar de una u otra forma. Aunque mejor así, el Sevilla suma y suma y, pese a todos los malos humores de los suyos en ocasiones, no cesa de ganar. De momento 28 puntos en 14 partidos, datos objetivos que refuerzan la idea de Berizzo y de todo su cuerpo técnico.

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