Sevilla FC - Getafe CF | El otro partido

Ben Yedder mira a la izquierda y halla a Munir

  • Tras cinco jornadas echando de menos a Andre Silva, el franco-tunecino percibe que su nuevo ‘partenaire’ recupera la sintonía partiendo desde la cal

Munir conecta un potente zurdazo para hacer el 2-0 provisional ante el Rayo.

Munir conecta un potente zurdazo para hacer el 2-0 provisional ante el Rayo. / Antonio Pizarro

El Rayo Vallecano ganó la posesión (49%-51%) y dio más pases (278 por 331). No cabe estadística más hueca. Más sustancia tiene otra: 20 remates el Sevilla, 11 de ellos entre los tres palos, por 12 remates de los madrileños, tres de ellos entre los tres palos de Vaclik. Y ni siquiera la superioridad de los anfitriones en el nuclear apartado de las llegadas a la portería reflejó el monólogo del equipo de Joaquín Caparrós ante el colista de la categoría. Afortunadamente, este deporte sigue conteniendo demasiados imponderables que se escapan a las cifras. El fútbol es una asignatura de humanidades. No tiene más ciencia.

La física y la química alumbró una sociedad muy productiva en el emergente Sevilla de Pablo Machín: Andre Silva y Wissan Ben Yedder acabaron la primera vuelta de la Liga con 8 y 9 goles, respectivamente. La física dictaba que la morfología de un delantero y otro eran complementarias. La química dictaba que se entendían de maravilla sobre la hierba. Se retroalimentaban. Como Oliver y Hardy.

Pero el portugués, entre foto y foto subida a Instagram digna del último catálogo de Mango, para gozo de sus seguidoras y seguidores, se ha ido perdiendo para la causa sevillista. El tendón rotuliano va camino de dejar una prenda de alta costura reducida a camiseta del mercadillo del Parque Alcosa.

En el debut de Caparrós en Cornellà se acabó todo. Andre se fabricó el penalti ante la imprudencia de Mario Hermoso y Wissam convirtió desde los once metros el gol que valió tres puntos. Desde entonces, el ariete luso ha jugado ocho minutos ante el Alavés y ni uno solo ante Valencia, Valladolid, Betis, Getafe y Rayo.

La ausencia de Andre sumió a Wissam en una semidepresión. En la secuencia Valencia-Alavés-Valladolid-Betis-Getafe, el que se viene distinguiendo como uno de los mejores goleadores del Viejo Continente, que figura en un lugar de honor en la tabla de la Bota de Oro, no marcó un solo gol. Por primera vez, Ben Yedder encadenó cinco jornadas de sequía.

El franco-tunecino no ha tenido quien fijara a los centrales, se fajara, arrastrara, la aguantara y se sacara de la chistera un pase con el timing perfecto para habilitarlo ante el portero sin caer en posición antirreglamentaria. Caparrós le puso como partenaire a Munir, pero las características del ex barcelonista son muy distintas a las de Andre. Si el portugués se maneja en el fútbol de contacto y hasta lo busca, el liviano atacante que nació en El Escorial sufre en el cuerpo a cuerpo. Huye de la fricción porque con su liviano cuerpo de peso pluma tiene todas las de perder. Ya se ha visto en los partidos en los que ha jugado por dentro que más de una falta ha quedado sin sancionar por la sensación de fragilidad de Munir en la disputa.

Pero la mirada aguda de Caparrós ha dado con la tecla. Munir parte ahora desde la izquierda, arranca desde la cal, pero conserva su alma de delantero con llegada. Explota su calidad técnica para controlar, arrancar, frenar, caracolear, combinar. Y después, ofrecerse ya en el área. El madrileño dio el pase de gol a Ben Yedder para que zanjara la maldita sequía con el 4-0. Ya sabe Wissam que debe girar el foco hacia fuera. Hacia la siniestra. Ahí brota de nuevo la química.

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