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Budapest, el mayor desplazamiento de sevillistas con entradas en Europa

Equipo y afición estallan al final de la semifinal Sevilla-Juventus.

Equipo y afición estallan al final de la semifinal Sevilla-Juventus. / Antonio Pizarro

El milagro de José Luis Mendilibar, y la capacidad del Puskas Arena, con aforo para 63.000 espectadores, propiciarán la mayor presencia de aficionados en una final del Sevilla en la historia de la UEFA Europa League. Los cálculos oficiales tiran por encima de los 12.000 aficionados, con entradas, pese a los muchísimos problemas que ha habido para encontrar vuelos y lo carísimos que resultan. Y esa cifra sitúa a Budapest como la cima de sevillistas presentes en el estadio en una final europea, y eso que de las 15.000 entradas que dio la UEFA han sobrado y hay aficionados con entradas compradas y sin viaje...

El club anunció el jueves que finalmente, según los registros de la UEFA, que ha sido la encargada de vender las entradas a través de internet, fueron 13.018 las localidades vendidas para la afición sevillista. Pero es más que posible que no se llegue a esa cifra por la dificultad de muchos aficionados con entrada adquirida que no han encontrado la forma de viajar, por precio o por duración del viaje, pese a los esfuerzos del club, que ha invertido un millón de euros en subvencionar a los abonados de asiento que pudieron contratar el viaje con las agencias con las que el Sevilla acordó vuelos chárter.

El desplazamiento, con esos datos, supera todos los realizados por el sevillismo en sus distintas finales europeas. Con matices. Para Eindhoven 2006, dado que el Philips Stadion tiene una capacidad para 36.000 espectadores, sólo pudo dar la UEFA en principio 9.200 entradas para cada club, Sevilla y Middlesbrough. Pero, al ser la primera final en 48 años, desde la de la Copa en 1962, hubo un masivo viaje de sevillistas: finalmente entraron unos 10.000 en el estadio y otros 4.000 se quedaron fuera. Viajaron 14.000 sevillistas en una fiesta memorable.

En Glasgow 2007 tampoco agotaron las entradas

Para la final de Glasgow 2007, la UEFA dejó a cada club 13.250 entradas, un porcentaje similar al de un año antes, ya que Hampden Park tiene capacidad para 51.866 espectadores.

Pero el sevillismo no agotó las entradas por varios factores: estaba pendiente de la final de la Copa del Rey en Madrid, adonde acudieron 85.000 aficionados -el mayor desplazamiento de una afición española en la historia-, con una gran cantidad de ellos sin entradas, y hubo muchísimos problemas para viajar a Escocia, como pasa con Budapest.

"Me he quedado sorprendido de que haya entradas. No dudábamos de que se iban a agotar y no dudábamos de que, aquellos sevillistas protestones iban a responder, pero no lo han hecho. Entre los 12.000 primeros han adquirido el 70 por ciento. Del 12.000 al final han quedado", dijo entonces José María del Nido, que también comprendió que muchos aficionados le dieran prioridad a un viaje más asequible y familiar a Madrid por la final de Copa.  

Desplazamientos menores en el trienio de Emery

En Turín 2014 sólo hubo 8.700 localidades para sevillistas y benfiquistas, con un aforo del Juventus Stadium de 41.500 espectadores. En Varsovia 2015, con un aforo del Estadio Nacional polaco de 58.580 espectadores, se redujo el número de entradas y de viajeros: 7.500 sevillistas estuvieron presentes. La UEFA empezó a reducir el porcentaje de localidades para las aficiones finalistas...

Para Basilea 2016 hubo 7.000 entradas para los sevillistas y algunos no viajaron. Se produjo reventa del resto de localidades a ingleses del Liverpool, algunos de los cuales incluso las adquirieron a sevillistas a los que se les abrió expediente por parte del club. En St. Jakob-Park, con un aforo de 38.512 espectadores, hubo más de 6.000 sevillistas frente a 20.000 ingleses. El Himno del Centenario se comió al You'll never walk alone.

Y en Colonia 2020, como es bien sabido, la pandemia llenó de silencio los estadios alemanes en el recorrido triunfal del Sevilla de Julen Lopetegui hasta coronarse hexacampeón en el RheinEnergie Stadion frente al Inter, actual finalista de la Champions.

La voluntad del club por ayudar al viaje

En el Sevilla han sido sensibles a las dificultades de viajar a Budapest, que tiene además un aeropuerto pequeño, por una inflación desmedida de los vuelos chárter, debido a la nueva cultura del turismo low cost, que tiene a la mayoría de aviones cruzando el espacio aéreo con billetes adquiridos directamente en internet, con pocas compañías mediadoras que organicen viajes organizados en vuelos chárter. Es decir, sin suficientes aviones reservados para viajes organizados como el de una final de fútbol...

El resultado es que los vuelos más baratos para Budapest, con los 200 euros bonificados por el Sevilla, han sido de 635 euros, un precio que dobla ya el de viajes anteriores. Pero ha habido vuelos que han superado los 1.000 euros, muchos, en una crisis singular por la nueva cultura de turismo masivo instalada en Europa. 

El intento vano de montar autobuses

Ante esta situación, el Sevilla intentó incluso montar autobuses, pero resultaban también carísimos al tener que hacer viajes de 30 horas, requiriendo cuatro chóferes, entre Sevilla y Budapest y la vuelta. El precio se iba a casi a 400 euros y las compañías de autobuses desecharon la idea.

Incluso ha acudido el club de Nervión a la administración local y al Gobierno central para que el aeropuerto de Sevilla abriera de noche tras el partido, algo a lo que se negaba en principio Aena aduciendo falta de personal. 

El Puskas Arena sonará a sevillismo

Tal ha sido la demanda de vuelos chárter, pese al elevado precio, que el propio avión de la compañía que trasladará al equipo el martes 30, víspera de la final, regresará a Sevilla para trasladar a aficionados el mismo 31. La mayoría de vuelos chárter que viajarán el día antes también hará traslados el día de la final, doblando sus recorridos aéreos. El resultado es que más de 12.000 sevillistas animarán al Sevilla en el Puskas Arena, donde apenas hubo 500 en la final de la Supercopa de Europa ante el Bayern en 2020, con aforo restringido por la pandemia.

Ahora sí, la vieja capital húngara, bella y sugerente sobre el terciopelo ajado de su convulsa historia, se llenará de sevillistas que han conseguido su billete para el sueño de la séptima a precio de oro. Y sonarán los ecos de las polcas nervionenses sobre el eterno Danubio. Es el milagro del Sevilla de Mendilibar, que ha logrado bordar la deseada comunión entre equipo y afición...

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